Que yo no soy culpable, que yo tengo mi conciencia tranquila»
Otra de sus grandes amigas, Isabel Sánchez Villalba, explica que estos cuatros años los ha vivido con «incertidumbre y con una pena inmensa, sin saber dónde podía estar, aunque nunca perdimos la esperanza de encontrarla viva. Desgraciadamente ha sido un trágico final que no esperábamos, pero al fin vamos a saber qué ocurrió aquella maldita noche».
Isabel indica que al principio pensaron que se había podido ir de viaje, pero que a medida que el tiempo pasaba, «todo se iba volviendo más oscuro y jamás pensamos que esto iba a durar tanto tiempo».
Solo tiene palabras de amor y afecto hacia su amiga. Muy emocionada habla como en esta Plaza del Pueblo, «todo el mundo nos ha visto correr, jugar, divertirnos aquí, en la Plaza del Mercado… Es que hemos sido como familia». La palabra justicia también se repite en boca de Isabel. «Que caiga todo el peso de la ley sobre el presunto autor».
Sus amigas no han parado de
colaborar en su búsqueda, han estado presentes en todas las batidas, en los homenajes que Monesterio le rendía cada 5 de julio. Y no se olvidan de Emilia Chavero, hermana de Manuela. «Era pasión por ella y por su cuñado Pepín. Emilia no ha parado de luchar, le prometió a sus sobrinos que no pararía hasta encontrarla. Y se puede sentir satisfecha, porque no ha tirado la toalla, ha sido una luchadora y lo hemos conseguido: tenemos con nosotros a Manuela». A Isabel, la voz ahora se le rompe.
Trabajo de la Guardia Civil
Y es que la muerte de Manuela Chavero ha conmocionado a Monesterio ante un suceso que en los últimos días ha sido presa del amarillismo más recurrente. La mujer, que entonces tenía 42 años, desapareció el 5 de julio de 2016. La búsqueda y el trabajo de la Guardia Civil ha sido incesante en este tiempo. Fue el pasado 18 de septiembre cuando se supo que murió la misma noche de su desaparición y que presuntamente acabó con su vida su vecino, un joven entonces de 24 años que la conocía y vivía a dos casas más arriba de la suya, en su misma calle. Posiblemente él llamó a su puerta y le abrió o ella se dirigió a la vivienda de Eugenio. Finalmente, el joven condujo a los agentes de la Guardia Civil hasta el lugar exacto donde supuestamente había enterrado el cuerpo, en la finca La Dehesa. El caso está bajo secreto de sumario.
A las puertas del Bar Joker, en el Paseo de Extremadura, un grupo de cuatro amigos toman vinos y el aperitivo del mediodía. Uno de ellos, Victoriano, asevera: «El que menos se pensaba que era, ha sido. Lo conocemos de siempre, a él, a la madre, a su padre. Era un hombre independiente, solitario. Todos los días lo veíamos, aquí en el bar, en la romería… Queremos justicia», dice mientras la investigación sigue su curso y Monesterio trata de recomponerse ante una tragedia que lo ha dejado desolado.
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