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Marcos RUIZ &Miguel del ARCO
«El entretenimiento no está reñido con el pensamiento»
AMarcos Ruiz (Madrid, 1999) lo hemos visto en películas como Primos y Las leyes de la frontera y en las series El nudo y Madres: amor y vida y Miguel del Arco (Madrid, 1965) es dramaturgo, guionista, director de teatro y cine y actor (en televisión ha dirigido Lalola y La sopa boba e intervenido como intérprete en El comisario y Hospital Central). Y son creador y protagonista de Las noches de Tefía, de Atresplayer.
Miguel, dice que temía que nadie quisiera la serie. ¿Por qué?
– – Miguel del Arco: Había dos consideraciones. Una, que en este país nos cuesta contar cosas que tengan que ver con el franquismo. El del franquismo sigue siendo un tema espinoso, con lo que se crean unas simetrías totalmente absurdas que hay que respetar, porque hay una parte de la población que sigue enganchada y que están saliendo, con cierto impudor –porque para mí se tendrían que callar– refrendando unas posiciones que parecen hasta cool. Y la otra, porque , así, a priori, es una serie sobre un campo de concentración en estos momentos en que hay una tendencia hacia la ficción de consumo rápido y de entretenimiento. Aunque este no lo hay que perder: el entretenimiento no está reñido con el pensamiento. Por eso pensaba que no les iba interesar. Pero no les he tenido que convencer.
Hay drama, porque lo hubo y hay que contarlo, pero también muchos momentos de evasión. Se le da tregua al espectador.
– – M. A.: Es cierto que actualmente, aunque no vivamos en una dictadura –afortunadamente–, hay una necesidad de evasión. Y en esos presos hay una necesidad de agarrarse a algo que les permita vivir. Y apareció el humor, que es una resiliencia del ser humano absolutamente continua. Hay claros ejemplos, no es una invención del todo. Había un campo de concentración alemán donde llevaban a artistas y estos seguían con sus representaciones. Para mí era importante no contarlo de una manera que no nos hiciera cerrar los ojos. Había que buscar un vehículo para que el espectador pensara: ¡qué horror, pero quiero seguir viéndolo!
Marcos, cuando le ofrecieron este personaje sentiría una gran responsabilidad
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por lo que representa.
– Marcos Ruiz: Un proyecto como este se nota que lo van a cuidar. Todo eso que repite Miguel de que tenía ganas de contar la historia como es y sin que le pusieran pegas para contarlo como lo quería contar y así fue. Y cuando ves que todos están tan implicados, tienes la responsabilidad de hacerle justicia con el granito de arena que tienes que poner tú. Pero cuando empiezas con los ensayos, observando cómo van trabajando vas entrando en el personaje.
«Patrick Criado, que hace de La Vespa, y yo podíamos comunicarnos sin hablar»
Su personaje, Aymar se apoya en La Vespa (Patrick Criado), un tipo alegre y curtido en el campo de concentración. ¿Le pasó a usted lo mismo con Patrick, actor con más experiencia y muy extrovertido?
– – M. R.: Sí, fue un gustazo. Nos comunicábamos sin apenas hablar, porque los personajes no hablan, lo dicen todo con la mirada.
Cierto, su personaje pone su carga interpretativa en la mirada.
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– Aymar tiene una gran falta de confianza y muchísima suerte de conocer a La Vespa ya de primeras. Y a Charli. Aunque La Vespa es aún más líder, porque tira del grupo con esa energía, ese optimismo y esa fuerza que tiene. Pero aún conociendo a ese grupo en el que se apoya para sobrevivir, le cuesta confiar. Prefiere estar ahí y no volver a cometer el error de abrirse y recibir el porrazo.
– M. A.: Estoy de acuerdo con Marcos en que La Vespa es el líder del grupo por todo lo que tiene de vital. De vivir... vivir a toda costa. Es el motor y, a pesar de todo, dice: chicos, esto hay que sacarlo para adelante.
Y allí está él para cualquiera.
Miguel, ha creado tres mundos: el campo de concentración, en blanco y negro, y el cabaret y ese presente de 2004, en color.
– – M. A.: Ya en el primer documento que mandé para explicar la serie decía que me gustaría que la parte del campo de concentración fuera en blanco y negro, la parte del espacio del cabaret imaginario con un color destellante y que hubiera un color más realista para el año 2004. Fue uno de los retos para Atresplayer, porque no era fácil. No puedes saber, hasta que está grabado, si la manera de concurrir de cada uno de los mundos va a ser muy pesada o va a fluir con naturalidad. Y la fotografía es brutal. Dentro de este horror era absolutamente imprescindible buscar la belleza. Buscábamos ahí la belleza formal y, una vez conseguida, la de los personajes
– Los colores que hay tras el blanco y negro no son reales. La bandera de España era amarilla y verde., – M. A.: Eso forma parte del talento del equipo de arte. Así hay más contraste. Las escaleras de acceso al edificio del director es verde pistacho. Como la bandera. Porque, si no, en un paisaje desértico todo empastaba. Y así pintaban los tomates de verde, la sangre, de violeta... Era un contraste muy divertido y un poco rayante a la hora de rodar. Cuando vi una foto en color del rodaje, me di cuenta.
Me imagino, Marcos, que también le chocaría esa escalera. Lo que sí les facilitó las cosas fue que se rodara primero el campo de concentración y luego el cabaret.
– – M. R. : Lo de la escalera de color pistacho lo acabas olvidando, te acostumbras, y aceptas la bandera española verde y amarilla. El resto de trabajo de arte fue impresionante. Lo primero que vimos fue a los figurantes aún no vestidos de presos y luego el hoyo, que es tal cual se ve en la serie. Y ahí tenía que meterme yo. Podía ver a Patrick por la rejilla y escucharlo con algo de eco. Solo faltaba que oliese a pis y a excrementos.
– M. A.: No era necesario (ríe).
– También hubieron de adelgazar. ¿Les ayudó a meterse en el papel?
– M. R.: Lo de la dieta fue un proceso larguísimo, como los ensayos, aunque nos fuimos acostumbrando. Al principio nos dio un bajón de energía, pero fue tema de conversación entre nosotros. Como a quién le tocaba tofu y a quién salmón ahumado.
Miguel, visto que parece que hay cosas que no han cambiado, ¿cree que es una serie necesaria?
– – M. A.: Es necesario saber de dónde venimos. Y más ahora que hay tantos políticos que dicen que la memoria histórica no es necesaria. Rajoy se jactaba de no haberle dado ni un euro. Y Santiago Abascal ha dicho que no era lógico el Día del Orgullo, porque él, como heterosexual, no tenía nada que celebrar. Eso es falta de empatía, porque esos derechos sobre los que se quiere frivolizar son derechos fundamentales conseguidos con la sangre, literal, de muchos de nuestros mayores.
M. DEL ARCO «Para mí era importante que el espectador pensara: ¡qué horror!, pero quiero verlo»