El Periódico - Català - Dominical

RISAS ENTRE BOMBAS

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El payaso Rámper bromeaba sobre la guerra en el escenario. En 1936, el Price de Madrid quedó destrozado.

En aquellos años, Pompoff, Thedy y Emig hicieron las Américas y triunfaron en una gira que los llevó por varias ciudades de Estados Unidos. Regresaron a España en 1967 para despedir su carrera en el renovado Price, en cuyo escenario actuaron las grandes estrellas del circo, como Charlie Rivel, un maestro del mimo español que Fellini incluyó en su película Los clowns, o la legendaria trapecista Pinito del Oro, que practicaba sus piruetas sin la protección de red alguna.

En la pista, su marido seguía sus evolucione­s dispuesto a cogerla con sus brazos si ocurría la desgracia de que cayera al vacío. Pero la tarea no era nada fácil. Pinito del Oro sufrió tres caídas terribles. En la primera, cuando solo tenía 17 años, se rompió el cráneo y permaneció una semana en coma. Cuando se retiró, en 1970, la actriz cómica Mary Santpere le cortó la coleta en el Price.

En aquellos años, el Circo Atlas que habían fundado los hermanos Tonetti en la década de los cincuenta sufrió las consecuenc­ias de la crisis económica. Es probable que ese tropiezo fuera la causa de la profunda depresión en la que cayó uno de los Tonetti, Manolo Villa del Río, que finalmente lo llevó al suicidio. A esa terrible pérdida se unió el definitivo cierre del Price, cuyos problemas financiero­s lo dejaron a expensas de la especulaci­ón y la piqueta. Desde entonces, los circos se vieron abocados a salir a la carretera para plantar sus carpas en cualquier lugar del país. Los problemas de liquidez y la paulatina caída de espectador­es fueron mermando la calidad del espectácul­o.

SAGA ESPAÑOLA. Por su parte, Gaby, Fofó y Miliki (hijos de Emig) triunfaron en América y en 1972 fueron contratado­s por Televisión Española para llevar a cabo el programa El Gran Circo de TVE, donde hizo sus pinitos artísticos Emilio Aragón, Milikito. Cuarenta años después, el polifacéti­co artista regresa a ese mundo para dirigir el espectácul­o Circlassic­a. «Volver a una carpa significab­a revivir recuerdos, y eso me asustaba a la vez que me atraía», reconoce Aragón. «Es un homenaje a mis bisabuelos Gabriel Aragón (España 1830-1915), conocido como El Gran Pepino, que un día fue a ver una función de circo en la que había una amazona que se llamaba Virginia Foureaux (Suecia, 18501930), con la que se casó poco después y tuvo con ella quince hijos», recalca el nieto del legendario Emig. Circlassic­a es también un homenaje al circo moderno, que está de cumpleaños.

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