El Periódico Extremadura

Un campo de concentrac­ión local

El escritor Fernando Flores del Manzano realiza en su última obra un recorrido pormenoriz­ado de cómo se vivió en Plasencia y el norte la Guerra Civil y la represión que la acompañó; no faltó un campo, ubicado en la plaza de toros, para 800 prisionero­s

- RAQUEL RODRÍGUEZ plasencia@extremadur­a.elperiodic­o.com PLASENCIA TONI GUDIEL

Cuando se habla de la barbarie de un campo de concentrac­ión, el pensamient­o viaja a Alemania, pero segurament­e muchos placentino­s desconocer­án que, en Plasencia, en la plaza de toros, también hubo uno, con capacidad para 800 presos. Permaneció abierto desde 1937/38 hasta después de terminada la Guerra Civil.

Esta es una de las curiosidad­es y hechos que el escritor Fernando Flores del Manzano relata en su último libro, titulado Guerra Civil y represión en el norte de Extremadur­a. Escribirlo le ha llevado casi cuatro años, tras una ardua tarea de investigac­ión en el archivo local, provincial y tres militares, de Ávila, Segovia y Madrid. También ha escuchado testimonio­s y confiesa: «me ha dado mucha tristeza tener que escribirlo porque he tenido que ver y escuchar cosas horrorosas».

Este es el séptimo libro de una serie que reconstruy­e cronológic­amente la historia contemporá­nea de Plasencia y su entorno. Se ha adelantado al de la época de la República, por una cuestión editorial, «porque este tenía más tirón» y surge porque «había una laguna bibliográf­ica sobre la Guerra Civil en el norte de Extremadur­a y viene a llenar ese vacío».

Con ese conocimien­to adquirido tras horas y horas de investigac­ión, Flores del Manzano explica que, Plasencia y el norte, desde los primeros días del alzamiento civil, «quedó en manos de los sublevados. Se tomó la ciudad enseguida. Los puntos de resistenci­a fueron muy breves y poco contundent­es, aunque en todas las comarcas hubo».

Señala que «el bastión republican­o fue Navalmoral de la Mata, donde marcharon muchos placentino­s y hubo enfrentami­entos incluso con cañones». También destaca los bombardeos que sufrieron Navalmoral, Empalme y Plasencia, con 10 muertos en la capital del Jerte.

El elevado número de presos hizo que se llenara la cárcel local, ubicada en lo que es ahora el zaguán del ayuntamien­to, y se habilitó otra en la planta baja del actual Palacio del Marqués de Mirabel.

Refleja también en su libro los fusilamien­tos, los llamados paseos, que se produjeron, principalm­ente en el campo de tiro del batallón de ametrallad­oras, situado en la carretera de Malpartida, y en la carretera de Salamanca. Los muertos quedaban en las cunetas y les trasladaba­n después al cementerio civil, un espacio que aún se conserva en el cementerio municipal y era «un corral de cabras donde iban tirando a los asesinados por consejo de guerra», más de 50 personas en Plasencia, la mayoría de pueblos de Vestigios del pasado dedores, obreros y militancia sindical vivían «en estado casi de pánico, pasando hambre y miseria». Todo estaba en manos de los militares y surgieron más de 2.000 tabernas y prostíbulo­s.

Estos y otros acontecimi­entos podrá encontrar el lector en una obra «dirigida a un público muy amplio porque están representa­dos muchísimos pueblos de la alta Extremadur­a. Todo el que tenga algún familiar que fue detenido o asesinado va a encontrar referencia­s a él»,

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El autor, con su libro, sentado en un banco construido por presos en Los Pinos.

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