Cáceres, para aprender y recordar
La ‘extremeñidad’
Fomentar el conocimiento de la riqueza patrimonial de la ciudad, a la vez que contribuir a mejorar la calidad de vida de dos colectivos, el de personas con discapacidad y el de los mayores, son los fines de un “novedoso” programa que hoy pone en marcha el Ayuntamiento de Cáceres.
Bajo el epígrafe ‘Cáceres para recordar’, y a través de la Concejalía de Turismo, esta iniciativa que hoy comienza se desarrollará durante los próximos dos meses en cinco centros de mayores y otros tantos centros de atención a personas con discapacidad de la capital cacereña. En ellos se llevarán a cabo diferentes juegos y actividades con los que ambos colectivos se acercarán a la historia y el patrimonio local “de manera amena, divertida y participativa”.
Así lo expuso ayer la alcaldesa de la ciudad, Elena Nevado, en una rueda de prensa en la que estuvo acompañada por el concejal de Turismo, Jorge Suárez.
Entre las actividades a desarrollar en los centros de tercera edad destaca un programa de proyecciones a través de power point recorriendo lugares emblemáticos de la ciudad y mostrando, con fotos antiguas y actuales, los cambios urbanísticos que se han ido produciendo en Cáceres y su patrimonio con el paso del tiempo.
El principal objetivo de esta actividad “es que los mayores participen evocando los recuerdos que estas comparaciones les puedan sugerir, ejercitando la mente, de una forma divertida y sobre todo atractiva, con esos cambios y la evolución de nuestra ciudad monumental en los últimos años”, señaló la alcaldesa. De este modo se mostrarán, entre otras, imágenes de la plaza Mayor, la Torre de Bujaco o el Foro de los Balbos. pacidad, se centrará en juegos y actividades lúdicas, como la de dibujar, colorear y rellenar con distintos materiales plantillas de dibujos de diferentes edificios históricos muy representativos de la Ciudad Monumental de Cáceres.
“Durante la actividad –explicó Nevado– se interactuará con los participantes contándoles leyendas, como la de San Jorge, y animándoles a que, una vez conocida, la expliquen con sus propias palabras”.
Ahora que los ecos de las celebraciones del Día de Extremadura se apagan me gustaría reflexionar sobre qué es realmente el sentirse extremeño, sobre la ‘extremeñidad’. Creo que es mucho más que haber nacido bajo unos límites geográficos. De hecho, me siento extremeño sin haber nacido en esta comunidad que me embelesó para siempre hace ya dos décadas. Y pienso que los ext r e meños t e nemos baja l a autoestima.
Es verdad que la región está al margen de muchas iniciativas y proyectos empresariales, pero por otro lado contamos con inmensos recursos y el ingenio suficiente como para dar forma a propuestas propias. Y creo, también, que los propios extremeños nos conocemos poco. Este verano, en Santillana del Mar, entré en una tienda y su responsable al ver que era extremeño comenzó a destilar amor por una región a que acudía con gran frecuencia, fundamentalmente a comprar artesanías en Guadalupe. Pero Emilio demostraba además un conocimiento de la comunidad, desde Olivenza a La Garganta, envidiable. Aquel hombre estaba orgulloso de Extremadura, mucho más que algunos extremeños. Los cohetes y las procesiones con las patronas locales han enmudecido este fin de semana. Ahora espero que quienes nos gobiernan, sean del signo que sean, sepan sacarnos del inmenso atolladero en el que estamos. Hay mucho en juego, nuestro futuro y el de nuestros hijos en esta tierra hermosa. Creo que todo empieza por tomar conciencia del inmenso potencial que tenemos. Estamos aún a tiempo. Refrán: Extremadura dura, pero también ternura.