El Periódico - Català - Dominical
LONDRES_ ESTACIÓN DE METRO DE EDGWARE
Daniel Biddle, 39 años pensaba cogerse
los supervivientes de un atentado terrorista? ¿Cómo miran al mundo y a sí mismos? ¿Qué enseñanzas han extraído? ¿Y qué podemos aprender nosotros de ellos? Este reportaje es una mirada a quienes sufrieron el terrorismo en sus propias carnes y sobrevivieron. A quienes tienen que lidiar con las secuelas mucho después de que los atentados hayan desaparecido del foco de la actualidad.
Nuestro trabajo comenzó con unos cuantos kilos de material recopilado en los archivos de prensa. Rastreamos cientos de artículos en busca de pistas que nos permitieran localizar a los supervivientes. Nos costó mucho encontrarlos. Es comprensible: las personas que resultan gravemente heridas y que tienen que luchar por su vida no dan entrevistas. Además, muchos supervivientes evitan la luz pública por motivos personales que hay que respetar sin hacer preguntas.
Con el apoyo de asociaciones de víctimas y a través de otras vías, algunas de ellas bastante tortuosas, contactamos con supervivientes de atentados en Alemania, Francia, Gran Bretaña,
Las personas con las que nos reunimos nos hablaron de una forma tan conmovedora como impactante de su lucha para retornar a la vida. Sus palabras resultaban desasosegantes, a menudo también cargadas de sabiduría. Muchas de las víctimas alertaban del peligro de la creciente polarización en las sociedades europeas. Y del olvido buscado con el que siempre nos enfrentamos al terrorismo.
Hoy, los atentados terroristas son uno más de los riesgos habituales en nuestras vidas, según razonaba el abogado de la agencia de viajes alemana TUI, que se resistía a pagar indemnizaciones a los supervivientes tras el atentado en Yerba (Túnez) en 2002. Este fatalismo en la relación con la barbarie se ha extendido. Y es peligroso como un incendio.