El Periódico Extremadura

Del parón al récord más difícil

Por la pandemia el campeón buscará su decimoterc­er título en un escenario irreconoci­ble El juego es lento y la pelota, una piedra para mí», lamenta

- JAUME PUJOL-GARCERAN deportes@extremadur­a.elperiodic­o.com MUGURUZA, «MEJOR» //

Tras casi siete meses sin torneos,

«Las condicione­s son extremas.

De nada sirve ser el campeón y haber ganado doce títulos en Roland Garros. De poco vale sentirse preparado física y mentalment­e. Nada es lo que era y Rafa Nadal se muestra preocupado por las condicione­s en las que deberá afrontar la defensa de su título. Hoy se medirá al bielorruso Yegor Guerásimov

Aterrizó en París el miércoles y, tras recibir el resultado «negativo» de la PCR por el coronaviru­s, que era la primera preocupaci­ón, el jueves ya se entrenó en la Philippe Chatrier, con el techo cubierto por la lluvia. «Las condicione­s son más difíciles: juego lento y una pelota superpesad­a que es una piedra para mí», valoraba como primera impresión. «Pese a todo, acepto el reto con mentalidad positiva, determinac­ión e ilusión. La situación no es ideal y no pretendo engañar a nadie. Pero si estoy aquí es porque tengo ilusión de luchar por competir al cien por cien», insistió.

Destacaba el frío que hace en París (ayer 9 grados), la previsión de lluvia para la semana. «Unas condicione­s al límite para un torneo al aire libre», y aireaba su preocupaci­ón por las nuevas bolas. «Las probé en Mallorca y me parecieron lentas. Son duras y peligrosas para una lesión», dijo.

Casi sin público

«Es el Roland Garros más atípico y diferente que nunca haya jugado. Será como un torneo nuevo para Rafa y hay que ver cómo se adapta», destaca Francis Roig, entrenador del campeón mallorquín junto a Carlos Moyà.

La casa parece la misma que Nadal conoce desde que ganó por primera vez en el 2005. Pero las reformas que se han hecho y el momento de jugar el torneo la hacen muy diferente. La central Philippe Chatrier, de la que Nadal conocía cada rincón al milímetro, se ha renovado totalmente para colocarle un techo retráctil que permitirá jugar si llueve.

No será el único cambio. El ambiente y la emoción de los partidos tampoco será igual, casi sin público en las gradas. Tan solo 1.000 privilegia­dos podrán acceder a una pista con capacidad para 15.000 espectador­es.

Una situación que no le gusta a Nadal, como tampoco cambiar sus costumbres en París. Este año no ha podido alojarse en el hotel Meliá Alma de los Campos Elíseos, donde siempre iba. Esta vez ha tenido que instalarse en

«¿Qué hago hoy?»

Nadal ha explicado cómo ha pasado estos meses. «Me costaba levantarme. Hacer cosas. Las noticias eran terribles y lo que menos me importaba era el tenis». Tardó en coger una raqueta. Su actividad en las redes sociales desapareci­ó un tiempo hasta que, animado por Pau Gasol, inició una campaña para recoger fondos y ayudar a los afectados por el coronaviru­s con la que han recaudado 14 millones de euros. «Cada día me decía: `Bueno, a ver, ¿qué hago hoy para no aburrirme?'», explicó en una charla con niños de su fundación que le preguntaba­n qué hacía en esos días de confinamie­nto.

Hiperactiv­o como es, no fue fácil aceptarlo, pero poco a poco se lo fue tomando con calma y aprovechó para estar con los suyos. «Nunca había estado tanto tiempo con Mery», confesaba en una entrevista en la revista ¡Hola! junto a su mujer.

Cuando Nadal vio que el parón del circuito iba para largo cambió el chip. Se hizo colocar una red gigante en el jardín para practicar el saque. Se animó y volvió a aparecer en las redes sociales colgando fotos y vídeos donde se lo veía cocinando repostería, jugando al tenis en la terraza de su casa con su hermana, preparándo­se en el gimnasio, acudiendo a su academia y saliendo a navegar con su espectacul­ar catamarán, el Great White, que le había llegado al puerto de Porto Cristo (Manacor) en pleno confinamie­nto. Y se apuntó al campeonato de Baleares de golf, en el fue cuarto.

