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SARA MIQUEL

Tras su paso por musicales como ‘Hoy no me puedo levantar’, ‘40 el musical’ y ‘Más de cien mentiras’, donde demostró sus dotes como bailarina, Sara Miquel ha afianzado su carrera en ‘Acacias, 38’, donde lleva más de 500 episodios dando vida a la aristócra

- MARISA DE DIOS

La Cayetana de ‘Acacias, 38’ repasa su trabajo en la serie de sobremesa de TVE-1

La arrogante Cayetana, la vecina más maquiavéli­ca de Acacias, 38, no está viviendo sus mejores momentos en la serie de TVE-1. Sin embargo, la muerte de Mauro, su enemigo más acérrimo, puede suponer un punto de inflexión en la vida de esta aristócrat­a independie­nte y adelantada a su tiempo, «que hace lo que le da la gana» y actúa «como una mafiosa», según la describe Sara Miquel (Figueres, 1984), la actriz que la interpreta. Ella ha sabido sacarle partido a sus facciones duras y su voz grave. «Uno debe ser consciente del perfil que tiene. Ni me veo haciendo de buena ni me darían el papel», reflexiona.

–Había trabajado en musicales, en Pelotas y B&b con pequeños papeles y en la webserie Ruta 66, pero Cayetana marcará un antes y un después en su carrera.

«En los ‘castings’, muchas veces se antepone una cara conocida a la calidad del actor»

–Absolutame­nte. Llevaba 10 años sin parar de trabajar en teatro y musicales, pero más de bailarina. El trabajo de actriz se me resistía, hacía muchos castings, pero al final no me cogían. De hecho, empecé a estudiar dirección de cine como plan B. Ahí fue cuando me salió el papel en Acacias.

–Un personaje protagonis­ta con el que lleva más de 500 episodios. Y eso que la mayoría de actores de la serie no eran conocidos.

–A mí me gusta mucho el concepto de trabajo de Boomerang [la productora de la serie], basado en el esfuerzo, buscando la máxima calidad. Tener actores conocidos les importa muy poco; apuestan más por buenos actores, ilusionado­s y que crean en el proyecto.

–No es habitual que las cadenas apuesten por series con caras poco conocidas.

–Pues no. El principal problema de muchos actores que empezamos a sacar la cabeza es el de las cabezas de cartel. Muchas veces se anteponen las caras conocidas a la calidad del actor porque la cadena o la productora quieren asegurarse una audiencia. Y es duro porque el director de casting te dice: «Tú eres el mejor, pero no va a poder ser».

–¿Le ha pasado?

–Varias veces. Según ellos lo tenía que hacer yo, pero la cadena quería a fulanita porque le aseguraba una audiencia. Y es lícito y lo entiendo, pero para un actor es frustrante.

–Ahora tiene un papelazo, el de una mujer adelantada a su tiempo,

independie­nte, a la que no le preocupa lo que piensen los demás.

–Es un personaje que siempre juega a dos polos opuestos. Se presenta como una persona clasista, con unos principios muy retrógrado­s, pero luego ella hace lo que le da la gana, es la jefa absoluta, como una mafiosa. Tiene sus propias normas y reglas.

–¿Se divierte siendo la malvada por excelencia de la serie?

–Mucho. Mi personaje es un regalo para una actriz. Aunque es un arma de doble filo, porque la puedes cagar. Cuando entré en la serie, en la productora lo primero que me dijeron fue: «Si no funciona tu personaje, no tenemos serie». A mí me motivó mucho eso, ser como el punto de conflicto está muy bien. Son personajes muy atormentad­os, hay que buscarles la lógica para hacer lo que hacen. En los dos años que llevo en la serie, he pasado por millones de estados anímicos y eso, como actor, es mucho más agradecido.

–Los buenos son más lineales.

–Los protagonis­tas buenos, al final, se pueden lucir menos porque siempre tienen la moral detrás. Y más en las telenovela­s, en las que se juega mucho con los estereotip­os y, si te toca ser el bueno, estás condenado a portarte bien. ¡Y eso es muy aburrido!

– Los otros protagonis­tas que comenzaron en la serie, Roger Berruezo y Sheyla Fariña, la dejaron. ¿Queda Cayetana para rato?

–Sí, mientras el cuerpo aguante y la productora quiera. En principio es un personaje que está hecho para que dure mucho, a lo mejor con algunas etapas de descanso, ya se verá, porque es muy duro estar dos años y medio a este ritmo. Aunque uno quiera, a veces el cuerpo te dice basta y hay que parar.

–Ahora ha cedido un poco el protagonis­mo a otro de los personajes de la serie, Teresa.

–Porque va teniendo sus bajadas y subidas para que el actor pueda sobrevivir. Si no, agotas la trama. También tienen que entrar personajes nuevos, hay que presentarl­os y darles protagonis­mo para que cojan raíces.

–¿ Acacias podría sobrevivir sin Cayetana?

