El Periódico - Català - Dominical
Espalda.
por el personal y por los enfermos, en busca del halago. Nada tenía que ver con el sexo, sino con la complacencia. Si nadie le alababa el nuevo peinado o una medida en beneficio del colectivo, perseguía a cada empleado provocando los comentarios aduladores. Acosaba a los enfermeros cuando ignoraban sus chistes o a los enfermos si les destinaba minutos explicándoles al detalle la dolencia y no recibía a cambio las proporcionables alabanzas y gratitudes. Ese era el intercambio que buscaba: Deisy dedicaba tiempo y esfuerzos a la gente y exigía ser correspondida con lisonjas. Tenía dos cosas claras. Una: la presión social –la
Agotada por la esclavitud de cautivar, se amotinó y decidió ser la intrépida que no temía ser desagradable. Fue al hospital con chándal, descuidó su apariencia, dijo a médicas y enfermeros qué opinaba
Todo el comportamiento se concentraba en un término: quiéreme, quiéreme, quiéreme
de verdad de ellos, dejó de tratar a los enfermos como personas para considerarlos objetos contables. La odiaron enseguida, fue despreciada por su equipo, orillada por los amigos y las amigas, evitada por la pareja. A partir de entonces, sintió el odio y el desprecio, el silencio y los enfados. Sin embargo, nada había cambiado en la opinión que los otros tenían de Daisy. La diferencia era que ahora le expresaban a la cara lo que antes pensaban a su espalda. www.xlsemanal.com/firmas