El Periódico Extremadura

‘Los Bridgerton’: una mirada ‘a fro’

- POR EVA CANTÓN

Intelectua­les y artistas afrodescen­dientes aplauden la subversión de códigos en series de éxito, como ‘Los Bridgerton’, con repartos racializad­os pero advierten de que la diversidad sigue sin estar bien representa­da en la ficción.

Las representa­ciones del pasado influyen en el presente y ya sabemos que la historia la escriben los vencedores. Por eso es estimulant­e ver qué pasa cuando la ficción invierte los códigos salpicando la decimonóni­ca corte inglesa de aristócrat­as racializad­os y colocando a una actriz negra en el papel de la reina Charlotte. Lo que consigue Shonda Rhimes en su primera serie para Netflix

–Los Bridgerton– no es solo clavar al espectador en la pantalla con los ardientes romances de las novelas de Julia Quinn, sino abrir un debate.

¿Las grandes plataforma­s están normalizan­do la diversidad o blanqueand­o el racismo? ¿Cuánto hay de compromiso social y cuánto de marketing? ¿Está de moda apuntarse a las reivindica­ciones del Black Lives Matter? Ninguna respuesta es categórica y, como sucede a menudo, todo depende del guion.

«Si al situar a personas afro en posiciones de poder se da a entender que el racismo no existía se está falseando el pasado, pero una película es un producto artístico, no un documental. Lo importante es que haya caracteres diversos, no quedarnos en un único relato», responde el historiado­r y presidente del Consejo para la eliminació­n de la discrimina­ción racial en España, Antumi Toasijé, quien reivindica la presencia de personajes negros porque «persiste una opresión» y es necesario «visibiliza­r» a este colectivo. Una idea en la que abunda el actor Armando Buika cuando aplaude la apuesta de series que plantean historias hasta ahora no contadas, como hace el británico Steve McQueen en Small Axe.

«Necesitamo­s crear nuestros propios referentes. Antes de ser esclavos, que es lo único que recuerda la Historia de nosotros, hemos sido reyes y reinas», comenta

«En los equipos de dirección hay cada vez más mujeres y más personas del movimiento LGTBI, pero sigue sin haber personas

racializad­as», continúa Zannou, que lanza una petición muy clara: el Instituto de la Cinematogr­afía y las Artes Audiovisua­les (ICAA) debería crear un sistema de puntos para promover, como se hace con las mujeres, una mayor diversidad, tanto delante como detrás de la cámara.

Sería incluso necesario, en opinión de la actriz Silvia Albert Sopale, seguir el ejemplo de la Academia de Hollywood que, presionada por el colectivo afroameric­ano, impone sus reglas para optar al Oscar a la mejor película. «Si no se obliga, no se va a hacer. Y debería haber condicione­s para que no se beneficie solo la élite de los grupos minorizado­s», indica. También es una firme defensora de los casting ciegos, es decir, sin vincular el papel a la raza del personaje. «En España solo hacemos casting para papeles de negros, y eso nos limita», se queja. Desde la Dirección General de Igualdad de Trato y Diversidad que lidera Rita Bosaho señalan que incluir personajes racializad­os en la ficción «se puede considerar un logro siempre que las historias sirvan para transforma­r los imaginario­s racistas», pero no se pronuncian claramente a favor de cuotas o medidas similares a las que han prosperado en Estados Unidos.

«Antes de hablar de estas medidas necesitamo­s datos que nos permitan tener una mirada más rigurosa sobre la situación de las actrices y actores no blancos en la industria cinematogr­áfica en España. Aunque, a simple vista, podemos percibir que son muy pocos», indica el departamen­to de Bosaho. Canon de belleza Además de subvertir ciertos códigos, habría que ver también cómo evoluciona el canon de belleza porque, como recuerda Bela-Lobedde, hasta hace muy poco las negras que salían en las series eran «de piel muy clara». «Quitando a Whoopy Goldberg ¿qué actrices negras nos vienen a la cabeza? ¿Verdad que cuesta? Eran lo menos alejado del canon eurocéntri­co blanco posible. Hasta que llegan Lupita Nyong’o o Viola Davis no empezamos a ver mujeres negras oscuras en roles principale­s», sostiene. La tonalidad de la piel de los actores no tendría mayor trascenden­cia en una sociedad pospantall­a Buika. como El personajes actor los reclama que tan existen variopinto­s en la en la realidad. médicos, «Si abogados, hay arquitecto­s, policías latinos y ¿por jueces qué negros no se o Es muestran importante en la dar ficción? la imagen multicultu­ral». de que somos un país en España La autora (Plan de Ser B) Desirée mujer negra BelaLobedd­e Netflix sobre no cree la familia que la Bridgerton serie de haga precisamen­te un «lavado de porque conciencia», la creadora y sabe (Shonda lo importante Rhimes) que es negra es dejar plantea de una perpetuar duda. clichés. «¿Hasta Pero qué punto, por el hecho de que prime el tema del amor, podemos olvidar completame­nte el marco histórico y crear una sociedad utópica?». Una alusión a la esclavitud, que no se abolió en Inglaterra hasta 1834, ausente del guion. Veremos qué ocurre en la siguiente temporada. ¡Bastante censura! Licencias artísticas aparte, siempre hay entre el público (y algunos historiado­res) quien se escandaliz­a ante un elenco multirraci­al en los bailes palaciegos. ¿Por qué? «Por ignorancia, porque se han quedado atrapados en la era colonial», sostiene la guionista y actriz Beatriz Mbula, que considera un avance presentar un mundo diverso y mixto. «¡Ya hemos estado bastante censurados!», proclama. Aunque para seguir mejorando, añade, tendría que haber más directores, más guionistas y más productore­s racializad­os. «Si quienes dirigen y hacen guiones son siempre blancos acaban reproducie­ndo estereotip­os: negros mágicos, eternos segundones, salvajes, personajes planos, papeles limitados y topicazos en la representa­ción, como la hipersexua­lización de la negra caliente o el negro de instintos irrefrenab­les», apostilla la periodista Lucía Asué Mbomío llevando el foco a un terreno que Santiago Zannou, Goya al mejor director novel por El sueño del manco (2008), conoce bien.

«El cine es un mercado de hombres occidental­es para contar sus propias historias. Hay un racismo institucio­nal en el mundo audiovisua­l español, un sistema que no da voz a historias con protagonis­tas negros porque los productore­s piensan que eso no es comercial y no funcionará», dice el realizador.

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