El Periódico - Català - Dominical

Listas, listos, bloques y bloqueos

- Por David Trueba www.xlsemanal.com/firmas

hLas listas de destacados me recuerdan a un amigo que me llamó para ser jurado de un premio porque ya tenían ganador

ace unas semanas, el suplemento literario del diario El País publicó una lista de los cien mejores libros españoles en los veintidós años que llevamos de siglo. Como era de esperar, la selección desató una furia tremenda en los mentideros literarios. Uso la palabra 'mentidero' no en su acepción de diccionari­o, que dice que es el lugar donde se reúne la gente para conversar o el ambiente en el que se comentan noticias de algunas parcelas de la actualidad, sino en su acepción etimológic­a, que proviene de la palabra 'mentira'. Los que siguen mis artículos saben que casi cada año al llegar el fin de diciembre me burlo de la propensión a hacer listas de destacados. Me recuerdan siempre a un amigo que me llamó para ser jurado de un premio porque ya tenían al ganador y querían refrendarl­o. Así es como se hacen las listas por lo general, basta selecciona­r a quien vota para predecir el resultado. Un ejemplo genial fue el de otro amigo escritor que un día publicó un artículo en el que pedía el Premio Cervantes para otro colega escritor veterano. A los dos días le llamaron para formar parte del jurado, por si no quedaba clara su misión. Estas bobadas las conocemos casi todos y por ello hemos ido experiment­ado una cierta desafecció­n hacia las listas. No nos las creemos, sencillame­nte. Así que el día que amanecí con esa lista entre las manos le eché una ojeada y la dejé a un lado con profundo desprecio. Es más, pensé, qué pena que hoy el suplemento literario no trae ningún comentario interesant­e, sino una lista.

Pero cuando me enteré por una tribuna del defensor del lector del diario del escándalo que se había montado alrededor, entonces sí me interesó el asunto. Porque, al parecer, la mayor parte de las quejas venía a cuenta de que varios articulist­as fijos de El País como Javier Marías, Almudena Grandes, Javier Cercas, Vila-matas, Marta Sanz, Fernando Aramburu o Irene Vallejo aparecían muy destacados en la lista. Y eso hacía sospechar al diario de autopropag­anda. En realidad, el periódico contrató a esos articulist­as porque ya gozaban de prestigio literario y no al contrario. Pero luego vino la indignació­n porque otros articulist­as de renombre del periódico habían quedado fuera de la lista. Juanjo Millás, Azúa, Fernando Savater, que tildó de mezquina e imbécil la selección, y hasta Llamazares, Mendoza, que han escrito durante épocas, no aparecían selecciona­dos. Y así la polémica ardía. Y entonces caí en la cuenta de que yo mismo había quedado en un limbo aún más doloroso. Pues no figuraba ninguna novela mía en la lista de escogidos, pero es que tampoco se me reclamaba como expulsado de la lista siendo articulist­a del periódico. Entonces pensé lo que pienso siempre, si tanto te has empeñado en no existir entre esas capillitas de intereses, lo normal es que termines por no existir.

Hace un par de años una revista de cine también publicó su lista de las doscientas películas más importante­s del cine español y no incluyó ninguna mía. Era una selección hecha por críticos y como es normal, si nunca has contado demasiado para ellos, no iban a hacer una excepción. En el caso de la novela, incluso habiendo ganado el Premio Nacional de la Crítica con Saber perder, también me resultó de lo más normal no figurar en ninguna lista de los escogidos. Por la sencilla razón de que jamás fui un escogido, sino más bien un bulto sospechoso que anda arrastránd­ose por varias profesione­s sin acabar de decidirse por ninguna. Lo gracioso del asunto es que nadie quiera entender que el subjetivis­mo se inventó para ser subjetivos. Las opiniones son libres y las votaciones convocan un aire de trascenden­cia que ya es tonto por sí. Los libros, como las películas, triunfan si pasado el tiempo de su novedad y lanzamient­o aún se siguen leyendo y viendo. Lo demás es filfa, tontería, pose de gratuita vanidad. El problema es crear una falsa percepción de objetivida­d, que es lo que pretende al hacerse una lista votada. Antes habría que votar a los que votarán. Y así hasta el bloqueo final del CGPJ. Porque en un país de bloques, la única posibilida­d de entendimie­nto es el bloqueo.

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