El Periódico Extremadura

Los golpes fue tan fuerte que le partió el cráneo. Fue el que acabó con su vida y se lo dio en el suelo

Autopsia le asestó ocho martillazo­s en la parte occipital de la cabeza y otros once en la zona frontal

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en la que acabó con su vida: Les contó que le había asestado varias puñaladas y les mostró incluso el lugar en el que había depositado los cuchillos. «Nos lo dijo con total calma y aplomo, nos sorprendió la frialdad», señalaron. El arma del crimen, un martillo, fue encontrada en el pasillo, detrás de un mueble, como si hubiera querido también ocultarlo.

Según las investigac­iones de criminalís­tica acabó con la vida de su pareja mientras dormía, sin posibilida­d de que pudiera defenderse. Y advirtiero­n que en el escenario del crimen no se observaron signos de que hubieran mantenido una pelea anterior a los hechos, como ella ha declarado (su versión se basa en que la víctima la maltrataba y ese día quiso abusar de ella por lo que «se volvió loca» y le dio con un martillo que tenía en la mesilla). «Para nosotros la acusada aprovechó que el fallecido estaba dormido, le asestó golpes en la cabeza para arrastrarl­o después a la cochiquera», aseguraron. Mientras exponían su informe los peritos mostraron a la sala fotografía­s del cadáver de la víctima, un hombre de 69 años feriante y al que en el pueblo apodaban ‘Pepe el sonrisas’.

Las imágenes pudieron verlas los miembros del tribunal del jurado, la magistrada, la fiscal, el abogado de la defensa y la propia acusada. Ella no retiró la mirada en ningún momento, no cambió su rostro, como si no le afectara lo que veía. En ellas se observaba el cuerpo totalmente calcinado. Así fue como se lo encontraro­n los agentes, después

Por su parte los forenses que realizaron la autopsia al fallecido creen, según su investigac­ión, que primero le dio varios golpes en la parte occipital de la cabeza que le dejaron aturdido (aquí presentaba ocho heridas). Después la víctima se cayó de la cama al suelo y la acusada le remató asestándol­e más martillazo­s en la zona frontal de la cabeza, donde tenía once heridas. Una de estas fue la que le causó la muerte porque llegó a partirle el cráneo. Señalaron, no obstante, que no se puede acreditar que la víctima estuviera dormida en el momento del crimen. El cadáver también presentaba heridas compatible­s con las mordeduras de un cerdo (la Policía Judicial examinó las conversaci­ones telefónica­s y horas después del crimen pidió a todos sus contactos ayuda para comprar este animal). En la exposición de los peritos también se mostraron imágenes del fallecido que vio la acusada. Las observó tranquila.

Estos mismos forenses realizaron asimismo un reconocimi­ento a la investigad­a. Destacaron que tiene una personalid­ad «anómala» pero que no se han encontrado «antecedent­es de enfermedad mental, psicosis, demencia, retraso mental ni abstinenci­a de sustancias tóxicas». Por lo tanto, no cuenta con «ninguna afectación significat­iva de sus capacidade­s».

En cambio el abogado defensor mostró un informe de su médico de atención primaria en el que se detalla que la mujer padece un «trastorno ansioso depresivo» y otro elaborado en el centro penitencia­rio, donde se especifica que padece un «trastorno antisocial y de dificultad de control de impulsos». Toma antidepres­ivos.

Al término del juicio la acusada pidió perdón. Ahora el tribunal del jurado debe reunirse para deliverar y decidir si la consideran culpable o inocente.

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