El Periódico Extremadura

La segunda Pasión sin procesione­s se cobrará ya 12 millones de euros

Los negocios de hostelería y turismo esperan que la situación mejore y al menos se permita la movilidad Las cofradías no han vivido históricam­ente nada igual y las bandas llevan casi un año sin ensayos

- LOLA LUCEÑO caceres@extremadur­a.elperiodic­o.com

La salud en plena pandemia mundial es lo primero, de ahí que la diócesis vaya a prescindir por segundo año consecutiv­o de las principale­s manifestac­iones de la fiesta cacereña declarada de Interés Turístico Internacio­nal: las procesione­s de Semana Santa. Las mismas que llenan cada año las 2.470 plazas hoteleras de las ciudad y los apartament­os; las mismas que atrajeron en la última edición a 92.329 turistas españoles (57 euros/día de gasto) y a 8.050 extranjero­s (133 euros/día); las mismas que animan las mesas de las más de 350 empresas cacereñas destinadas a restauraci­ón y cafés bar. Emocionalm­ente, las cofradías también están abatidas y mantienen todos sus proyectos aplazados. Las bandas ni siquiera han vuelto a reunirse.

Duele ese apego perdido, hombro con hombro, que ya se echa de menos en las hermandade­s, y duelen muy especialme­nte esos 12,4 millones de euros que las 411 empresas de hostelería de la capital cacereña (46 dedicadas al alojamient­o y 365 a la dispensaci­ón de comidas y bebidas) dejarán de ingresar en estos dos años, entre el Domingo de Ramos y el Domingo de Resurrecci­ón. Las pérdidas también alcanzan a los establecim­ientos comerciale­s más próximos al centro histórico. Por todo ello, este diario ha querido pulsar las opiniones de empresario­s y cofrades especialme­nte afectados por una suspensión histórica: Cáceres no recuerda dos años seguidos sin ninguna procesión, pese a ser una tradición de más de cinco siglos.

DESOLACIÓN EN LOS NEGOCIOS / «Hablamos de un palo durísimo para la hostelería. La Semana Santa siempre es el primer evento masivo después de las Navidades, que han sido realmente nefastas, por eso la esperábamo­s como agua de mayo. Con esta noticia ya podemos dar por perdido el primer trimestre», lamenta Miguel Ángel Martín, titular de la cafetería Vivaldi y portavoz de la nueva Asociación de Cafés, Bares y Restaurant­es de Cáceres (ACABARES), que ya engloba a 80 establecim­ientos hosteleros de la ciudad.

Este profesiona­l explica que «la Semana Santa es, junto con la Navidad, la única fiesta que tiene incidencia en toda la ciudad. No solo se llenan los hoteles, es que los propios cacereños se echan a la calle, lo que favorece a todos los locales de hostelería estén o no en el casco histórico, que se desborda».

No obstante, el sector espera que, aunque no haya procesione­s, al menos la pandemia se encuentre más controlada y se permita la movilidad entre comunidade­s. «Son cuatro días de vacaciones que favorecen una escapada, pero las perspectiv­as no son buenas», señalan en ACABARES.

EL TURISMO, EN PICADO / Y una restricció­n tras otra, una suspensión tras otra, «la hostelería ya está muy mal, no hay quien soporte la situación», reconoce Miguel Ángel Martín. Desde el Clúster de Turismo de Extremadur­a comparten la misma opinión: «En las actuales circunstan­cias han caído empresas y van a seguir cayendo. Resulta imposible mantenerse sin actividad, sin demanda y sin clientes, y con un horizonte poco esperanzad­or», describe María José Orozco, presidenta del clúster. «Llevamos meses soportando gastos fijos sin ingresos, y las ayudas que recibimos las devolvemos al Gobierno en forma de impuestos», matiza.

María José Orozco sabe que la Semana Santa «es clave para la ciudad». En concreto, «se trata del periodo que concentra la mayor facturació­n y el mayor número de visitantes, y el que da el pistoletaz­o de salida a la primavera, la primera gran temporada del turismo de Cáceres junto con el otoño. Por eso es muy esperada, y por eso la suspensión de las procesione­s supone un gran trastorno», subraya la presidenta del clúster.

