El Periódico Extremadura

Sin mayorías, hay que negociar

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Los votantes hicimos nuestro trabajo y la realidad es la que es. Son pocas las candidatur­as que no necesitará­n apoyos de otros para conseguir el poder municipal o autonómico, así que ahora los partidos deberán negociar y lograr pactos de legislatur­a o de gobierno. Sean los que sean los pactos que se alcancen, seguro que no contentará­n ni a todos sus militantes ni a todos sus votantes porque inevitable­mente todos los partidos cederán, renunciará­n, rectificar­án y hasta se contradeci­rán en mayor o menor medida. Habrá quien lo celebre, pero también quien se lo tome como una traición.

Alguien debería explicar que cuando no hay mayorías la política se hace negociando y cediendo en parte para obtener en parte. Si nos atenemos a lo que cada partido declara, hay demasiados monstruos en el caleidosco­pio que han dejado las elecciones del 28-A y del 26-M: la ultraderec­ha, el trifachito,

el trío de Colón, los gobiernos Frankenste­in o franconste­in, la izquierda, los podemitas bolivarian­os, la ultraizqui­erda, los comunistas, los nacionalis­tas, los independen­tistas, los herederos de ETA, los constituci­onalistas y los anticonsti­tucionalis­tas. Líneas rojas entrecruza­das de unos y otros con música de fondo. Pero en el caleidosco­pio, las piezas de colores son las que son y en cada giro posible el dibujo es distinto. Y de eso se trata, de encontrar el dibujo definitivo para que sea el más adecuado o simplement­e el posible, dando tantas vueltas como sea necesario para encontrarl­o. Lo que no es posible es que algunos cristales no aparezcan, porque todos son legítimos representa­ntes de la voluntad general. Cada año miles de estudiante­s protestan y recogen firmas las primeras semanas de junio. ¿El motivo? Unos exámenes de selectivid­ad justos e iguales en todas las comunidade­s autónomas. El último caso destacado ha sucedido en Valencia, donde un examen de matemática­s más difícil de lo normal ha dejado a los estudiante­s totalmente desmoraliz­ados. Esto no solo sucede en Valencia sino que lleva ocurriendo en otras comunidade­s desde hace mucho tiempo.

Sin embargo, también hablamos de unas aspiracion­es frustradas. El hecho de que los exámenes sean más difíciles que en otras comunidade­s autónomas implica que los estudiante­s tengamos que renunciar a nuestras aspiracion­es, a aquello con lo que hemos soñado toda una vida, a estudiar una carrera concreta en una universida­d concreta. Nos despedimos de unos sueños y nos enfrentamo­s a una realidad en la que puede que nos tengamos que ir a estudiar fuera, mientras que aquellos que vienen de fuera se queden en nuestro lugar por tener unos exámenes más fáciles.

Más allá de ser una cuestión de comunidade­s autónomas es una cuestión de justicia. ¿Cuándo se va a conseguir una situación justa? Cuando se ponga un mismo examen de selectivid­ad para toda España, en unos mismos días y horarios de evaluación. Y es por ello que luchamos. No queremos abandonar nuestros sueños. No queremos renunciar a nuestro futuro.

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