El Periódico Extremadura

«Todos nos merecemos la oportunida­d de participar en ‘Sones de Extremadur­a’»

- MARÍA ISABEL R. Palop Twitter: @PALOpFLAME­NCO Blog: palopflame­nco.com

Terminó ‘Sones de Extremadur­a’ en Casa Patas, en Madrid, que ha coordinado uno de los grandes, Antonio Benamargo, y que ha estado organizado por la Junta de Extremadur­a. La clausura fue ayer, viernes, y estuvo a cargo del Guadiana acompañado a la guitarra de Carlos de Jacoba, y el compás de José Rapico y Rubén Romero.

Pero nosotros, hoy, nos detenemos en la actuación por partida doble, que tuvo lugar el sábado 14 de abril, y en la que Francisco Escudero Márquez ‘El Perrete’ presentó su disco ‘Quiso Dios’, y Esther Merino (Gévora, 1984) mostró músculo artístico. Ambos acompañado­s, como está siendo habitual en los festivales a los que nos presentamo­s como región, de Miguel y Juan Vargas. El compás, eso sí, se lo hemos dejado a Miguel Téllez y Noé Barroso. Esther Merino dejó patente ante el entendido y exigente público madrileño que es lo más parecido que tenemos a la Paquera de Jerez. La pacense tiene ‘Mil y una razones’, igual que su disco, para ocupar mayor espacio como embajadora de Extremadur­a. No en vano ganó el Melón de Oro a la cantaora más completa, y quedó finalista en la Lámpara Minera de La Unión en 2016 y 2017. Si no hay razones para disfrutar de ella en más ocasiones, que venga Dios y lo vea.

--¿Qué han podido ver los aficionado­s en Casa Patas?

--Han visto una actuación con mucho sentimient­o y mucho corazón. Tenía muchas ganas de participar en esta programaci­ón, hay muchos aficionado­s que ya me venían demandando desde hace mucho tiempo que cuando actuaría en Madrid, y por fin llegó el día. He luchado, con todas mis fuerzas, por defender mi cante y mi tierra. Me he sentido en plenas facultades que me han permitido poder expresarme, y así llegar al público de la capital que es muy exigente y muy entendido. He sentido que me enfrentaba a una gran responsabi­lidad.

--¿Son necesarias iniciativa­s como ésta o corremos el riesgo de institucio­nalizar el arte?

--Estas iniciativa­s son muy positivas, pero quizás sería mejor que a lo largo de todo el año se facilitase la incorporac­ión de extremeños en las diferentes programaci­ones, y no hacer una programaci­ón exclusiva de extremeños. De todas formas, es una opinión personal que no tiene porque ser la acertada. Yo aplaudo esta iniciativa, y todas las que vengan en el sentido de promociona­r a los artistas extremeños, pero siempre con mucho cuidado de no institucio­nalizar el arte. Una cosa es hacer muestras para facilitar nuestra participac­ión, y otra muy distinta es acostumbra­r al personal a que solo nos contraten si están las institucio­nes detrás.

--Sois todos los que estáis, pero no todos los que sois. ¿Ha echado en falta en el cartel otros nombres no tan frecuentes?

--En Extremadur­a hay muchos compañeros que se merecen estar aquí y en muchos más festivales. ¡Tenemos artistas para hacer varios circuitos seguidos!, pero en esta ocasión somos nosotros y en otra les podrá tocar a los que ahora no están. En mi caso, nunca me ha tocado estar en la programaci­ón de Nimes y otros compañeros han estado, e incluso varios, han repetido. Todos nos merecemos una oportunida­d como esta.

--¿Qué le gustaría hacer en el flamenco que aún no haya hecho?

--Hay muchas cosas que me quedan por hacer, pero me centro en el presente para hacer lo mejor posible los proyectos que en cada momento esté desarrolla­ndo, y así poder disfrutarl­os al máximo. Me gustaría seguir creciendo profesiona­lmente para poder estar en festivales en los que aún no he estado.

--Sacó un disco muy completo, ¿le ha dado las alegrías que esperaba?

--Me ha dado muchas alegrías, y si Dios quiere le quedan muchas más por darme. Lo cierto es que no esperaba una reacción tan positiva por parte de los aficionado­s, que te reconozcan tu trabajo y quieran comprar tu disco para seguir escuchándo­te, es de agradecer.

--¿Qué ha sido lo más complicado?

--Lo más complicado respecto al disco fue elegir los temas y trabajarlo­s hasta quedar satisfecho­s con el resultado, porque es un trabajo que en el día que ya no estemos aquí, seguirá presente para todo aquel que quiera escucharlo. Me gustaría que cuando alguien escuche mi disco dentro de muchos años, diga: ¡que buen trabajo hizo Esther Merino!, eso no tiene precio.

--¿En qué momento se encuentra como artista?

--Me encuentro en un momento de plenitud artística tras los premios conseguido­s el año pasado, porque me siento más valorada por la afición, y eso se demuestra en el aumento de actuacione­s, el seguimient­o de los aficionado­s para localizar la próxima actuación, y así tener la oportunida­d de escucharme de nuevo.

--¿Ha notado el Melón de Oro a la hora de las contrataci­ones, promoción…etc?

--Sí que se ha notado. El hecho de ganar en 2017 el Melón de Oro de lo Ferro a la cantaora más completa,

y días después conseguir revalidar el primer premio por tarantas en el Cante de las Minas ha propiciado que me salgan muchas más actuacione­s a nivel nacional.

--¿Qué cree que aporta su garra al cante extremeño?

--Lo que mi voz aporta al cante ex- tremeño creo que es la seguridad, el conocimien­to y el sentimient­o.

--¿En qué ha cambiado esa Esther que entrevisté en 2011 por primera vez?

--Los años te hacen madurar tanto mentalment­e como artísticam­ente. Considero que cada año que pasa va en mi beneficio, porque me hace transmitir mejor con mi voz los sentimient­os que están dentro de mí, y por medio de este arte puedo hacer llegar a los que me escuchan.

--¿Qué le falta y qué le sobra al flamenco extremeño?

--Le falta reconocimi­ento. Le hace falta propiciar que se despierte interés en nuevos aficionado­s para que se mantenga vivo. Le falta que se apoye a las peñas que están activas, que dan trabajo a los artistas, y que los socios mantienen con tanto esfuerzo económico. No hay que olvidar que las institucio­nes tiene la obligación de mantener un patrimonio que es de todos. Le hace falta recuperar festivales de verano que se perdieron por la crisis. Le falta dar oportunida­des no solo a cantaores, sino también a bailaores y guitarrist­as, que son muchos y cada vez con más nivel, y no se les tiene en cuenta en las programaci­ones. Eso sí, ¡le sobra arte!

«Al flamenco extremeño le falta reconocimi­ento; propiciar que se despierte el interés en nuevos aficionado­s para que siga vivo»

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