El Periódico - Català - Dominical

ARMEN MAURA"N

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V Y A NIN ÚN SITIO UE N ME APETEZ A. Y SI ME ABURR EN EL SE UNDO PLAT , ME LARG

Carmen Maura no oculta su edad, 76 años; es más, la tiene en todo momento en la punta de la lengua, saca ventaja de ella, le sirve de excusa para hacer o decir lo que le da la gana. Lo suyo le ha costado. Ahora Paco León la ha convertido, en Rainbow, en una bruja embarazada. Surrealism­o puro.

XLSemanal. Da la sensación de que se ha divertido trabajando con Paco León.

Carmen Maura. Mucho, trabajar con él es un regalo. Tiene sentido del humor, y es muy agradable tener a un tío tan guapo al lado de la cámara, porque él está allí pegado, no es de los que se va al quinto coño.

XL. Dice Paco que no entiende cómo ningún otro director unió antes a las dos Cármenes.

C.M. Es que es raro que no hayamos coincidido nunca. Es más, ni siquiera nos conocíamos, nos presentó él en una cena. Y de pronto descubrimo­s que nos parecíamos en muchas cosas: en el sentido del humor, en que las dos somos de Chamberí...

XL. Bueno, no tanto: Carmen Machi vivió la movida a tope, le encanta la juerga… Y usted, todo lo contrario. C.M. Bueno, yo con la movida no podía. Recuerdo la voz de Pedro Almodóvar diciendo: «Me voy a llevar a Carmen a casa y vuelvo». Porque yo a las doce de la noche ya no aguanto mucho más. Además como no bebo alcohol...

XL. Es curioso porque la bautizaron como ‘la reina de la movida’.

C.M. ¡Ya! Pero yo no tenía nada que ver con ellos, yo era mucho mayor, les llevaba por lo menos cinco años a todos, había tenido ya unos problemas familiares de la hostia, tenía dos niños, una separación a cuestas… Mi vida personal era supercompl­icada cuando empezó aquello. Reconozco que en eso Carmen Machi y yo somos muy diferentes: a ella le encanta salir por la noche.

XL. Se dice de ambas que, cuando quieren, tienen un carácter de aúpa. C.M. Eso es verdad, pero yo cada vez me enfado menos. Cuando te haces mayor te afecta todo poco. Yo empecé a ver que me hacía mayor a los setenta, no antes.

XL. ¡Pero cómo le gusta presumir de edad! ¿Nunca se ha hecho retoques ni estiramien­tos?

C.M. No, y no me enrollo con eso ni me enrollaré. No pasa nada por hacer papeles de viejecitas, que las hay superdiver­tidas. No sé cuánto hace que no voy a un sitio de belleza.

XL. Desde que empezó (1969) no ha dejado de trabajar. Hay años en los que ha estrenado seis películas. C.M. Es verdad, nunca he tenido un parón. Mi trabajo me gusta. Ahora, cuando hay una viejita un poco divertida, me cae a mí; también por no estar operada.

XL. Habla y se comporta igual que actúa, y da la impresión de que la conocemos bien, pero no...

C.M. En realidad me conoce bien muy poca gente. Tengo muy separada de mí a la actriz. Es más, a veces hablo de ‘ella’ como si fuera otra persona diferente.

XL. ¿Le gusta la soledad como dice? C.M. Totalmente, a mí me encanta estar sola, sobre todo en mi casa de campo, en Ávila.

XL. Sola, pero con su perra y más de noventa muñecas Barbie.

C.M. Vivo con mi perrita, de la que estoy muy orgullosa. Tiene diez años y se da cuenta de todo, nunca ha soltado un ‘guau’ en un rodaje. Para mí es mucho más fácil educar perros que hijos. Lo de los hijos es muy complicado. Además, los tuve de una manera muy especial, me los quitaron muy pequeños y tuve

que hacerme un rollo mental para sobrevivir.

XL. ¿Qué tal como abuela?

C.M. Tengo una nieta con la que todo iba bien hasta que, con doce o trece años, se puso insoportab­le. Me caía genial cuando era enana. Le encantaba jugar con mis Barbies, hasta que un día le saqué los cientos de trajes que tengo de las muñecas y me dijo: «¡Ay! ¡Abuela, ya!». Tuvo un empacho de vestuario, ¡Ja, ja, ja! Ahora me gusta, pero tiene épocas. Tiene 19 años y su frase preferida es: «Soy mayor y puedo hacer lo que me dé la gana».

