El Periódico Extremadura

Monesterio, sumido en la tristeza, reclama justicia por Manuela

Un pueblo, conmociona­do ante el trágico desenlace, solicita que sobre el autor de los hechos recaiga la pena máxima Todos destacan la bondad de Manuela Chavero y el sufrimient­o padecido en estos largos cuatro años

- ALBERTO MANZANO region@extremadur­a.elperiodic­o.com

Son las nueve de la mañana del miércoles y en una de las ventanas del número 15 de la calle El Cerezo permanece colgado de la reja, intacto, el lazo verde con la leyenda: `Todos con Manuela', símbolo de la lucha de un pueblo, iniciada hace cuatro años cuando su paisana desapareci­ó una madrugada y nadie volvió a verla. A esta hora comienza el trasiego de gente en dirección al trabajo o que lleva a los niños al colegio. Solo la residente del 25 acepta hablar con nuestro diario, aunque prefiere permanecer en el anonimato porque dice que han sido «años durísimos» y que la noticia de que Eugenio Delgado, que vivía unas casas por encima, escondió bajo tierra el cuerpo de Manuela Chavero, ha sido para ellos un zarpazo del que tardarán en recuperars­e. «No me lo esperaba, no lo veía capaz de ello. Sabemos que se dedicaba a las tareas del campo y creo que luego estuvo de camionero, sin embargo no lo sé con certeza». Confiesa que en el barrio perdieron prácticame­nte la esperanza de que su vecina apareciera con vida y reclama justicia «porque nadie -aseverase merece que le hagan eso».

Más allá, en el centro de Monesterio se inicia la actividad diaria. En la llamada Plaza del Pueblo todos hablan abiertamen­te ante la grabadora. Entre ellos, Gumersindo Barragán Fernández, natural de Calera de León, que hoy ha venido a este municipio pacense para realizar unas gestiones. «La Guardia Civil y los buzos la buscaron en el pantano de Tentudía. Recuerdo que dijeron que habían encontrado cerca de allí unos huesos, pero eran de animales». Es amigo de la familia de Chavero y explica que ha sido un tiempo bastante duro, entonces se emociona: «No puedo decir nada más, lo siento en el alma por los familiares, que están pasando un auténtico martirio».

Gabriel Reyes Valencia tampoco duda en describir sus sentimient­os, iguales al del resto de habitantes: «Estamos tristes, con rabia. Han sido cuatro años muy difíciles», subraya. Él fue uno de los que participar­on en las manifestac­iones cuando aún nadie sabía qué había pasado con Manuela. «No esperábamo­s un desenlace como este». Aunque, advierte, «la tranquilid­ad ya la tenemos; por lo menos sabemos dónde está, sabemos que un día u otro volverá, la enterrarem­os y tendremos un lugar donde llevarle flores».

Gabriel asimismo pide justicia: «La máxima», sentencia. Y añade: «Justicia, justicia y justicia para él y para la familia, a modo de indemnizac­iones». ¿Alguna vez pensaron que Eugenio fue el autor de los hechos? Responde con otra pregunta: «¿Cómo te vas a esperar que tu vecino, que te pide favores y tú se los devuelves, te haga eso? Hay que ser muy cruel para tenerla enterrada cuatro años y seguir una vida normal».

Cuenta que lo conocía poco. «Cuando éramos pequeños vivíamos en la misma calle, pero por la diferencia de edad apenas nos tratamos. Decían que era muy solitario, pero no sé qué motivacion­es le llevaron a hacer esto». De la misma forma, conoció a Manuela: «Amaba a sus hijos y era una persona fabulosa». Se presta a hacerse una foto y se despide amablement­e.

En la calle San Pedro Antonio Valiente reside en la calle San Pedro, el lugar donde está la casa de los padres de Manuela: «Hemos vivido esto con una gran fatiga y pena. A todo el mundo le ha dado lástima por lo que ha ocurrido. La familia ha pasado infinitas penalidade­s. Manuela era muy buena persona, muy cariñosa con todo el mundo».

Cruz Bayón reside igualmente en la calle San Pedro. «Los padres han dado un bajón enorme. Están muertos los dos en vida. Esto ha sido lo peor; el desenlace ha terminado de poner al pueblo triste hasta límites insospecha­dos. Sobre todo queremos justicia porque han sido cuatro años de incertidum­bre. Y actualment­e sabiendo que ella estaba tan cerquita, a tres kilómetros de la localidad, en esa finca por donde pasan tantas personas por los cami

«Emilia, la hermana de Manuela, no ha parado de luchar y no ha tirado la toalla», dicen sus amigas

de toda la gente y se llevaba bien con todas las personas. Era muy buena muchacha»

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Ana Belén Villalba e Isabel Sánchez en la iglesia de San Pedro Apóstol, en Monesterio.
Amigas de Manuela Chavero Ana Belén Villalba e Isabel Sánchez en la iglesia de San Pedro Apóstol, en Monesterio.
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Un grupo de cuatros amigos antes de tomar los vinos y el aperitivo del mediodía.
Paseo de Extremadur­a Un grupo de cuatros amigos antes de tomar los vinos y el aperitivo del mediodía.
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Isabel Sánchez.
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Antonio Valiente.
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José Manuel Valiente.
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Gabriel Reyes Valencia.
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Manuela Chaves.
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Gumersindo Barragán Fernández.
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Cruz Bayón.

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