El Periódico Extremadura

Cheich Saad,

El exjugador del Eldense que hace dos años denunció el amaño de un partido contra el filial del Barcelona B, constata que su gesto no sirvió para cambiar las cosas en el deporte rey «Ni siquiera sé si valió la pena. Pensaba que las cosas cambiarían pero h

- ARNAU SEGURA deportes@extremadur­a.elperiodic­o.com BARCELONA

Decepciona­do La historia se repite. Como lamentaba el escritor británico Aldous Huxley, «quizá la única lección que nos enseña la historia es que los seres humanos no aprendemos nada de las lecciones de la historia». Y es que el caso Oikos ha vuelto a mostrarnos la cara más fea del balompié moderno; un deporte que vive bajo la ley del capitalism­o más feroz, el que ha colonizado los barrios más humildes con casas de apuestas para que los mismos de siempre se llenen los bolsillos con el dinero de los mismos de siempre. Las apuestas, los amaños de encuentros, vuelven a estar en el centro de la diana.

«El fútbol está podrido», destaca Cheick Saad (Nuadibú, Mauritania, 1990), el futbolista que hace poco más de dos años levantó la voz para denunciar que detrás del inapelable 12-0 que el Barça B le endosó al Eldense se escondía una trama de partidos amañados. Saad, que llegó a España junto a su familia a los 2 años para establecer­se en Roquetas de Mar (Almería), primero, y en Lleida, después, aterrizó en el Eldense en enero del 2017. Era la enésima parada en una carrera que hasta entonces le había llevado por toda la geografía española e incluso hasta Letonia, donde fue campeón de primera división con el Ventspils.

Saad, un ariete con mucho gol, desembarcó en Elda con la ilusión de hacerse un hueco en Segunda B y volver a disfrutar del fútbol después de un tiempo alejado de los terrenos de juego por culpa de una lesión. Se ganó la condición de titular nada más llegar, pero pronto todo empezó a enrarecers­e en un club que aquel curso llegó a tener seis entrenador­es y a emplear hasta 60 futbolista­s. «Era una locura. Había muchísimos jugadores. A veces éramos 30 o 35 en los entrenamie­ntos», apunta Saad antes de descubrir que había futbolista­s que pagaban entre 500 y 700 euros para tener la oportunida­d de jugar vara escoltas policiales, el miedo nunca desaparecí­a. «Me decían que había jodido muchas apuestas, que había mucho dinero de por medio. Incluso intentaron demostrar que yo también estaba implicado. Pero yo tengo mis principios. Me han educado así», destaca.

Saad se despidió del Eldense pero tuvo muchas dificultad­es para encontrar equipo -«ningún club quería que se le vinculara con el amaño de partidos»- y acabó recalando en el Ascó, primero, y en L’Hospitalet, después. Ahora, mientras se recupera de una lesión que le ha mantenido alejado de los terrenos de juego desde enero, reflexiona: «A pesar de todo, volvería a hacerlo. Pero anónimamen­te, sin dar la cara, porque hemos sufrido muchísimo. Aunque ni siquiera sé si valió la pena. Pensaba que las cosas cambiarían, pero ha vuelto a pasar lo mismo. El fútbol cada día está más podrido», repite. Y lo hace con el gesto desolado de quien no sabe cómo puede explicarle a su hijo de 4 años que algunos han sido capaces de cargarse algo tan bonito.

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Saad, en un partido de L’Hospitalet.

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