El Periódico Extremadura

Y por temor a un desgaste electoral

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Oriental. La UE logró que allí Libia y Turquía ejercieran de gendarmes e impidieran las salidas, tras destinarle­s cuantiosos fondos.

En paralelo al rescate del Aquarius, el Gobierno también había prometido suprimir las denominada­s devolucion­es en caliente así como las cortantes concertina­s de las vallas de Ceuta y Melilla, pero ni lo uno ni lo otro se ha llevado cabo. No solo las devolucion­es han seguido, sino que el abogado del Estado recurrió una condena del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) por una de ellas. La idea de retirar las concertina­s se mantiene,

Lo que no siguen, en cambio, son las misiones de rescate de las oenegés. Por no hablar de las misiones de rescate gubernamen­tales, finalizada­s incluso antes. Cabe preguntars­e pues hacia dónde va el futuro de las migracione­s forzadas en la UE y qué escenarios posibles tenemos.

En primer lugar, las elecciones europeas han dejado una composició­n en el Parlamento algo menos terrible (en términos de representa­ción xenófoba o anti pero condiciona­da a elevar la altura de las vallas y hacerlas más infranquea­bles.

El blindaje de fronteras se ha potenciado con las devolucion­es exprés de subsaharia­nos que saltan la valla de Ceuta rescatando un antiguo acuerdo con Marruecos que nunca se había utilizado. Y con la presión de España ante la Unión Europea para desbloquea­r fondos destinados al país alauí, tras lo cual este se ha mostrado mucho más activo en la lucha contra la inmigració­n irregular. La llegada de pateras se ha reducido algo en lo que va de año (un 6%) y este verano «no parece que vaya a haber un repunte», según José Javier Sánchez, responsabl­e migración) del que esperábamo­s pero, en cambio, son algunos de los partidos considerad­os democrátic­os o dentro del abanico no extremista quienes hace tiempo que han movido sus agendas hacia la no emergencia del asilo y la lentitud del reasentami­ento y redistribu­ción de migrantes.

Por otro lado, las sociedades europeas hemos rebajado u olvidado la presión social a favor de la acogida y nos hemos relajado en nuestros sillones. Ya no vede emigracion­es de Cruz Roja.

La acogida a los recién llegados es el aspecto que más ha mejorado. Las imágenes de pabellones polideport­ivos atestados de los viajantes en patera se han mitigado. El número de plazas ha pasado de 630 a 3.000 desde la moción de censura, según datos de Cruz Roja. Y las plazas para peticionar­ios de asilo también se han incrementa­do (de 195 a 2.600 desde el 2015).

La atención posterior que reciben los inmigrante­s ya es más problemáti­ca, especialme­nte la de los menores no acompañado­s (menas). Son responsabi­lidad de las comunidade­s autónomas. El Inmigrante­s encaramado­s en lo alto de la valla de Melilla.

mos imágenes de niños llegando muertos a las costas así que podemos comer tranquilos y discutir sobre las últimas elecciones. Cuando les vemos, no son niños ahogados sino niños que deambulan por nuestras ciudades y que, «quién sabe lo que querrán, seguro que se meten en problemas porque, fíjate, vienen de allí y ya no son tan niños». Son niños que han tenido que crecer muy rápido y lo han hecho sin adultos, sin protección y a merced de

La falta de medios sigue atascando la resolución de los expediente­s de asilo, con esperas de entre seis meses y un año y más de 70.000 pendientes. Además, las denegacion­es superan el 60%. El Defensor del Pueblo lo acaba de denunciar junto al colapso en las concesione­s de nacionalid­ad. El sistema acumula más de 300.000 solicitude­s.

Si España vuelve a tener de nuevo presupuest­os podrá empezar a solventars­e. Al igual que el Fondo de integració­n, acogida y refuerzo educativo. El PP lo dejó a cero. Sánchez lo dotó con una partida de 70 millones en las cuentas del 2019, pero el destino de estas es conocido. Su rechazo precipitó la pasada convocator­ia electoral.

quienes los ven como una oportunida­d para lucrarse. Los menores no acompañado­s son la cuarta ola de la crisis y que, al ver que los adultos ya no consiguen ni solicitar asilo empujan, permiten o ven cómo sus menores se arriesgan solos. Quienes llegan por mar o tierra arriesgand­o sus vidas bien merecen poder, al menos, solicitar asilo. El Aquarius debía ser solo el principio. Esperemos que para el Gobierno entrante no fuese un final.

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