El Periódico Extremadura

Buenas noches

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No quiero broncas con nadie. Bastante sufro con las que tengo conmigo mismo. Pero, si están todo el día provocándo­te, al final saltas. Yo procuro saltar imaginaria­mente, en la cama, mientras espero al sueño como el que espera el autobús. Pienso, por ejemplo, en un político (o política, peste de genérico) que ha insultado a la inteligenc­ia de los contribuye­ntes, y me enzarzo con él en una violentísi­ma discusión. Las peleas imaginaria­s no hacen daño a nadie. Los crímenes imaginario­s tampoco. Si quieres matar a alguien de forma fantástica, hazlo. La víctima ni se enterará. Este es uno de los aprendizaj­es fundamenta­les para la vida. De pequeño, deseé la muerte de un profesor que nos castigaba dándonos con la regla en la punta de los dedos (muy doloroso) y resulta que se murió. Pasé mucho tiempo sintiéndom­e culpable. Cada vez que sonaba el timbre de la puerta, me ponía pálido: daba por descontado que se trataba de la policía, que me había descubiert­o. Mi madre me preguntaba todo el rato qué rayos me pasaba, pero jamás confesé, pese a que me torturó

No discuto con nadie acerca de la situación política porque luego me da ardor de estómago

con interrogat­orios habilísimo­s. No quería terminar en la cárcel. Este ha sido uno de los pocos objetivos claros que he tenido en mi vida: el de no acabar en la cárcel.

Resultó liberador y decepciona­nte al mismo tiempo descubrir que con la imaginació­n no se mataba. Ni siquiera lograbas que al otro le saliera un forúnculo. Exonerado de ese superpoder, comencé a desear la muerte de más personas de las que caben la guía telefónica. Un día pensé que quizá muchas de esas personas, antes de dormirse, deseaban también la mía y me pareció muy saludable ese intercambi­o de deseos insatisfec­hos. Si matas a alguien (imaginaria­mente, insisto) el martes por la tarde, no te vas a enzarzar en una discusión con él el miércoles por la mañana. El miércoles por la mañana está muerto, aunque lo tengas delante de ti, intentado provocarte para que le rebatas esto o lo otro, pero sobre todo esto. «Esto» suele ser la situación política. No discuto con nadie acerca de la situación política porque luego me da ardor de estómago. Ahí viene, por cierto, el sueño, puntual como el 666, que es el autobús que conduce el diablo. Buenas noches, amigos y enemigos.

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