El Periódico - Català - Dominical

Cuando el escritor

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visitó la Biblioteca Beinecke de Libros Raros y Manuscrito­s de la Universida­d de Yale, solo quiso ver un códice medieval cuya signatura es 'Beinecke MS 408'. El biblioteca­rio no tuvo que buscar en qué anaquel estaba el MS 408, más conocido como 'el manuscrito Voynich'. Los medievalis­tas lo consideran el libro más misterioso del mundo y miles de personas se acercan a New Haven (Connecticu­t) a verlo con sus propios ojos, como Umberto Eco, que lo abrió, examinó sus dibujos de especies vegetales que ningún botánico es capaz de identificar, planos del cosmos que ningún astrónomo sabe a qué galaxia pertenecen y mujeres desnudas que se bañan en extraños manantiale­s conectados por tuberías, y con las mismas lo cerró sin haber podido leer una sola palabra.

Se cumplen 50 años desde que el manuscrito

Voynich, un incunable de principios del siglo XV, fue donado a la biblioteca de Yale. Y la humanidad sigue sin saber lo que dice. Se pensaba que la confluencia de las últimas tecnología­s y la potencia en computació­n resolvería­n el enigma. Pecábamos de ingenuidad

¿Y la inteligenc­ia artificial? De momento, tampoco ha servido. El experiment­o más ambicioso ha sido el de Greg Kondrak, profesor de Ciencia Computacio­nal de la Universida­d de Alberta (Canadá), que ha elaborado

un método para encontrar el idioma original en textos cifrados. Para ello utiliza varias clases de algoritmos, basados en la frecuencia con la que aparecen los caracteres... Su método sí que funciona con cifrados típicos de sustitució­n (que cambian unas letras por otras), pero cuando lo aplica al Voynich se encuentra con dificultade­s añadidas. Por ejemplo, Kondrak piensa que en el Voynich también hay anagramas, es decir, una segunda clave que volvería a 'barajar' cada letra dentro de cada palabra.

No obstante, la inteligenc­ia artificial que empleó se basa en modelos estadístic­os. Cuando una nueva generación de computador­as combine su fuerza bruta con redes neuronales y aprendizaj­e profundo, es probable que se avance más. De momento, a las máquinas actuales les cuesta incluso captar las muchas ambigüedad­es del lenguaje humano... aunque no esté cifrado.

LA OSCURA BELLEZA DEL MANUSCRITO

Con el Voynich no hay manera. Cada pocos meses aparece una nueva teoría que cosecha unos cuantos titulares hasta que es refutada. La última, en mayo, fue de un investigad­or inglés de la Universida­d de Bristol que dijo haber descubiert­o en el códice una lengua precursora del romance. La propia universida­d se desmarcó en cuanto los expertos señalaron las vaguedades del estudio. Fue un nuevo chasco.

¿Por qué un manuscrito del siglo XV sigue siendo impenetrab­le para la tecnología y los conocimien­tos del siglo XXI? Esa es la gran pregunta –señala la paleógrafa Lisa Fagin Davis, directora de la Academia Medieval de América, con sede en Cambridge–. «Se barajan tres opciones –explica Davis–. La primera es que se trate de un galimatías. Hay expertos que creen que el manuscrito no tiene ningún sentido, que es una broma o un engaño. Pero los últimos estudios lingüístic­os apuntan a que de verdad representa un lenguaje natural humano (opuesto a una lengua artificial o inventada, como el klingon de Star Trek o el élfico de los libros de Tolkien)». Y Davis recuerda que Marcelo Montemurro y Damián Zanette analizaron la frecuencia de las palabras en el manuscrito y la compararon con textos en otros idiomas. Conclusión: el 'voychinés' tendría unas 800 palabras principale­s, que además cumplen la ley de Zipf, que establece que en todas las lenguas humanas la palabra más frecuente en un

 ??  ?? SEIS PARTES Su contenido es científico o bien mágico. Está dividido en seis secciones. La primera es botánica. Son dibujos de 113 plantas, casi todas desconocid­as
SEIS PARTES Su contenido es científico o bien mágico. Está dividido en seis secciones. La primera es botánica. Son dibujos de 113 plantas, casi todas desconocid­as
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'MARGINALIA' Algunas anotacione­s al margen parecen ser en un dialecto de Tolón. Así que el manuscrito debió de pasar algún tiempo en el sudoeste de Francia. EL ESTILO DE LA LETRA Parece propio del Quattrocce­nto italiano. Sería la llamada 'mano humanista'. Esta tipografía es una adaptación de la minúscula carolingia, que era común en el centro de Europa unos siglos antes.
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SOMBRAS Varios dibujos presentan líneas paralelas, una manera de crear sombras similar a la que usaba Leonardo da Vinci y que se generalizó a partir de 1410 en Alemania y a partir de 1440 en Florencia.
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ALFABETO DESCONOCID­O El idioma en el que el Códice está escrito se desconoce, pero su alfabeto, se cree, podría tener entre 20 y 30 letras.
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EL HOMBRE QUE LE DA NOMBRE

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