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SUBCAMPEÓN DE MADRID 2018 (PESO GALLO)

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FÉLIX GARCÍA, 18 AÑOS

La Escuela, con 15 años, era muy impulsivo. Tenía problemas de rabia y me dejaba llevar. Mis padres me animaron a que me apuntara a boxeo, para que dejara atrás toda aquella ira. Y así fue. Vi que la solución no estaba en la fuerza. Empecé a tranquiliz­arme. En La Escuela se crean lazos, como si fuera una familia. De todos los valores que te inculcan, a mí lo que más hondo me ha llegado es la honestidad, porque ves quiénes te acompañan verdaderam­ente en este camino. Hoy, todo va muy bien: estoy en la universida­d estudiando Ingeniería de Software».

enteraba de que eran ellos los que me estaban ayudando a mí al darme responsabi­lidades. En la 'mili' tuve mucho tiempo para pensar y tomé conciencia. Se me quedó grabado a fuego que esta gente me había ayudado y que yo tenía que ayudar a otros como yo». Fue entonces cuando se metió de cabeza en lo que ya era su pasión: el boxeo. «Mis primeros recuerdos son los combates a los que me llevaba mi abuelo. Con 5 añitos».

Tardó en hacerlo porque, como recuerda, «decías que hacías boxeo y te considerab­an loco o tonto. Pero en los últimos años, por fin, estamos saliendo del reverso tenebroso –reflexiona–. La sociedad se está dando cuenta de que los valores que aporta son muy beneficioso­s. En Francia, los niños hacen boxeo educativo, en Inglaterra está en las universida­des…».

CAMBIAR ESTEREOTIP­OS

A romper la mala imagen que limita el boxeo a «dos tíos sin camiseta, ensangrent­ados en un ring» se viene dedicando Jero García desde que, hace dos décadas, montó la Escuela de Boxeo Aluche. Allí, bajo el lema «Si no estudias, no boxeas», dirigía un programa que utilizaba el boxeo contra el fracaso escolar. «Me empezaron a llegar casos de violencia de género y de bullying, pero, como la fundación se limitaba a la cuestión educativa, decidí crear mi propia escuela».

Eso fue en 2007. Becando a chicos y chicas carentes de recursos o sumidos en entornos y situacione­s violentas, García vio que su proyecto se quedaba corto. Así que un par de años más tarde abrió la fundación que lleva su nombre con sede en La Escuela. «Estudié mucho para ello. Tras mi primera formación sobre abusos sexuales, con la psicóloga Luisa Fernández Yagüez, acabé vomitando en el baño. Es muy duro, sobre todo si eres padre», recuerda el entrenador, de 48 años, con dos hijas, de 25 y 18, y con gemelos, de 2.

Desde entonces, cuenta, colegios, servicios sociales y diferentes organizaci­ones empezaron a derivarle niños que podrían beneficiars­e de ese enfoque que él da al boxeo.

MÁS DE MIL NIÑOS

«Por mis manos han pasado cerca de mil niños», calcula García, inmerso hoy en la escritura de su próximo libro, Manual de un padre desesperad­o.

Entre los distintos tipos de violencia que trata, la filioparent­al, a la que llama «la amenaza invisible», es una de las más frecuentes. «Esta no va por barrios. Va por portales –sentencia García–. Rara es la persona que no conoce a una madre o a un padre cuyo hijo no lo esté maltratand­o. Hago orientacio­nes todas las semanas. Vienen a mí padres con los ojos vidriosos, completame­nte desesperad­os. No saben qué hacer con su hijo. Yo veo las circunstan­cias de los padres; dependiend­o de la gravedad del caso, me pongo en su lugar y les digo lo que haría».

Con su fundación puso en marcha también una serie de conferenci­as, impartidas por todo el país, a las que dio el nombre de Sport Versus Bullying. «Fue increíble, nos apoyó gente muy importante y fuimos trending topic. Me pareció maravillos­o, pero el proyecto se me quedó 'cojo': removimos mucho y no ayudamos a nadie». Por eso amplió el programa a otros tipos de violencia (Sport Versus Violence) y añadió un elemento transforma­dor: las formacione­s; para que profesores, monitores y entrenador­es sepan reaccionar ante diferentes casos.

«Lo que voy a decir suena fuerte, pero tiene que ser así. En los talleres, yo hago de niño y digo: 'Mi vecino me mete el dedo en el culo todos los días'. Y los monitores no saben cómo reaccionar. O se quedan más asustados que los propios niños,

o piensan que es mentira, o le dicen que se lo cuente a su padre… Eso no va a ocurrir; el niño está en desamparo. El responsabl­e de este niño, en ese momento, eres tú. Y hay que notificarlo. Ir corriendo a la Policía».

Por eso, insiste, una de sus prioridade­s es formar y formar. En las jornadas, García, la boxeadora Mirian Gutiérrez y el atleta paralímpic­o Lorenzo Albaladejo cuentan sus historias de superación a niños y adolescent­es. Los tres, apoyados por la psicóloga Luisa Fernández Yágüez, van dejando huella. «Hemos detectado a niños con tendencias suicidas, que sufren bullying, abusos sexuales y violencia en su casa, pero que jamás se habían atrevido a contarlo. Nosotros, con nuestras historias de superación, les removemos y nos lo cuentan o nos lo escriben». Luego, el equipo envía informes a los colegios o a los servicios sociales para pasar a la acción. «Ya no somos un hashtag más».

"MUCHOS SE LIARON CON DROGAS"

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