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El filántropo y cineasta mexicano Paco Arango nos recibe en su casa madrileña para hablarnos, a corazón abierto, de la muerte de su padre y de su conmovedora lucha por los niños con cáncer.
Ha centrado su vida en «lo que de verdad importa». Filántropo y director de cine, este mexicano de nacimiento es el alma y corazón de la Fundación Aladina, entregada a los niños con cáncer. Tras sufrir la pérdida reciente de su padre, Arango habla con 'Xlsemanal' de sus niños, su vida y de las lecciones que nos deja la pandemia.
«Quiero mancharme las manos de verdad», le dijo a un amigo, tras realizar labores de voluntariado en el Hospital del Niño Jesús. Se había acercado a una durísima realidad de la que ya nunca volvió a separarse y decidió dedicar el resto de su vida a la atención de niños enfermos de cáncer y a sus familias. Así creó la Fundación Aladina, que hoy cumple 15 años de vida, atiende a más de 4000 niños cada año, presta ayuda en 16 hospitales de España y colabora con una decena de fundaciones dentro y fuera de nuestro país. Paco Arango (Ciudad de México, 1966), productor, director y guionista de cine, nos recibe en su casa de Madrid para hablar de cómo el coronavirus se lo ha puesto más difícil, si cabe, a estos pequeños.
Xlsemanal. ¿Qué tal está? A la pérdida de su padre, en febrero, le siguió el confinamiento por la COVID-19... Paco Arango. Ya estoy más tranquilo. La primera parte de este horror la pasé en el campo con la familia, y cuando vine a Madrid y vi lo que había, aunque lo imaginaba, fue un poco shock.