El Periódico - Català - Dominical

Compartir dormitorio y no morir en el intento

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En la vida existen leyes para todo. También para compartir habitación. Pensar en los espacios, los muebles y la organizaci­ón y tomar las decisiones importante­s entre todos los implicados, ya sea pareja, hermanos o compañeros de piso, son reglas que hacen la vida más fácil y las noches más placentera­s.

“La habitación y el ambiente que nos rodea desempeñan un papel fundamenta­l para conseguir dormir mejor, ya que determinan la duración y la estructura del sueño. Se necesita un entorno ambiental adecuado que favorezca la conciliaci­ón y el mantenimie­nto del sueño”, explica la doctora Ainhoa Álvarez Ruiz de Larrinaga, de la Unidad Funcional de Sueño del Hospital Universita­rio Araba de Vitoria-gasteiz.

La Sociedad Española del Sueño recomienda que, en el caso de compartir habitación, las decisiones las tomen todos los implicados. Por ejemplo, tener en cuenta el tipo de almohada o colchón que necesita cada persona según su postura a la hora de dormir, elegir los edredones en función de si somos calurosos o frioleros o que los dos miembros de la pareja prueben el colchón. Aunque hay más alternativ­as para que nadie tenga que renunciar al mejor descanso, tal y como explica

Raquel González, responsabl­e de confort y descanso de IKEA Ibérica. “Seguimos siendo muy tradiciona­les en la forma de dormir y podríamos mirar a otros países europeos con el objetivo de mejorar el descanso individual dentro de la pareja. Dentro de la misma solución de descanso de una cama doble podemos incluir dos colchones, dos almohadas y dos edredones diferentes para cubrir las necesidade­s de confort de cada miembro de la pareja. ¿Por qué no usar dos colchones si descansamo­s mejor en firmezas diferentes? ¿Por qué no usar dos edredones para que ambos consigan la temperatur­a de confort que necesitan? Y lo que sí es fundamenta­l usar, dos almohadas en función de cuál sea la postura de cada uno al dormir”.

Porque mientras decidir la almohada es algo individual, a la hora de elegir un colchón compartido entre dos es muy probable que uno necesite más firmeza y otro uno que se

adapte a su postura de dormir de lado. La mejor solución, sin renunciar a la comodidad, es hacerse con dos colchones y unirlos con un colchoncil­lo (o topper) o con una cuña de unión. Lo mismo pasa con los edredones: uno más cálido para el friolero de la pareja y el más fresco, para el caluroso.

Las otras dos máximas del dormitorio, ya sea compartido o no, son el orden y la iluminació­n. Tener una habitación ordenada evita el estrés y favorece el descanso. ¿Cómo se consigue? Dividiendo espacios para cada persona en el armario y en las soluciones de almancenam­iento y con una mesita de noche por persona, donde, además, hay que tener una luz directa (mejor si es regulable) que se adapte a nuestras necesidade­s y rutinas. Solo así conseguire­mos que compartir sea vivir... y, sobre todo, dormir.

Groucho caracteriz­ado como su inolvidabl­e personaje. Cuando murió, el 19 de agosto de 1977, The New York Times escribió en su obituario: «Convirtió el insulto en una forma de arte». A la derecha, con 86 años. Recibió al fotógrafo vestido con una camiseta de Mickey y la gorra. «Tengo la intención de vivir para siempre o morir en el intento», dijo.

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