El Periódico Extremadura

El Pacense gana uno de los dos partidos ante un Arroyo que fue campeón

Las chicas de Ismael Pérez dan un excelente nivel ante las de Flavia Lima, que se llevan el torneo

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Al final el torneo se lo llevaron las cacereñas, pero les costó más de l previsto. El Extremadur­a Club Pacense Voleibol, de la Primera División Nacional Femenina de voleibol, ha disputado este fin de semana el Trofeo Élite Diputacion­es ante el Extremadur­a Arroyo, de la Superliga 2, en un formato de dos partidos en el que consiguier­on la victoria en el del pasado viernes en Badajoz y en el que mostraron un gran nivel en Arroyo este domingo en el segundo encuentro a pesar del resultado adverso.

En el primer envite, disputado el pasado viernes, las `mandarinas' salieron a por todas en un vibrante choque en el que sorprendie­ron al rival y se adelantaro­n 2-0 en el marcador tras imponerse en los dos primeros sets con un buen ritmo de juego y excelente planteamie­nto sobre la pista, informa el club pacense en un comunicado. Posteriorm­ente, las visitantes empataron en el encuentro en los dos siguientes sets, y ya en el último, las pacenses dieron el do de pecho y acabaron llevándose el tie-break por 15-13.

Por su parte, este domingo se disputó el segundo encuentro en Arroyo de la Luz. En él, las locales se impusieron por 3-1, aunque las pacenses se quedaron muy cerca de volver a forzar el tie-break tras un disputadís­imo cuarto set. En este choque, las chicas de Isma Pérez mostraron de nuevo un gran nivel pese a la ausencia de varias titulares en el sexteto inicial.

El propio Ismael Pérez ha asegurado que el equipo «le ha sorprendid­o por su competitiv­idad» y que ya ha podido «sacar algunas conclusion­es» de cara a la temporada. El equipo sigue preparando el inicio liguero, fijado para el próximo mes de octubre.

También sigue en pleno proceso de preparació­n el Arroyo de Flavia Lima, convencido de firmar una buena temporada.

HAert que reaccionó un poco tarde, una decena de metros tras arrancar Alaphilipp­e, en la última de las nueve vueltas, a 14 kilómetros de la meta.

Desde 1997 ningún francés se había vuelto a proclamar como campeón del mundo. Ocurrió en San Sebastián, gracias a Laurent Brochard, el melenudo ciclista que corrió en las filas de un Festina de ingrato recuerdo. Hace dos años, Romain Bardet estuvo cerca, pero lo impidió Valverde, en su gran día.

«Este era el sueño que tenía como ciclista y hasta ahora, siquiera, había podido subir al podio», recalcó un Alapahilip­pe emocionado, con lágrimas en los ojos. Actuó en el momento clave, porque ya se sabe, para ganar un Mundial no hay que malgastar fuerzas tontamente como hizo Tadej Pogacar con un ataque a 41 kilómetros de la meta que no iba a ninguna parte. Hay que ir siempre escondido, preguntánd­ose la gente que está siguiendo una carrera que dura más de seis horas, si realmente un ciclista como Alaphilipp­e lo está corriendo. Estaba y se le esperaba para que nadie a su estela pudiera capturarlo. Tampoco el suizo Mark Hrischi, el rey de las fugas del Tour, que consiguió el bronce.

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Jugadoras de los dos equipos, tras uno de los partidos.

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