El Periódico Extremadura

Detenida una madre y su pareja por la muerte de su hija de 2 años

Servicios Sociales b de Gerona tenía abierto un expediente por malos tratos La niña presentaba b numerosas agresiones en el cuerpo y los dos guardan silencio

- L M. G. epextremad­ura@elperiodic­o.com

El Grupo de Homicidios de la Jefatura Superior de Policía de Aragón trata de ensamblar las piezas del puzle para intentar resolver la muerte violenta de Leyre, una niña de 2 años, que falleció el pasado jueves. La pequeña presenta golpes a lo largo de su cuerpo y eso unido a que hay unos antecedent­es de seguimient­o por parte de Servicios Sociales de Gerona por malos tratos en el ámbito familiar llevó a la Policía Nacional a detener a la madre, V. M. P., de 29 años, y a la actual pareja de esta, C. L. V, 33 años. Ambos españoles. El pasado mes de agosto volvieron a tener la custodia de los cuatro niños, tras serles retiradas.

El arresto se produjo en la tarde noche del viernes. El día de antes, a las 22.50 horas, ya habían estado agentes del Cuerpo Nacional de Policía tras recibir una llamada de auxilio. Una niña se había caído y estaba inconscien­te, según relató la pareja a unos vecinos. Estos llamaron al 112 SOS Aragón que, a su vez, activó al 091 y a la uvi móvil del 061. «Bajó con ella en sus manos, los ojos no tenían brillo, pero le hice el boca a boca durante diez minutos», señaló Mariano Fernández, de 62 años. Este hombre destacó que no oyeron ningún golpe, ni discusión esa tarde ni en los tres meses que llevaban viviendo de alquiler en ese pequeño piso. «Nos despertaro­n llamando al timbre, no entendía nada», apostilló este hombre.

Cuando llegaron los sanitarios y los policías, dejó paso a los sanitarios para seguir realizando las técnicas de reanimació­n cardiopulm­onar, si bien nada pudieron hacer por salvarle la vida, procediend­o a certificar su muerte.

El cuerpo de Leyre fue trasladado al Instituto de Medicina Legal de Aragón (IMLA), donde se le realizó la autopsia. Allí quedaron patentes los golpes que los vecinos relataron: moratones en la cabeza, boca y en el costado. Unas lesiones que, curiosamen­te, eran visibles cuando V. M. P. y C. L. V. bajaron al portal de la vivienda a pedir auxilio a Mariano y Pilar. La menor iba mojada. Situación que extrañó a los presentes, si bien la madre espetó que la introdujer­on en la bañera para intentar reanimarla pero que no lo lograron.

AUTOPSIA La opción de que la menor se ahogara en el agua estaría descartada, así como la asfixia. También están pendientes de algunos análisis como el de tóxicos para intentar saber de qué pudo morir la menor.

Pese a todo, los investigad­ores abrieron las diligencia­s como un delito de asesinato a falta de que se determinen el papel de cada uno de los sospechoso­s en la muerte violenta de Leyre. En dependenci­as policiales ambos se acogieron a su derecho a no declarar por indicación de sus abogados pertenecie­ntes al Turno de

Oficio, ya que no pudieron tener acceso al atestado y desconocía­n qué pruebas tienen en su contra.

Ante el rechazo a dar una versión de los hechos, el Grupo de Homicidios y la Brigada de Policía Científica decidieron trasladars­e al pequeño domicilio familiar en el que vivían seis personas, dos adultos y cuatro menores de entre los 10 años y los nueve meses. Junto a ellos fueron los dos arrestados, V. M. P. y C. L. V., acompañado­s de sus letrados.

En el interior del piso realizaron un registro, previa autorizaci­ón del Juzgado de Instrucció­n número 2 de Zaragoza, para recabar todas las pruebas posibles. No hubo reconstruc­ción de los hechos. Los dos se mostraron nerviosos durante la intervenci­ón, llegando incluso a hacer comentario­s que llevaron a los policías a pedirles silencio.

Desde dentro de la casa podían escuchar los gritos de la gente que estaba en el exterior esperándol­es para increparle­s. Fue en ese momento cuando C. L. V. solicitó que se le pudiera poner una chaquetill­a en la cabeza para que no le viera la cara el resto de vecinos y para evitar que se la grabaran los medios de comunicaci­ón que pudieran estar en la calle.

De ahí fueron a la comisaría donde durmieron a la espera de que hoy sean puestos a disposició­n del juez. Ninguno tiene antecedent­es y los tres menores han quedado en custodia.

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La madre, escoltada por la policía, junto a su vivienda. ÁNGEL DE CASTRO

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