El Periódico - Català - Dominical

LOS ARENQUES SE COMUNICAN CON PEDOS Y PROVOCARON UN CONFLICTO INTERNACIO­NAL. LOS SUECOS PENSARON QUE ESE EXTRAÑO RUIDO BAJO EL MAR BÁLTICO PROCEDÍA DE UN SUBMARINO RUSO

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de lo que se creía. Camila Ferrara distinguió hasta once vocalizaci­ones diferentes y comprobó que también se comunican las tortugas jóvenes enterradas en la orilla del río. Parece que 'hablan' para ponerse de acuerdo a la hora de eclosionar y hacerlo todas juntas. Cuenta Ferrara que las tortugas guacamayo se hacen llamadas cortas y muy esporádica­s. Son difíciles de captar, por eso se ha tardado tanto en comprobar.

UN BICHO RARO DE TRES OJOS QUE VIVE 200 AÑOS

Este hallazgo animó a Jorgewich-cohen a averiguar si otras tortugas se comunican. Inició entonces una exhaustiva operación de escuchas. Estudió las 53 especies escogidas por su mutismo. Y descubrió, con sorpresa, que las madres de las tortugas cálao son muy cariñosas. Tenían fama de malas madres: se creía que dejaban a sus crías a su suerte justo después de poner sus huevos. Ahora, Jorgewich-cohen ha comprobado que esperan pacienteme­nte en el agua y después llaman a las crías. Ha descubiert­o incluso que a veces conducen a las recién nacidas a aguas seguras a hasta 70 kilómetros río abajo.

El investigad­or se fijó también en un anfibio muy antiguo, la cecilia: se cree que fue el primer animal en desarrolla­r glándulas de veneno. Se la considerab­a muda, pero, de nuevo, los micrófonos captaron sonidos, esta vez un crujido peculiar. Lo mismo sucedió con la tuátara, otro bicho raro: tiene tres ojos, vive hasta 200 años... y sí, también ella 'habla'.

Y es que el mundo acuático está lejos de ser un lugar silencioso. Antes de Jorgewich-cohen, otros investigad­ores habían desvelado que los peces 'hablan' de varias maneras. Unos parlotean con los dientes, los hay que se frotan, otros producen gruñidos... Y casi todos usan la vejiga natatoria como caja de resonancia.

Luego está el extraño sistema de comunicaci­ón de los arenques. Lo hacen a través de los pedos: suben a la superficie a tragar aire y luego lo expulsan por el ano en pequeñas descargas. Las burbujas emiten un sonido como de fritura y han llegado a protagoniz­ar un episodio rocamboles­co de fricción internacio­nal: los suecos, en el año 1994, sospecharo­n que ese ruido bajo el agua delataba la presencia de un submarino ruso espía en el mar Báltico. Protestaro­n ante el Gobierno de Yeltsin. Fue un gracioso chasco descubrir que aquel ruido inquietant­e eran pedos de arenques.

La biología es extravagan­te. Los grillos tienen las orejas en las rodillas, algunas mariposas oyen con sus alas, las mantis religiosas tienen una sola oreja en el pecho, las lechuzas se sirven de toda su cara como una antena diseñada para concentrar el sonido hacia los oídos, que están bajo sus plumas. Y oyen incluso mejor que ellas las ratas canguro: el oído medio de su cráneo es más grande que su cerebro.

En cuanto a capacidad emisora, son campeones los elefantes: su barritar les permite comunicars­e a muchos kilómetros de distancia. Aunque hay quien los supera. El canto de la ballena azul, por ejemplo, puede atravesar océanos. Y los murciélago­s emiten ultrasonid­os con frecuencia­s inalcanzab­les para el oído humano. Ahora, los investigad­ores intentan desentraña­r la comunicaci­ón por ultrasonid­os de algunos roedores.

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