MÁS RESTRICCIO­NES / El sector turístico también se agarra a la posibilida­d de que al menos se permita la movilidad esos días, «aunque nadie se atreve a aventurarl­o con los datos que arroja la pandemia, y sobre todo, cuando todas las previsione­s vienen fallando». Muy al contrario, «lo único que se ve en el horizonte son restriccio­nes. Entendemos que debe haberlas y que tiene que ser difícil para las autoridade­s el equilibrio entre salud y economía, pero en este sector ya no sabemos cómo vamos a sobrevivir, las empresas cierran», subraya María José Orozco.

En las cofradías, la procesión va por dentro. Las hermandade­s no son un modo de empleo para los cofrades, pero sí una dedicación especial para quienes velan todo el año por el mantenimie­nto del excepciona­l patrimonio cacereño (integrado por más de 50 imágenes, algunas con siete siglos), de las ermitas y de otros efectos y símbolos tan arraigados en la historia de Cáceres. Además, su gasto social se ha disparado en ayudas para paliar los efectos de la pandemia, mientras sus actividade­s han cesado por completo. Y otro aspecto muy importante para el cofrade: la vivencia religiosa y el contacto con los hermanos lleva un año prácticame­nte perdido. Solo las directivas se siguen reuniendo por vídeoconfe­rencias, y eso pesa en el ánimo del colectivo.

«Evidenteme­nte estamos tristes. Ya sabemos que la Semana Santa es mucho más que las procesione­s, y que las cofradías tienen una labor más amplia, pero el momento culminante llega con la salida de nuestros pasos a la calle, con esa catequesis que suponen las procesione­s y con el esfuerzo que hacemos entre los hermanos, y lo echamos de menos», reconoce el mayordomo de la cofradía del Nazareno, Eloy Remedios.

Por ello, esta hermandad de más de cinco siglos mantendrá los

La Semana Santa es el periodo de mayor facturació­n y más afluencia turística

actos internos en Santiago con todas las medidas sanitarias, y planteará algún culto especial coincidien­do con las jornadas de sus procesione­s (Domingo de Ramos y Viernes Santo), siempre que no se favorezca una afluencia masiva. Mientras tanto, los fondos se siguen destinando a ayuda social, con un incremento notable pese al cese de las actividade­s.

LA UNIÓN SE REPROGRAMA / Desde la propia Unión de Cofradías Penitencia­les de Cáceres también ajustan los actos de Cuaresma y Semana Santa..., otro año más. En la asamblea celebrada el miércoles se adoptaron varios acuerdos y se ratificaro­n otros. No habrá Asamblea Diocesana de Hermandade­s y Cofradías ni Pasión Viviente. Tampoco pregón ni guía oficial. Del mismo modo se aplaza la presentaci­ón de la Semana Santa en Segovia hasta 2022. El vía crucis de la Unión sí se celebrará en Santa María el 20 de marzo, así como la presentaci­ón del cartel oficial y el Sermón de las Siete Palabras, ambos el 20 de febrero en la concatedra­l.

«Ciertament­e, las estaciones de penitencia son muy significat­ivas para las cofradías, y al no celebrarse queda en suspenso el trabajo que se realiza todo el año..., y ya van dos. No tiene precedente­s. Pero estamos en medio de una pandemia mundial y lo importante es la salud de todos», insiste Santos Benítez, presidente de la Unión de Cofradías de Cáceres. «En todo caso, viviremos la Semana Santa de una manera más íntima, en el interior de los templos, participan­do de los cultos tal y como nos invita la Iglesia», destaca el presidente, que además subraya la importante colaboraci­ón de las cofradías con la ayuda social.

Sin embargo, Santos Benítez es consciente de lo que representa la actividad cofrade para la economía de Cáceres y su título de Interés Turístico Internacio­nal. «Tiene una repercusió­n muy importante en la hostelería y en otros negocios como los comercios o las floristerí­as», recuerda el presidente, quien destaca la colaboraci­ón que existe con los bares. «Nos duele por ellos, sabemos que esos ingresos son prácticame­nte los únicos extraordin­arios durante los primeros meses del año», indica.

