El nuevo discípulo de la saga fotográfica de los Caldera
Santiago Caldera ejerció de zapatero y hasta repartió novelas por entregas, pero su gran pasión fue la fotografía, un oficio al que se dedicó por entero Ahora, su biznieto Javier Caldera Fernández de los Muros toma el testigo
Caldera retrató a cientos de niños, a los soldados que se licenciaban y a las parejas de novios
Su nieto, joven estudiante de Bioquímica destaca en las redes sociales por sus creaciones
Primero ejerció de zapatero y hasta repartió novelas por entregas, pero la gran pasión de Santiago Caldera, casado con Petra González y padre de 13 hijos, fue siempre la fotografía. Aquel trabajador incansable no tardaría en convertirse en toda una institución en la ciudad haciendo retratos de calle que se guardan en álbumes, marcos y cajones de cientos de cacereños.
Estaba en todas partes, al principio con su caballo de madera que hizo popular el dicho de `Eres más famoso que el caballo de Caldera, que no come pero da de comer». Y después con aquel inolvidable Bambi, un muñeco que colocaba en Cánovas y que utilizaba para los montajes.
Caldera retrató a cientos de niños, a los soldados que se licenciaban, a las parejas de novios que se enamoraban. Supo llegar al corazón de la gente y comenzó una saga que continuó con tres de sus hijos, Domingo, Tito y Enrique, todos ellos dedicados al mundo de la fotografía o el audiovisual.
Cuando el apellido Caldera parecía haber guardado el clic en la estantería, ahora pasea en ese inmenso catálogo de Twitter e Instagram un nuevo discípulo: Javier Caldera Fernández de los Muros, o más bien San Javier, que a sus 18 años ha heredado en su objetivo la maestría de su bisabuelo.
El joven estudiante de Bioquímica, nieto de Enrique, cámara de Televisión Española, e hijo de Jorge, que también desempeña ese oficio en la misma cadena, explica que desde pequeño le gustaba ayudar a su padre, ver a su tío Daniel Fernández de los Muros con su cámara o contemplar la habitación en la que su abuelo guardaba las mejores reliquias.
Un día cogió de un cajón uno de aquellos aparatos que había por casa y comenzó a practicar; un manual de internet le dio las primeras nociones y su ojo y sus dedos hicieron todo lo demás. La fotografía callejera es su especialidad; imágenes de la gente y muchas instantáneas de Cáceres se suman al muestrario diario.
El recuerdo
Su afición a la astrografía también le ha llevado a publicar fotos inéditas del firmamento cacereño. Cielos limpios, nebulosas y galaxias que retratan la belleza de Cáceres. «Mi abuelo Enrique falleció en 2012 cuando yo era pequeño, me da rabia que no pueda ver ahora mis trabajos», confiesa el joven.
Y es que su abuelo, que pasó la infancia como el resto de la familia en las Casas Baratas, comenzó con 12 años a recorrer con su padre los pueblos la provincia para hacer fotografías. Lo hacían a bordo de La Serrana, un autobús que más de una vez utilizaba la baca como asiento para los viajeros.
Enrique siempre destacaba la constancia de su padre y el sacrificio de su madre. Corrían los años 50 y a los pocos meses de que el boom de la televisión estallara en España, Enrique, junto a Luis Bravo, se hizo corresponsal de TVE en Cáceres. «La tele es mi pasión, será
lo que me entierre», decía a menudo el célebre Caldera, quien dejó constancia gráfica de la historia cacereña y del que quedan algunas escenas memorables para el recuerdo como la grabación en la plaza de San Jorge en 1992 de la película `1492: la conquista del paraíso', protagonizada por Gerard Depardieu.
El mayor de los varones de la saga fue Domingo, fallecido en 2016. Comenzó a trabajar a los 10 años y se hizo muy conocido por su tienda de la avenida Clara Campoamor. También empezó en el negocio de la mano de su padre. Juntos pusieron de moda las `fotos al minuto'. Cada día se ponían a las puertas de la iglesia de San Juan y realizaban docenas de instantáneas.
Tito Caldera, fallecido en septiembre de 2019, otro miembro de la familia, famoso por su blanca melena, fue un auténtico fotógrafo de la vida cotidiana y su cámara inmortalizó momentos históricos de Cáceres: visitas de reyes, de jefes de Estado, miles de acontecimientos culturales, teatrales o deportivos. Había cumplido 15 años cuando empezó a trabajar en un estudio fotográfico que su familia tenía en la calle Moret.
Los Caldera forman, indefectiblemente, parte de la historia de Cáceres. Fotografiaron muchas bodas, tantas como José Luis Caldera, el sacerdote de la familia, ha oficiado. Fue profesor del Norba, capellán de Las Carmelitas, predicador en las Josefinas, en el sanatorio de La Consolación, un hombre todo bondad.
La saga se suma a otros grandes fotógrafos que ha tenido la ciudad como Valentín Javier, Juan Guerrero o Andrés Burgos. Precisamente este último compaginó su puesto de fotógrafo en EL PERIODICO EXTREMADURA y el Marca. Acudía a los toros, al fútbol, a las inauguraciones, a las visitas de ilustres personalidades. Cuando terminaba se iba para casa. Con ayuda de sus hijos, secaba las fotos en el brasero, y él mismo o a veces sus pequeños, las llevaban a la sede del diario, primero en La Generala, después en La Madrila.
Pero además, Burgos hacía fotos en los viajes de don Severiano, también para el Hospicio (que estaba en San Francisco) y para el archivo de la residencia, un material que luego era utilizado por los médicos para avanzar en sus investigaciones. Hasta el domicilio de Burgos acudían igualmente a fotografiarse los cacereños que tenían que sacarse el carnet de identidad, que se sellaba en el Gobierno Civil. El bueno de Andrés colocaba un atril, una sabanilla detrás y !!!zas!!! flashazo que te crió.
La feria
La presencia de Caldera en la Feria de Mayo era una tradición. En San Fernando las monjas del Colegio San José, que estaba en Santa Gertrudis, llevaban a las internas a la feria del Rodeo cuando en el Rodeo no estaba la Residencia y solo existían en Cáceres la Casa de la Madre y el hospital Provincial. En el Rodeo había ganado y cacharritos: los caballitos, la noria, las cadenas, las barcas de madera y el tren de la bruja, que era la atracción estelar. Luego estaban los puestos de turrón y de juguetes, que esos solían ponerse por la avenida de la Montaña, y a veces también estaban en Colón y en la avenida del Brocense, donde ahora están el pabellón polideportivo y el instituto.
En ocasiones las monjas aprovechaban la feria para que sus alumnas se hicieran una foto. En aquellos años era muy común el bambi o el caballo de madera que Caldera utilizaba para sus montajes fotográficos. En feria, en lugar del bambi o del caballo, Santiago utilizaba una Vespa, así que cientos de niños cacereños se hacían la foto de la feria junto a la Vespa de Caldera, una institución que ahora ya tiene a San Javier: su nuevo discípulo.
Caldera utilizaba no solo el Bambi y el caballo de cartón; llegó a usar en sus montajes una Vespa
En la feria, las
monjas del San José, en Santa Gertrudis, llevaba a sus alumnas a hacerse la foto