El Paseo Marítimo
En el plazo de dos años Cáceres verá el inicio de unas obras que supondrán un cambio en el concepto urbanístico de la ciudad. Afectarán a 900 metros de la Ronda de Vadillo. Con ellas, la ciudad tendrá en la Ribera del Marco su primer paseo marítimo de agu
Vadillo dispondrá de
huertas peatonales y un paseo integrado y naturalizado con el tránsito acuático
¿Qué son 900 metros en siete kilómetros? Serán la vida multiplicada, el universo expandiendo sus pasos, un puerto donde se acorte la distancia de la decadencia. Serán eso en clave poética, en lenguaje político supondrán «la reforma del eje fundamental de desarrollo de la ciudad», así lo define el alcalde, Luis Salaya. La Ribera aguarda el proyecto que iniciará su recuperación: 900 metros medidos por el Ministerio de Transición Ecológica porque el progreso no puede detenerse y el Marco espera su gran oportunidad para que su cascada no corra entre matorrales y su cauce vuele limpio hacia su desembocadura en el Guadiloba.
900 metros que separan el cruce de San Blas con el de Empresariales, lo que popularmente se conoce en Cáceres como la Ronda de Vadillo. El vadillo es el lugar de un río con fondo firme, llano y poco profundo que se puede recorrer a pie. El puente del mismo nombre tuvo una entidad especial porque estaba situado en la salida nordeste de la villa, daba paso al camino de Monroy y al de Trujillo, importante lugar de cita de ganados y mercancías.
En sus escritos, el profesor Sanguino Michel detalla que la pasarela se mandó construir, o al menos traer la piedra para su construcción, el 18 de noviembre de 1530. En aquel tiempo todos los puentes eran de cantería, de forma que (cita textualmente) «mandose traer el mayordomo 50 carretas de piedra a la puente que había de hacerse en el vadillo».
En la actualidad dicho puente queda integrado en la calle al disponer de acerado, asfaltado y estar delimitado por muros de fábrica de mampostería que constituyen los cerramientos de las propiedades colindantes, y que ocultan la vista de la Ribera.
Debajo, escondido por el espantoso colector de aguas residuales, sepultaron el primitivo puente de cantería labrada. Era de un solo ojo, con arco y bóveda rebajada, en esviaje en relación con el actual cauce, ampliado en su ancho con un apósito de hormigón y bovedillas, en forma de forjado, y todo apoyado en un muro de hormigón.
El ojo perdió capacidad de desaguar al estar atravesado transversalmente por ese colector de grandes dimensiones y, longitudinalmente, por una tubería de agua potable. Cuando el nivel del cauce aumenta produce un tapón a modo de presa. En esos casos, el viejo cauce a los pilares hace de aliviadero, y eso que los vecinos se ocupan de mantenerlo limpio.
Junto al puente desagua un ramal del arroyo Río Verde, la antigua cagancha. Por suerte, en esa zona se conservan los abrevaderos originales, que son el único regusto para la vista que queda en pie, donde el alcalde y los concejales Licerán, Pulido y Costa posan para este diario.
Tranquiliza que al menos en esta legislatura esté marcado un plan para la Ribera, que pasa por la creación del Laboratorio de Circularidad Agroalimentaria, nombre rimbombante que en realidad es una iniciativa para poner en valor los productos de las huertas ubicadas en el espacio anexo a la finca de Carvajal.
Se hará a través de la Universidad Popular y a los productos cultivados se les dará una salida en el Mercado de la Ronda del Carmen.
Son, en este caso, huertos experimentales y de transformación de los productos para un fin social.
El proyecto se desarrollará entre los años 2020 y 2022 con un presupuesto de 730.000 euros. Tratará de ofrecer un modelo innovador que impulse las industrias verdes en cultura, turismo y comercio, crear empleos en nuevos sectores socialmente responsables, mejorar el acceso a servicios básicos y fomentar el uso eficiente de los recursos y la energía.
El laboratorio se concibe como un espacio físico y virtual para plantear iniciativas cuyo objetivo sea que el valor de los productos, los materiales y los recursos se mantengan en la economía durante el mayor tiempo posible y reducir al mínimo la generación de residuos.
El recorrido
Pero lo más visual será el proyecto de saneamiento. Se trata de una inversión ministerial de 86 millones de euros que se destinarán a mejoras en diversas áreas de la capital, uno de ellas la Ribera del Marco. La actuación se centrará en esos 900 metros de Vadillo. El pasado mes de diciembre el pleno municipal aprobó el anteproyecto, que se ha pasado a la Confederación Hidrográfica del Tajo, organismo competente sobre el cauce, para sacar las obras a licitación. El ejecutivo municipal calcula que comiencen en el plazo de dos años.
Esta será, indudablemente, una de las acciones más vistosas de cuantas se han realizado en la Ribera a lo largo de su historia. El propósito pasa por hacer peatonales las huertas, crear una zona de paseo integrada en dos sentidos, con carriles bici, iluminación y el tránsito acuático naturalizado. Para los trabajos no será necesario expropiar terrenos puesto que esa tarea se ha ido realizando durante anteriores legislaturas municipales.
Tras la finalización de las obras, Cáceres tendrá su primer paseo marítimo de agua dulce. Eso marcará el nuevo concepto urbanístico de la capital, respetuoso con el medio ambiente, una actuación capaz de poner en valor el pulmón oculto de la ciudad.
El frescor sombrío del Marco hará entonces asomar el rayo, los lirios y las verdes cañas, los crepúsculos rojos, las nubes y los campos; hará más transparentes los cielos estrellados, más allá del río a veces insano de la vida. Serán 900 metros de una Ribera a la que ya solo le quedarán poco más de 6 kilómetros para recuperar al completo los bellos colores de su océano.