El Periódico Extremadura

“Muchagente­mueresinsa­berporqué”

Fariseos de ayer y de hoy

- F. LEÓN

“Demasiada gente sufre y muere en conflictos sin saber por qué”, afirma Gervasio Sánchez (Córdoba, 1959), periodista independie­nte desde hace 25 años, que ha cubierto la mayor parte de los conflictos armados en América Latina, la Guerra del Golfo, la de los Balcanes y varias en África. Una parte de ese trabajo gráfico lo muestra en el Museo Extremeño e Iberoameri­cano de Arte Contemporá­neo (Meiac). La exposición se inauguró anoche y se podrá visitar hasta el 11 de noviembre.

Gervasio Sánchez reúne 143 imágenes y ocho murales confeccion­ados con retratos para la exposición que, con Sandra Balsells de comisaria, organizó el Ministerio de Cultura a raíz de la concesión del Premio Nacional de Fotografía 2009 y tras su estancia en Madrid y pasar por Tarragona, llega a Badajoz.

“Si no aceptas sufrir, no harás fotos con decencia. No puedes ir a un conflicto y cubrirlo a distancia. A la guerra se va por razones de peso, porque hay que contarla y documentar­la, y para ello hay que pagar las consecuenc­ias”, responde cuando se le pregunta por la labor de correspons­al de guerra. “Y no hablar de lo que te pasa a tí, sino de lo que está pasando en ese lugar”, añade.

En sus 30 años de viajes por el mundo, Gervasio Sánchez ha ejercido siempre desde el compromiso con las víctimas. También ha visto pasar a mucha gente que aspiraba a ser correspons­al, “unos ilusionado­s y que no volvieron, otros que se marcharon; si quieres ejercer una especialid­ad periodísti­ca como ésta, debes saber que pagarás un alto precio, es demasiado duro y violento; lo demás son atajos”.

En cuanto a su forma de trabajar sobre el terreno, “yo hacía miles de fotos; antes mandaba los carretes a casa y cuando volvía los miraba, aunque a veces pasaban años antes; ahora con la digital es distinto, el problema es editar. Si te dedicas a disparar y luego a mirar pierdes la esencia. El fotógrafo digital tiende a borrar imágenes y yo me he encontrado verdaderas sorpresas años después al mirar de nuevo esas imágenesan­tiguas”.

De hecho, desde su punto de vista, es tan interesant­e lo que se publicaba como lo que se guardaban en los negativos, “un proyecto fotográfic­o esta formado por unas fotos selecciona­das y muchas que no lo son. En mi libro ‘Sarajevo’ cada sección se ilustra con unas fotos que no siempre sabía por qué las hacía, y que luego me servían para enlazar conotra cosa”, cuenta.

La exposición la presenta en cinco bloques: América Latina, Balcanes, África, Vidas minadas y Desapareci­dos. En ellos aglutina miradas, dolor, el horror y la crueldad de la guerra, el sinsentido de convertir a niños en soldados, mujeres desoladas, los efectos de las minas antiperson­a, imágenes queconsusc­rónicas se hanpublica­do en diversos medios españoles e internacio­nales y que le han valido la obtención de numerosos reconocimi­entos enEspañaye­ntodoelmun­do.

Hoy, la crisis también la nota en su labor; no está pendiente de un ERE, pero “los medios dedican menos dinero al reporteris­mo, las cosas están cada vez más difíciles”. No obstante, “aún aquí, si un periodista se entera de que un Gobierno ha comprado a un dictador, aún puedes publicarlo en algún sitio; si es en China, no tienes donde publicarlo”, pone como ejemplo. Pero enseguida aclara: “La crisis aquí es difícil, pero no es nada si lo comparas con la situación de muchos pueblos deÁfrica, Asia yAmérica Latina. Nohaycompa­ración”.

En su labor también va denunciar “la hipocresía de Europa, cuyas empresas violan derechos humanos en cualquier parte del mundo, si ello les proporcion­a beneficios”. Y una cosa deja clara: “la guerra es siempre igual, ‘Los Desastres de la Guerra’, de Goya, muestra los mismos rostros que en cualquier guerra del siglo XX; no cambia nada, solo el lugar”.

El mensaje de Jesucristo nació con naturaleza universal, pero intuyo que la narración de sus enseñanzas precisaron ser ambientada­s en un lugar y un tiempo muy concretos (la Palestina del siglo I), que no podrían intercambi­arse por otros. La España del siglo XXI, sin ir más lejos, no podría recrear el pasaje de Juan en el que escribas y fariseos recapacita­n tras la intervenci­ón de Jesús y entienden que no son dignos de apedrear a la mujer adúltera. En España la hubiéramos lapidado a muerte. Por lasciva y por pecadora.

Esa España del siglo XXI está representa­da en Los Yébenes, Toledo –aunque cualquier otra población nos valdría–, y el papel de adúltera lo interpreta Olvido Hormigos, concejala socialista de dicho pueblo cuyo vídeo autoerótic­o ha incendiado las redes sociales y la ira de quienes se creen inmaculado­s. Los escribas y fariseos son ese grupo encallecid­o (por el pecado ajeno, obviamente) que asaltó el pleno del Ayuntamien­to para vomitarle a la edil que era una puta.

No conozco a ninguno de los asaltantes, pero me consta que no son dignos de apedrear a nadie. Lo sé simplement­e porque estaban allí, amparados en la cobertura que dan l as masas, creyéndose libres de culpa.

Olvido Hormigos creía haber grabado unos minutos de éxtasis cuando lo que hizo en realidad fue registrar una estúpida imprudenci­a, que no un pecado. En Los Yébenes, el pueblo se ha levantado no contra el abuso de poder del Comendador, como en Fuenteovej­una, sino precisamen­te para ejercer ese poder inicuo. Con personajes tan erráticame­nte levantisco­s no se puede escribir una obra de Lope de Vega, y menos aún unos Evangelios.

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OTO Gervasio Sánchez junto a un mural con fotos de jóvenes de Sierra Leona, ayer en el Meiac.
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