Biden reactiva el compromiso con la ONU para contener a China
La embajadora ante b el organismo tilda al país asiático de «amenaza» mundial EEUU recupera el b multilateralismo desdeñado por el Gobierno de Trump
Entre las primeras medidas que adoptó Joe Biden al llegar a la presidencia de Estados Unidos estuvieron acciones ejecutivas para retornar al Acuerdo del Clima de París, frenar la salida de la Organización Mundial de la Salud y restaurar el programa de asentamiento de refugiados. Fueron decisiones «bienvenidas cálidamente» por el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, con las que Biden revertía pasos dados por Donald Trump.
La reactivación del compromiso del demócrata con el organismo internacional, no obstante, va más allá de la lucha contra la emergencia climática –ha convocado una cumbre internacional para el 22 de abril– y la pandemia del covid o el retorno a los estándares internacionales humanitarios en asilo y uno de sus claros objetivos es frenar el avance de China en los últimos años, especialmente dentro de la ONU, aprovechando la retirada de Trump del multilateralismo.
Esa prioridad fue deletreada ayer en el comité de Relaciones Internacionales del Senado por Linda
Thomas-Greenfield en su vista de confirmación como embajadora ante la ONU (un cargo al que Biden devuelve el rango de miembro de gabinete). La veterana diplomática adoptó la línea dura en su discurso sobre China, tildó a Pekín de «adversario estratégico», aseguró que representa una «amenaza para sus vecinos y en todo el mundo», denunció sus «violaciones de derechos humanos» y sus «ambiciones autoritarias» y prometió plantar cara en el Consejo de Seguridad y en el resto del organismo internacional.
«Sabemos que China está trabajando en todo el sistema de la
ONU para impulsar una agenda autoritaria que se alza en contra de los valores fundacionales de la institución, valores estadounidenses», dijo. «Su éxito depende de nuestra continua retirada».
El concepto de Thomas-Greenfield en la ONU, y por extensión de Biden, es retornar a todos los órganos de los que Trump se alejó y ponerse al día en las contribuciones, ya que la Administración Trump retuvo casi 1.000 millones de dólares en financiación. Concretamente la diplomática citó no solo la OMS sino también, por ejemplo, la Unesco o la Agencia para los Refugiados de Palestina. «No pagar nuestras facturas realmente minimiza nuestro poder y liderazgo y necesitamos pagar para tener un asiento en la mesa», insistió. «Si estamos fuera no tenemos voz».
Aunque se da por segura la confirmación en el pleno del Senado de Thomas-Greenfield, que fue embajadora en Liberia y estuvo al frente de Asuntos Africanos en el Departamento de Estado de Barack Obama, la vista de ayer mostró también las reticencias a su figura entre algunos republicanos, especialmente por un polémico discurso en el 2019, porque
Journal,
The Wall Street su intervención fue patrocinada por el Instituto Confucio y suavizó las intenciones chinas en África.
Ayer la diplomática mostró su «profundo lamento» por haber ofrecido aquel discurso, pero lo enmarcó en sus esfuerzos por promocionar la carrera diplomática entre jóvenes negros y también defendió su «largo historial de hablar de la influencia maligna de China». Aun aplaudiendo esfuerzos de su predecesora, Kelly Kraft, por contener a Pekín en el Consejo de Seguridad, Thomas-Greenfield apostó por sumar aliados, algo en lo que «fracasó» la administración de Trump.
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