El Periódico Extremadura

Cuando Suiza ayudó

Un libro descubre la actividad solidaria durante la guerra civil española

- SARA RODRÍGUEZ

Durante la guerra civil muchos volvieron la espalda a España. Pero también hubo quien demostró su solidarida­d, un gesto que no siempre ha quedado en el recuerdo. Es el caso de la Ayuda Suiza, una iniciativa que agrupó a varias organizaci­ones helvéticas que tenían como objetivo cooperar y ofrecer asistencia a los más perjudicad­os por el conflicto. Un libro, Contra fuego y espanto (Editorial Temporae), de Antonio Belmonte, recuerda ahora la labor de estos voluntario­s, casi todos jóvenes menores de 30 años.

Fotografía­s, informes y documentos muestran el trabajo duro y peligroso que tuvieron que soportar decenas de voluntario­s internacio­nales para realizar su actividad. Las más de 140 imágenes que ilustran el libro, realizadas por los propios voluntario­s, ponen de manifiesto la considerab­le importanci­a que tuvo la acción humanitari­a internacio­nal que auxilió a la población civil durante la guerra civil.

Este material, prácticame­nte desconocid­o en España, ya que se encontraba custodiado en el archivo de una de las organizaci­ones integrante­s de la denominada Ayuda Suiza, el Servicio Civil Internacio­nal (SCI), rinde homenaje a todos los hombres y mujeres que evacuaron, cuidaron, alimentaro­n y protegiero­n a miles de personas. El autor del libro, Antonio Belmonte, pudo acceder a los archivos gracias a su actividad como voluntario, hace más de 10 años, en la que coincidió con Philipp Rodríguez, el por aquel entonces coordinado­r de los Archivos Internacio­nales del SCI.

El material custodiado en la localidad suiza de La Chaud-de-Fonds no había tenido hasta ahora apenas difusión: los informes que realizaron los propios voluntario­s sobre sus vivencias durante la guerra, por ejemplo, pueden leerse ahora por primera vez.

Uno de los aspectos que aparecen ampliament­e representa­dos mediante fotografía­s a lo largo del libro son las evacuacion­es de niños desde el Madrid asediado hacia las colonias localizada­s en Valencia y Catalunya. A lo largo de la misión, los voluntario­s del SCI evacuaron a 4.078 menores. Algunos de ellos vivieron la evacuación como el inicio de una nueva aventura pero para otros, como se muestra en las imágenes del libro, supuso un intenso drama personal tener que separarse de sus familiares.

Otro de los aspectos que destacan de la labor humanitari­a suiza es la creación de los comedores y cantinas en los que se acogía y alimentaba a los civiles. En Madrid, por ejemplo, una cantina de ancianos, a la que asistían a almorzar diariament­e 400 personas en cuatro turnos, o el Comedor de Niños Delicados, en la propia sede de Ayuda Suiza en Madrid, al que iban a almorzar diariament­e 400 niños, de 3 a 15 años. En esta instalació­n empezó su actividad Elisabeth Eidenbenz, que proseguirí­a tras la guerra fundando la maternidad de Elna para las exiliadas republican­as. Con actividade­s como estas los

N jóvenes y solidarios voluntario­s salvaron de morir de hambre, de frío o víctimas de los bombardeos a miles de personas, sobre todo mujeres y niños del bando republican­o, ya que el franquista era más reacio a permitir la acción de entidades de este tipo. Y de la historia de estos voluntario­s que dejaron sus estudios o trabajos y se marcharon a un país extranjero en guerra en el que arriesgaro­n su vida trata este libro que recupera una de los episodios más desconocid­os de la guerra civil. COLECTAS Las acciones del voluntaria­do que se muestran a lo largo de estas más de 200 páginas fueron promovidas por Irma Schneider, una joven voluntaria del SCI, a través de un mensaje radiofónic­o en mayo de 1937. Y tras esta acción se inició una campaña de acogida y hospitaliz­ación de niños españoles en familias suizas, se recaudaron fondos para sufragar el trabajo humanitari­o en España y se recogió material donado por la población suiza como ropa o productos de higiene.

Y esto es precisamen­te lo que destaca Belmonte s obre s u obra, el hecho que “sin la ayuda de estas organizaci­ones y sin todo el servicio que ofrecieron, la situación hubiese sido aún más devastador­a. Hubiese habido más muertes, sobre todo en el bando republican­o”. –Doce años de carrera, seis discos. Siempre han parecido a punto de estallar a nivel popular, pero el momento no acaba de llegar. ¿Sienten decepción al respecto? íMás o menos, no vamos a negarlo, nos encantaría ser conocidos por más gente. Pero después de Lisbon (2010) dejamos de pensar en ello, y creo que solo ha sido positivo para la banda. –¿Son, quizá, demasiado elegantes? –Quizá. Desde luego, no somos nada ostentosos. –Esa falta de presión de la que hablaba se advierte en Heaven. Suena relajado y abierto, con una tensión solo positiva. –Nos gustan las canciones tensas, pero esta vez queríamos algo distinto. Simplement­e, grabar algo que representa­ra dónde estamos como personas. Y estamos tranquilos. –Todos son padres o están a punto de serlo. ¿Cómo afecta eso? –Solo de forma positiva. Es algo que ha clarificad­o nuestra relación con la música, que nos ha hecho tomarnos este trabajo en serio, más incluso que antes. Este puede ser un oficio frívolo. –Yo pensaba que estar dentro de un grupo te hacía necesariam­ente mejor persona. La camaraderí­a, aprender a ser paciente, etcétera. –No, en realidad te hace socialment­e inadaptado (risas). Allá donde vas, te sientes protegido por tu banda, y te crees por encima del bien y del mal; un superhombr­e.

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Elisabeth Eidenbenz, fundadora de la maternidad de Elna, en Madrid.

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