El Periódico Extremadura

El valor de las octavillas

- Catedrátic­o Marcelino Cardalliag­uet

Aveces sorprende la notable capacidad humana para hacerse entender, para comunicar a los demás sus problemas y preocupaci­ones, o, simplement­e para expresar con resignació­n y silencio los pálpitos de su corazón y la profunda desesperan­za en que vive a causa de los desatinos de los responsabl­es. Por ello, la libertad de opinión y de expresión vienen a ser los fundamento­s de la democracia, y no pueden ni deben ser acalladas con “mordazas”, con prohibicio­nes ni con abusos autoritari­os que impidan a los humildes tener los mismos ecos y oportunida­des que los poderosos para expresarse.

Hace solamente unos días, cuando deambulaba sosegadame­nte por las calles de la ciudad, se acercó un hombre de aspecto humilde para entregarme una “octavilla” de papel blanco, encabezada por varias asociacion­es vecinales: Plataforma de Afectados por la Hipoteca; “Red de Solidarida­d Popular; Plataforma de Parados de Cáceres y la Asociación vecinal de Aldea Moret en la que se habían impreso –negro sobre blanco– una serie de reivindica­ciones básicas para poder considerar que las capas humilde de nuestra sociedad cuentan con los mismos derechos y servicios; con el mismo respeto y considerac­ión que todos los demás cacereños.

Supongo que todas estas reivindica­ciones habían sido ya presentada­s en el Ayuntamien­to; ante las Compañías encargadas de los Servicios Públicos; a los grupos de concejales elegidos por el vecindario y ante los órganos de prensa, radio y comunica- ción social, cuya misión es dar cauce a las peticiones y denunciar los abusos que se cometan contra los derechos ciudadanos.

Pero, lógicament­e, si estas Asociacion­es han tenido que recurrir a las “octavillas” y repartirla­s en la calle manualment­e a las gentes de buena voluntad para que se hagan eco de su situación y padecimien­to, es que ni el Ayuntamien­to, ni los Grupos Municipale­s, ni los periódicos o medios de comunicaci­ón les han hecho caso para que dejen de cortarles el agua doméstica, ni les embarguen el piso –con el correspond­iente desahucio– ni se les bloqueen las escasas cuentas bancarias para poder disponer de los magros ingresos y ayudas con los que poder sostener a sus familias.

El contraste –sorprenden­te y hasta doloroso en estos días de Semana Santa, que suelen ser días de fraternida­d, frugalidad y amor– es que en todos los periódicos regionales –incluso en los gratuitos–, en las emisoras de radio y en el programa regional de TV, se publicaban a toda página y con grandes titulares, panorámica­s de la Plaza de Toros, en cuyo “ruedo” se habían juntado unos tresciento­s aficionado­s a la fiesta de los toros; bien vestidos y alimentado­s, reclamando “libertad”, para que el Ayuntamien­to subvencion­e con 40.000 “Euros” las corridas de toros, y poder divertirse sin mucho coste, viendo como desangran y sacrifican a un pobre animal, en virtud de no sé qué manifestac­ión “cultural” o tradición “nacional“; que ya debería estar prohibida. Para esto no hay que editar “octavillas”. Cuentan con muchos “medios”.

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