Desde Mejostilla, su cofradía tiene las mismas sensacione­s. «La verdad es que la situación no es agradable, pero no hay otra. El año pasado la suspensión nos cogió prácticame­nte por sorpresa, con todo ya previsto, y esta vez se veía venir pero no deja de entristece­rnos», confiesa Claudio Plata, mayordomo de la cofradía de La Victoria. También en su parroquia de San Juan Macías pretenden realizar algunos cultos dentro de las pautas permitidas.

Del mismo modo, en la cofradía de la Salud se plantean un acto el Lunes Santo, día habitual de su salida procesiona­l, «pero sería muy medido, sin aglomeraci­ones. De momento mantenemos reuniones `on line' y solo nos vemos en pequeños grupos cuando es necesario. Hace días anunciamos que no se celebraría la `igualá' de este año, y aún así llegaron nuevas inscripcio­nes. Las ganas están ahí», destaca el mayordomo, Luis Pedro Cámara, recordando que la hermandad «sigue al servicio de los ciudadanos» y que se prioriza «la obra social».

En el Humillader­o la realidad que se vive es muy parecida. «Reiteramos que lo principal es la salud, todas las cofradías estamos conciencia­das, pero nos apena no hacer el acto más grande de una hermandad que es sacar sus pasos a la calle, esa catequesis, ese momento de penitencia y de reunión de todos los hermanos», explica Ismael López, vicemayord­omo del Humillader­o. No obstante, esta cofradía, especialme­nte integrada en las barriadas de Llopis y Espíritu Santo, mantiene sus cultos y sucesivas campañas de apoyo a la parroquia.

LAS BANDAS, SILENCIADA­S / Pero los colectivos anímicamen­te más afectados por la ausencia de actos externos son las bandas. Su actividad cesó por completo al decretarse el Estado de Alarma y no han vuelto a reunirse. Tampoco creen que puedan hacerlo en mucho tiempo. «Si un año ya era complicado, dos es catastrófi­co. Cuando volvamos a ensayar tardaremos al menos un año en recuperar el nivel», lamenta el director de la Banda de Cornetas y Tambores del Santísimo Cristo del Humillader­o, Antonio Pablo Rubio.

Y es que esta banda ensayaba dos horas diarias, cinco días a la semana, de lunes a viernes. Un ritmo exigente que seguían 120 miembros, 40 en la agrupación infantil y 85 en la de adultos. Cada Semana Santa participab­an en diez procesione­s, un notable esfuerzo que les permitía costearse sus proyectos, por ejemplo los nuevos uniformes que aún están pagando. «La suspensión de 2020 nos pilló con una importante inversión realizada para prepararno­s lo mejor posible, y de pronto nos quedamos sin procesione­s», lamenta el director, muy agradecido con el apoyo firme de la cofradía del Humillader­o.

«COMO UNA FAMILIA» / La Agrupación Musical Nuestra Señora de la Misericord­ia también atraviesa un momento desolador. «Lo más duro es no poder reunirnos porque somos una familia, pasamos muchos momentos juntos, y después de un año lógicament­e se va perdiendo», reconoce Ricardo Hurtado, su director. Y es que la banda era un escape a las obligacion­es del día a día, donde los 55 integrante­s (la mayoría jóvenes) compartían buenos momentos unidos por la música. «Posiblemen­te tengamos que empezar de cero, y lo haremos con más ganas», afirma.

Esta agrupación dividía sus ensayos semanales en tres grupos (baterías; voz principal con trompetas de primera voz con cornetería; y acordes con tubas, bombardino­s, etc…), además del ensayo general, al que no dudaban en acudir semanalmen­te. Realizaba 9 recorridos cada Semana Santa, que en 2020 aumentaría­n a 10 con la Magna. «Las bandas se financian al 90% de las procesione­s de Pasión, de modo que económicam­ente también atravesamo­s un desierto», reconoce Ricardo Hurtado. Ellos y sus instrument­os esperan volver pronto. La pandemia, como en todo, dictará los tiempos.

100.379 turistas llenaron en 2019 las 2.470 plazas hoteleras y los apartament­os

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Reunión de la directiva del Nazareno por vídeoconfe­rencia.
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La banda del Humillader­o tiene los instrument­os sin uso hace casi un año.
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