Nadal descartó viajar a Nueva York por la situación sanitaria y cuidar la salud de su cuerpo. En poco más de un mes tenía que jugar dos Masters 1.000 y dos Grand Slam. «Eso suponía un desgaste físico y mental extremo. Rafa conoce su cuerpo y sabe que ya no puede estar en todas partes». Ahora está fresco, aunque le falta ritmo de partidos. Quizá por eso vino la derrota ante Schwartzma­n en Roma, un tropiezo que en su entorno se considera «normal».

El reto de Djokovic

En las casas de apuestas la victoria de Nadal se paga a 1,83 euros, mientras que por Novak Djokovic y Dominic Thiem se dan 3,75. «Todos sabemos quién es el favorito, no hay duda con todo lo que ha ganado allí. Pero Schwartzma­n demostró que se le puede ganar en tierra. Si quiero ganar Roland Garros deberé mejorar mucho mi nivel de juego», dice.

Djokovic también tiene sus retos en París. El tenista serbio busca el título para sumar su 18 Grand Slam para acercarse a los 19 de Nadal y los 20 de Federer. Desaprovec­hó una ocasión de oro en Nueva York al ser descalific­ado en octavos por dar un pelotazo a una jueza de línea. Ha igualado esta semana las 287 semanas como número 1 de Pete Sampras, y ahora está a solo 23 del récord de 310 de Federer. «Este récord es el que veo en el horizonte, pero mi gran objetivo es el récord de Grand Slams y trabajo para conseguirl­o».

Tanto Nadal como Djokovic ya tienen a su rebufo aspirantes a rebasarlos. El más destacado es el austriaco Dominic Thiem, quien, tras conquistar su primer Grand Slam en Nueva York, se siente «liberado» para aspirar al máximo en Roland Garros, donde ha jugado las dos últimas finales. Según el cuadro, Nadal podría encontrárs­elo en semifinale­s.

HEn el tiempo en que Nadal ha ganado 12 Roland Garros ha habido 11 campeonas diferentes en el torneo femenino y de ellas solo Justin Henin (200506-07), Maria Sharapova (2012 y 2014) y Serena Williams (2013 y 2015) han inscrito su nombre más de una vez.

El resto de campeonas han tocado solo una vez el cielo en París. Desde la croata Ana Ivanovic (2008), pasando por la rusa Svetlana Kuznetsova (2009), la italiana Francesca Schiavone (2010), la china Li Na (2011), Garbiñe Muguruza (2016), la lituana Elena Ostapenko (2017), la rumana Simona Halep (2018) y la australian­a Ashleigh Barty (2019).

De esa larga lista de ganadoras, solo cinco están inscritas entre las 128 tenistas del cuadro femenino de la edición del 2020, con ausencias destacadas como la defensora del título, Barty, número uno mundial, que ha renunciado a jugar el torneo y lo que resta de temporada por el coronaviru­s, y la de la reciente campeona del Abierto de EEUU, Naomi Osaka, poco mentalizad­a para el esfuerzo de viajar a París y jugar sobre tierra.

Un nombre nuevo en el palmarés no sería una sorpresa. El torneo está abierto y en las apuestas destacan cuatro candidatas por encima de las demás. Halep, cuya victoria se paga a 3,75 euros, Muguruza (8 euros) y Serena Williams y Vitoria Azarenka (11 euros).

«Sé que va a ser complicado, pero estoy muy contenta de estar aquí en París para jugar otro Grand Slam este año. No me importan las condicione­s, el clima o el mes que juguemos. Definitiva­mente este año me siento mejor que los anteriores», valoraba el viernes Muguruza. La tenista hispanoven­ezolana, número 15 mundial, asegura que «cuanta más experienci­a tienes, sabes manejarte mejor». Ya se sabe que su juego es impredecib­le y que es capaz de lo mejor y de lo peor. Desde casa lo seguirá Carla Suárez por su enfermedad.

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Rafa Nadal, durante el reciente torneo de Roma.
Mentalizad­o Rafa Nadal, durante el reciente torneo de Roma.

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