El Periódico Extremadura

DRAGAR EL GUADIANA

- ¡Hay que ver cómo está el río! Pilar Rodríguez Mesa

El dragado de un río no es la primera vez que se plantea en España, así se valoró con el Ebro debido a sus crecidas y con el Guadalquiv­ir para mejorar su navegabili­dad, en este último caso y después de años de oposición de organizaci­ones ambientali­stas, en 2019 el Tribunal Supremo anuló el proyecto que se pretendía incluir en el Plan Hidrológic­o del Guadalquiv­ir y para el que, según los magistrado­s, no se había realizado una evaluación de impacto ambiental. Estudio que tampoco se menciona en el caso del dragado del Guadiana y es que dragar un tramo importante de un río puede tener efectos positivos, si lo que se pretende es eliminar residuos y limpiar la cara de un río, pero también tiene importante­s efectos negativos a tener en cuenta antes de lanzarse a realizar tareas quizás satisfacto­rias a corto plazo pero con repercusio­nes negativas a largo plazo, algunas incluso irreversib­les.

Por tanto, antes de seguir cantos de sirena, no hay sonido tan embaucador como el tintineo de las monedas, hay que sopesar los pros y contras de dicha actividad, todos queremos un río limpio de invasoras pero también queremos, al menos yo, un río con vida y con la mayor diversidad de especies. Aquí es donde echo en falta la voz y el hombro de algunos científico­s, el río que disfrutamo­s como recurso paisajísti­co de la ciudad es un río olvidado por los que más saben de las especies que lo habitan, de modo que en las decisiones sobre su futuro se tienen en cuenta únicamente soluciones técnicas con un alto gasto de presupuest­o, una inversión que no podemos asegurar sea rentable. Así que no está de más recordar esos efectos no tan publicitar­ios, como son los impactos ambientale­s, por ejemplo, que en un dragado la movilizaci­ón y extracción de materiales del fondo produce una erosión remontante, aguas arriba, produce un transporte de sedimentos de zonas aledañas que afecta a los márgenes, donde crecen plantas acuáticas que sirven de hábitat a numerosas aves (hay que recordar que uno de nuestros atractivos turísticos es el ornitológi­co). También puede afectar al hundimient­o del cauce, al descenso de la capa freática lo que produciría desecación de pozos, al descalzami­ento de puentes y al aumento de turbidez y de malos olores.

De modo que antes de actuar habrá que estudiar el impacto de este dragado, realizar análisis de calidad del agua, datar las especies vegetales y animales de ese tramo, el comportami­ento del río en época de lluvia, el tipo de sedimento entre otras cuestiones.

Me sorprende pues el apoyo de algunas organizaci­ones. Esta solución tajante no nos asegura la eliminació­n de invasoras pues es inevitable la diseminaci­ón de semillas por parte de animales y de la misma corriente que vuelve a colonizar el territorio. Quizá lo mejor sea buscar soluciones menos agresivas y costosas en estos tiempos de escasez. En cualquier caso, lo primero es un estudio de impacto. Las prisas son malas consejeras.

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