XL. ¿Tiene a quién salir?

C.M. Bueno, no sé. Ahora se sienten mucho más libres pero, en general, tienen una grado de ignorancia que hace que no les importe nada de lo que ha pasado antes de que ellas nacieran. Y todo el rato están conectadas a la red con el móvil. Mi nieta me dice que si no tengo redes no existo. ¡Pues bueno, no existo!

XL. Para los actores es importante estar en la redes…

C.M. A mí me parece surrealist­a que elijan a un actor por el número de seguidores que tenga. Mi nieta pretende que invite a todas las influencer­s a los estrenos. ¡No me da la gana! Es más, estoy cogiendo manía incluso al móvil. A veces me lo dejo en casa o no lo cojo cuando suena. A mi edad me puedo permitir vivir como me da la gana.

XL. Pasados mil percances, ¿su vida personal ya está encajada?

C.M. ¡Regular! [ríe]. Ahora es más relajada porque me respeto muchísimo. Desde que cumplí setenta años no voy a ningún sitio que no me apetezca, y si voy a una cena y me apetece irme en el segundo plato me voy.

XL. Hubo épocas en las que tuvo hasta tres representa­ntes…

C.M. Ahora no tengo ninguno porque me sobra el trabajo y porque no me importa sustituir a alguien que falla si me llaman para eso. Desde que empecé mi carrera tuve muy claro que siempre era mejor trabajar que no trabajar.

XL. Además de los cuatro premios Goya, tiene otros mil en su haber. C.M. Sí, y estoy saciada, no quiero un premio más. La verdad es que ser actriz se me da bien. Ya no tengo nada que demostrar. Ya se sabe que no decepciono a nadie, que las promocione­s las hago pese a que lo de las entrevista­s es lo que me resulta más pesaroso…

XL. Acabamos entonces para que no sufra mucho.

C.M. No, no; estoy muy a gusto. No lo decía por eso, yo a todo el que recibo, lo recibo muy bien, como se merece.

"No sé cuánto hace que no voy a un salón de belleza. Ni me he hecho retoques ni nada. ¡No pasa nada por hacer papeles de viejecita!"

"S Y PTIMISTA POR UE ES MAS PRA TICO, TE UITAS PR BLEMAS DE EN IMA"

Carmen Machi vive sus 59 años con una agenda repleta de estrenos y un sinfín de ofertas, pero ha optado por frenar en seco durante seis meses. Esta entrevista, asegura, será la última que haga hasta bien entrado el invierno. Casi tan sorprenden­te como su papel en Rainbow.

XLSemanal. Con Paco León ha trabajado a diario muchos años, pero siempre los dos como actores. Carmen Machi. Sí, pero su cabeza es igual de brillante como director. Cuando trabajas con alguien a quien admiras tanto, creces porque te dejas llevar.

XL. Así que si Paco le dice ven… C.M. Lo dejo todo, claro. Somos muy amigos, como familia, nos llamamos ‘hermano’ y ‘hermana’.

XL. Pues esta vez su hermana es Carmen Maura.

C.M. Carmen ha sido para mí un hallazgo. La admiro profundame­nte porque, aunque tenemos una diferencia de edad –que tampoco es tanta–, para mí ha sido un referente.

XL. ¿No ha habido conflicto de egos? C.M. Ninguno, a mí me emocionaba verla trabajar. Yo le decía que su trabajo era muy bueno y ella me contestaba: «Sí, pero quiero la excelencia». Es tan perfeccion­ista y tan entregada a su trabajo… Ha sido muy fácil y creo que nos hemos cogido mucho amor de verdad. Paco es muy listo y se dio cuenta de que nos íbamos a llevar muy bien.

XL. ¿Por eso en la película se llevan a matar? [risas].

C.M. Muy mal, sí [ríe]. Es muy bonito ver cómo Paco ha llevado a estos dos personajes, que todo el mundo conoce de El mago de Oz, hasta donde ha querido.

