El Periódico - Català - Dominical
Nadie lleva la cuenta de cuántos niños subsaharianos desaparecen en
Nadie sabe dónde están.
Nadie los busca. Muchos, la mayoría, vienen con sus madres, mujeres que salen hacia Europa sin saber que, al lanzarse a la aventura migratoria con sus hijos, se convierten en víctimas potenciales de las redes de trata.
Los criminales acechan a las subsaharianas que migran con niños, las 'ayudan' por el camino y, una vez en nuestro país, intentan recuperar con creces esa 'inversión'. Saben que al pisar suelo español son trasladadas a centros de acogida –la Policía no devuelve a quien llega con niños– y que, una vez allí, podrán ir a por ellas. Y a por sus hijos.
Suele ocurrir así: un coche aparca ante la puerta del centro y a una africana le suena el móvil. Es la señal. La mujer y su niño salen a la calle, se suben al vehículo y se esfuman sin dejar rastro. «Algunas desaparecen nada más llegar –cuenta Mónica López, directora de programas de Comisión de Ayuda al Refugiado (CEAR)–. No dejan contacto ni nada y les perdemos la pista. Entendemos que pueden haber sido reclamadas por las redes de trata».
Ante esta realidad, el derrotismo se ha generalizado entre quienes trabajan con estas mujeres y niños, algo que subraya incluso el Defensor del Pueblo. «Continúa sin encontrarse un procedimiento eficaz que evite
Contra este desánimo, sin embargo, varias entidades sociales, religiosas y jurídicas han sumado esfuerzos para impulsar, con financiación privada, un proyecto piloto en Montilla, a 50 kilómetros de Córdoba. Inaugurado en abril de 2018, el Centro Ödos de atención integral a madres y embarazadas subsaharianas ha sido reconocido por el Defensor del Pueblo, «como iniciativa interesante que podría aportar soluciones a esta situación».
La Policía Nacional también avala su labor. Cuando entre los migrantes que llegan a la costa hallan perfiles aptos para el programa –mujeres y niños que pueden ser víctimas de trata–, llaman de inmediato a Ödos para que su equipo acuda a buscarlos.
ALEJARLAS DE LAS CIUDADES
Ubicado en un cortijo entre olivos, en plena campiña cordobesa, la localización de Ödos –'acompañamiento en el camino', en griego– es una de las claves en la primera fase del programa: la de acogida e intervención integral, llevada a cabo en la sede del centro por la Fundación EMET Arcoíris. «Pensamos que alejar en un primer momento a las mujeres del entorno urbano, donde no es tan fácil coger un autobús
o un tren, o que un coche se pare ante la puerta, dificultaría el trabajo de las redes de tráfico y trata y nos permitiría trabajar con ellas», explica Manzanedo, abogada del equipo coordinador del proyecto. La fórmula parece funcionar, ya que, de las 117 mujeres y niños atendidos en el primer año, 114 han permanecido en sus instalaciones durante esta primera fase.
Al margen de su ubicación, el éxito parece residir en su metodología. Ödos propone un parón de tres meses para que las mujeres y los menores se restablezcan mientras esperan a que sus muestras de ADN, tomadas nada más desembarcar en España, confirmen