El Periódico - Català - Dominical
Pau Arenós
multitud de ocasiones. Beneficiaria ella misma de las confidencias, se había aprovechado de la información privilegiada para cerrar ventajosas transacciones. putrefacción de las revelaciones. Reían y jaleaban a los corruptores como si lo declarado fuera inocente y edificante, conversaciones perfectamente registradas con aparatos de precisión situados en lugares estratégicos.
El ministro al que le gustaban las menores y que tenía plaza fija en un hotel de Tailandia la recibió en su despacho oficial, algo que incomodó a la Señora porque pensaba que aquel asunto merecía la reserva de un lugar en sombras. La desconcertó la sonrisa del ministro, más propia del té con pastas y la charla banal que de las atrocidades en burdeles del sudeste asiático. Cuando ella le exigió la persecución de un enemigo a cambio de no desvelar el audio, él pulsó en el móvil la tecla de reproducción de la grabadora: la Señora decía con voz
Lo extraordinario de las grabaciones era el tono jocoso en el que transcurrían, sin que nadie se alterara con la indecencia de las revelaciones
muy clara que había sido amante de un prócer del Estado, escándalo que acabaría con la carrera del macho, católico de confesión –y pecado– diario.
Ante la sorpresa arrítmica de la mujer, con los tacones a punto de quebrarse, el ministro le desveló un secreto a la reina de las intrigas: cada invitado disponía de reproducciones similares, conjurados para protegerse los unos de los otros. Con este sistema, las acusaciones se anulaban, miles de audios que comprometían y liberaban a todos por igual. www.xlsemanal.com/firmas