XL. ¿Es verdad, como reconoce, que pese a su marcada vis cómica, tiene usted muy mala leche?

C.M. Habré dicho eso en respuesta a alguna pregunta sobre si soy más o menos divertida en la vida real. En cualquier caso, la mala leche forma parte del ser humano; y ser cómico no tiene nada que ver con el carácter de cada uno: entre los cómicos hay muy malas personas [ríe]. Yo solo tengo un carácter fuerte.

XL. La mezcla Maura-Machi es explosiva y su estilismo rompedor produce un shock profundo…

C.M. No me ha importado nada que me saque tan fea [ríe]; además, eso te ayuda mucho, te llega a cambiar hasta la voz.

XL. Es una película absolutame­nte loca.

C.M. Sí [ríe], sobre todo es un ejemplo de una mente libre. Paco hace lo que le da la gana, pero con mucho criterio.

XL. Las dos son madrileñas y han vivido vidas paralelas pero de forma muy distinta.

C.M. Hay cunas diferentes también y hay una diferencia de edad. Yo la movida la viví con veinte años como ciudadana, y ella, realmente, la vivió a nivel artístico y profesiona­l.

XL. Y las dos parecen reacias a las redes sociales.

C.M. En mi caso es pura vaguería, me dan una pereza tremenda. Supongo que te deben de quitar mucho tiempo. Nunca en mi vida he tenido redes sociales, jamás, ni Facebook.

XL. Será porque no lo necesita para su profesión.

C.M. Hasta hoy, no lo he necesitado ni para mi trabajo ni para mi vida social. Las redes ayudan a mucha gente que se quiere vender, y en determinad­os castings y productos sí tienen en cuenta tu actividad en ellas; pero, gracias a Dios, no en todos ni muchísimo menos.

XL. ¿El móvil también lo usa igual de poco?

C.M. No, no; el móvil lo uso bastante. No entrar en las redes no quiere decir que no seas tecnológic­o.

XL. ¿En qué momento piensa que ya no está para tonterías?

C.M. Pues en algunos, porque yo estoy enfocada en vivir el aquí y el ahora, en ser feliz y en intentar tener los menos problemas posibles. Creo que soy optimista porque pienso que es más cómodo y más práctico; es como llevarte bien o llevarte mal: siendo optimista y llevándote bien con los demás te quitas muchos problemas de encima.

XL. Dígame en qué anda metida ahora.

C.M. ¡En nada! Absolutame­nte en nada.

XL. ¡No es creíble!

C.M. ¡Créetelo! El año pasado rodé seis películas, ya se han estrenado tres y me faltan otras tres. Ya no voy a rodar más, voy a descansar hasta enero. Me han ofrecido cosas interesant­es, pero no… Estoy cansada. Bueno, me he propuesto estar cansada para no hacerlas.

XL. Explíquese mejor. C.M. No estoy cansada, pero quiero descansar de hacer de otra unos meses. Quiero hacer cosas distintas al trabajo.

XL. ¿Cómo cuáles?

C.M. ¡No lo sé! [ríe]. Quiero no pensar qué tengo que hacer al día siguiente y supongo que eso quiere decir que quiero no hacer nada. Y esto no me había pasado nunca. Debo de tener agotamient­o crónico, como media humanidad. Quiero tener las lógicas responsabi­lidades de la vida personal, no de la profesiona­l.

XL. ¿En eso consiste su felicidad? C.M. En parte, sí. Hubo una época en que fui muy feliz, cuando rodábamos Siete vidas, en la que trabajábam­os tres meses seguidos y descansába­mos otros tres, a rajatabla.

XL. Pues ya nos contará en enero qué ha hecho durante todo este tiempo.

C.M. Pues segurament­e estar de vacaciones con mi gente, y estar también con mis padres, que ya están algo mayorcitos –tienen 89 y 90 años–, disfrutar de no hacer nada, viajar...

XL. Y despertars­e ‘por la suerte natural’, sin despertado­r.

C.M. ¡Uy! Eso debe de ser una maravilla. Por ejemplo, mañana no tengo nada que hacer y me parece una cosa espectacul­ar (se le ilumina la cara).

XL. ¿La persiguen los paparazis? C.M. Antes, sí. He tenido reportajes que me han enfadado mucho, pero ya no me siguen.

XL. ¿Cree que va a aguantar medio año sabático?

C.M. ¡No lo dudes!

"La mala leche forma parte del ser humano. Entre los cómicos hay muy malas personas. Yo solo tengo un carácter fuerte"

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