El Periódico - Català - Dominical
A mi madre, a mi maestra
A mi madre le diagnosticaron el alzhéimer hace doce años. Y hoy, tras su enfermedad (y seis de estos años de convalecencia en la cama), ella y su principal cuidador (mi padre) merecen que se los valore, tener otro tipo de despedida (ya que no pudo ser de la forma habitual por la COVID-19) y que se publique un capítulo de su vida. Porque de esa vida de entrega y esfuerzo que mi madre nos dio se fraguó el amor que luego le hemos intentado devolver los hijos
y el marido y que, aunque han sido muchos años, y han sido restados en dedicación a nuestros hijos, esperamos que ellos también valoren las lecciones que mis padres nos dieron: lecciones sin exámenes, lecciones de vida. Lecciones que nos ayudan a entender la adversidad, a superar las dificultades y a entender este mundo a través de la solidaridad. Por eso: gracias, mamá, por tu ejemplo, porque aceptaste el alzhéimer como parte de la vida y con humor; por eso decías a las vecinas, cuando salíamos a pasear, que salías a buscar la memoria que estabas perdiendo… Con la enfermedad, también descubrimos el amor que papá te tenía y nosotros, los hijos, hemos intentado devolverte todo lo que nos habías dado. Porque fuiste una madre entregada que siempre nos has apoyado y animado con tu buen carácter y generosidad. Nos has hecho la vida muy fácil, y has sido un ejemplo de serenidad, conciliación y sencillez. Tu muerte, tan pronto después de la de papá, nos produce gran tristeza. Con tantos años enferma, sabíamos que este día llegaría y que, además, era tu deseo morir a la vez que papá. Sin embargo, a nosotros nos gustaba tenerte, aunque pueda resultar egoísta. Gracias, mamá, por dejarnos cuidarte; gracias, papá, por cuidarla. Descansan en paz.