–Yo creo que sí, aunque eso tendrían que decirlo los seguidores. Mire lo que pasó con Megan Montaner en El secreto de Puente Viejo, que se fue, y no solo mantuviero­n la audiencia, sino que la subieron. Todos los cambios dan miedo, pero no tienen por qué ser malos.

–¿Cómo le gustaría que fuera el final de Cayetana en la serie?

–Me gustaría que fuera algo que le generara un conflicto interno al personaje. A mí me encantaría un suicidio. Que la propia Cayetana acabe decidiendo quitarse la vida supondría, para mí, un proceso como actriz más bonito de hacer que el que la mataran.

–¡Y eso que habría muchos personajes candidatos a acabar con la vida de Cayetana!

–¡Lo sé! Mi personaje genera mucho odio. [Ríe]

–¿Ha escarbado en su propia historia familiar para prepararse para la serie, ambientada a finales del siglo XIX?

–Hay muchas fotos y material que tenía de mi bisabuela, que era un poco posterior, nacida en 1900, con lo que en la serie sería como mi hija. Y he preguntado mucho. Mi abuelo, además, es un fanático de la historia y montó una historia de sus padres. Tenemos hecha toda una biografía de mi bisabuela y sí que me inspiró muchas cosas.

–¿Se parecía a Cayetana?

–Tenía mucho carácter, como yo, pero era una buenaza. Es curioso, porque también llevaba el mismo peinado con rizos… Me lo he pasado muy bien interpreta­ndo a una mujer de armas tomar, pero con las formas de la época. Me parece una combinació­n muy interesant­e de hacer. Porque yo ya había hecho de macarra. Siempre me han dado ese tipo de papeles y de mala, pero de mala callejera. De repente, ser una mala pero con unas formas refinadas es muy interesant­e.

–¿Se ha preguntado por qué le dan siempre esos papeles?

–Creo que es una combinació­n de mi físico y mi voz. Tengo la voz muy grave, unas facciones muy duras y una mirada muy chunga. Desde pequeñita, en el colegio, a lo mejor simplement­e estaba atenta a lo que decía el profesor y, a veces, llamaban a mis padres diciendo que les miraba con cara de asco y preguntánd­oles qué me pasaba. ¡Y no me pasaba nada, solo tenía esa cara de mala leche!

–Pues ahora le está sacando partido a todo eso.

–De momento, me está dando trabajo. Uno debe ser consciente del perfil que tiene, y no intentar hacerlo todo. Cuando me preguntan que si después de Cayetana me gustaría hacer de buena, digo que no. Ni me veo ni me van a dar un papel así a mí. Cuanto más apuestes por tu sabor y por tu color, mejor.

–¿Por qué gustan tanto las series de época?

–Porque transporta­rte a otra época, a otra estética, a otra luz; te aleja más de la realidad y la gente lo vive más como un cuento. Eso, después de comer, al público le evade de su vida real, más que otra serie actual. Y porque, visualment­e, los vestidos y la estética atrapan.

–¿Un trabajo como protagonis­ta en una serie diaria como Acacias le permite compaginar­lo con otros proyectos?

–Al principio, ni de broma. Era trabajar; llegar a casa; sacar a mi perra, que es mi vida, y estudiar, construir el personaje, darle vueltas… Eso fue en los primeros seis meses. Después, la cabeza empieza a funcionar muy rápido y lo que tardabas en estudiar cuatro horas, ahora tardas dos, y empiezas a tener un poco más de vida. Pero cuando no estoy trabajando, soy muy hogareña, casi no salgo porque me obligo a recuperar energía.

–¿Se ha planteado qué hará des– pués de Acacias?

–Antes de la serie tenía varios proyectos míos de danza-teatro en mente. Sería el momento de llevarlos a cabo, aparte de hacer castings. Y me gustaría hacer una exposición, porque tengo una serie de cuadros que nunca han salido a la luz.

–¿Qué pinta?

–Normalment­e desnudos femeninos, bastante expresioni­stas.

–Siendo catalana, ¿por qué nunca ha trabajado en TV-3?

–No por nada, ha venido así. Pero me encantaría trabajar en TV-3 y en catalán, porque es mi idioma materno. De hecho, quitarme el acento catalán me costó una vida.

–¿Qué series le gustan?

–Seguí a tope Vis a vis, creo que es de las únicas series que me ha enganchado. Ahora voy picoteando y viendo lo que se va haciendo.

–Pues le hubiera pegado hacer un papel en Vis a vis.

–Todo el mundo me lo dice. Yo hubiera estado encantada de hacer de una chunga de cárcel o de hermana de Najwa Nimri, de la que también me dicen que nos parecemos mucho.

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ELEGANTE. Sara Miquel, como Cayetana. A la izquierda, con Teresa y Fabiana en‘Acacias’.
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 ??  ?? SEXI. Sara Miquel, muy distinta al desprender­se de los vestidos de época que luce en ‘Acacias, 38’.
SEXI. Sara Miquel, muy distinta al desprender­se de los vestidos de época que luce en ‘Acacias, 38’.

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