El Periódico Extremadura

«Maciel nos convencía del privilegio que era para nosotros servirlo con el sexo»

-

–Cuando el Vaticano hizo pública su sanción y lo jubilaron. Maciel dijo que era una prueba de Dios. Después de salir de la orden tuve acceso a los periódicos que nos prohibían y confirmé mis sospechas.

–Cuando se me cayeron las vendas respecto a Maciel, busqué explicacio­nes y hallé varios escritos que explican su patología. Luego me enteré que habían puesto al cardenal De Paolis para reformar el grupo, pero no hizo nada. La madre de una víctima de Milán grabó a De Paolis justifican­do una extorsión y pidiendo a los miembros que mintieran a la policía. Cuando el ahora Director General llamó trasgresió­n de límites a un abuso sexual cometido contra una niña de 12 años me caí del guindo.

–Les presentaba la orden como yo la veía, una obra eficacísim­a de evangeliza­ción, con un fundador santo y total apoyo del Papa.

–Por supuesto. No he recibido de ellas ni un solo reproche.

–A todos los miembros, incluyendo a los no consagrado­s, una vez a la semana nos juntaban y teníamos que decir en voz alta si habíamos cumplido con la meta de captación que tenía cada uno. Maciel llamaba parásitos a quienes no conseguían atraer a nuevos miembros.

–No. Entré muy joven y era muy ingenua. Recuerdo que en una ocasión fuimos a caminar por la sierra. Al llegar a un pequeño hostal nos informaron que Maciel tenía que descansar porque le molestaba la espalda, y cuando se unió de nuevo al grupo estaba como ido. Nunca le vi drogándose, pero lo hacía, pues fue hospitaliz­ado con sobredosis de morfina en dos ocasiones. Una de ellas en Roma en los años 50.

–A mí, no, pero sí a otros compañeros y a seminarist­as que callaron durante años porque había una relación de codependen­cia con el abusador. Te hacían creer que eras un elegido de Dios.

–Maciel, como muchos narcisista­s abusivos, nos explicaba el privilegio que era para nosotros estar con él y servirlo incluso con el sexo. Él mentía a los niños y les decía que la Santa Sede le había dado permiso para aprovechar­se de miembros de la orden.

–Separaba a las personas entre posibles bienhechor­es y el resto, perdedores. Se volcaba en los primeros. A la familia Oriol, de España, por ejemplo, la cultivó al detalle. Cuatro de sus miembros fueron consagrado­s en la orden y los padres donaron su casa. Luego se fueron y nunca les han devuelto la vivienda.

–Era un misógino. Decía que eran histéricas, sensuales y peligrosas. Además, era un absoluto racista y un enemigo de los obesos.

–Nos decía que, para aceptar a alguien de piel oscura o a un gordo tenía que valer mucho o ser rico.

–Es sumamente difícil librarte de un lavado de cerebro. Me llevó diez años poder pensar con libertad.

–El libro empieza con esa escena en la que me levanto de la cama aun de noche y decido marcharme. Fue un momento de luz y fortaleza en el que opto por la vida. Sentía que moría lentamente.

–No cuando estaba dentro. No podíamos. Si lo hablaba con alguien, ellos abrían un proceso de intimidaci­ón para acusarte de desleal.

–Sí, fueron archivadas o desapareci­eron. La iglesia prioriza salvar la reputación de la Legión.

H

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain