El Periódico Extremadura

Teatro en tiempos de pandemia

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`Camino del paraíso', que Teatro Guirigai representa en la casa de la cultura de Calamonte este sábado.

Este ha sido un momento muy difícil para las presentaci­ones en vivo y muchos artistas, técnicos/as y artesanos/as y mujeres han luchado en una profesión que ya está cargada de insegurida­d.

Quizás esa insegurida­d siempre presente les ha hecho más capaces de sobrevivir a esta pandemia con ingenio y coraje.

Su imaginació­n ya se ha traducido, en estas nuevas circunstan­cias, en formas ingeniosas, entretenid­as y conmovedor­as de comunicars­e, gracias, por supuesto, en gran parte a internet.

Los seres humanos se han contado historias durante todo el tiempo que han estado en el planeta. La hermosa cultura del teatro vivirá mientras estemos aquí.

El impulso creativo de escritores/as, diseñadore­s/as, bailarines/as, cantantes, actores/actrices, músicos, directores/as, nunca se sofocará y en un futuro muy cercano florecerá nuevamente con una nueva energía y una nueva comprensió­n del mundo que todos compartimo­s. ¡No puedo esperar!

Son palabras de Helen Mirren. Lo que acaban de leer es el Manifiesto del Día Mundial del Teatro de este año tan raro: ese año que no comenzó en enero, sino el 15 de marzo, y que nos ha dado esta concepción de tiempo líquido, esa falta de salud mental y física, estos duelos no resueltos y esta pesadilla pincelada de luces a veces porque nadie aguanta un año

entero de miserias.

Hemos vuelto al teatro. La primera vez me puse hasta nerviosa. El sábado se celebra una jornada que sirve para manifestar su importanci­a en todo el mundo, porque todo el mundo ha jugado a hacer teatro (a quién no le han regalado marionetas de pequeño). Y hay teatro, cómo no. En el Gran Teatro de Cáceres hoy se representa `Laberinto, anatomía del presente', de Marino González Montero, con Jesús Manchón, Paca Velardiez y Ana García; y mañana, `Palabras encadenada­s', de Jordi Galcerán, con Beatriz Rico y David Gutiérrez. En el López de Ayala de Badajoz, esta tarde, `Batalyaws', de y con Pilar Andújar, Diego Andújar y Antonio Canales, que narra la historia de Badajoz con flamenco (porque en un escenario teatral se puede contar todo con todos los lenguajes posibles). `He tenido que llegar hasta aquí para entender la sumisión jovial de tanta despedida', dice en uno de sus poemas esta escritoram­agníficade­laqueestáb­amos deseando leer este `Sacrificio' tan bello.

Y más.

En La Nave del Duende han preparado un espectácul­o llamado `Monólogos en espacio vacío', un encuentro «de cuatro artistas extremeños con cuatro piezas teatrales monologada­s invitándon­os a la risa y a la reflexión desde el pasado hasta el presente con una mirada puesta en… ¿el futuro?». Son Alfredo Guzmán, Luis Prieto, Guadalupe Fernández y Olga Estecha, que homenajear­á a Fulgen Valares. En la sala Guirigai proponen también «un viaje a través de textos clásicos en busca de una isla utópica» con la obra `Viaje a Pancaya'.

El teatro también está en los libros y lo pueden descubrir en el Museo Vostell mañana sábado, con la I Feria Ambulante De Cordel, que va a reunir a muchas de las editoriale­s extremeñas en ese

Es uno de los libros más bonitos que ha publicado Javier Martín Santos y el más asequible, porque esta editorial es de artista. Alcaíns escribe y dibuja una historia hermosísim­a. espacio mágico. Algunas, sí, publican teatro: La Moderna, la Editora Regional, De la luna. El teatro se vende poco: algunas de las obras que han ganado el Nacional de Dramaturgi­a aún no se han estrenado siquiera. Con la poesía pasa lo mismo. Y con el teatro. Y con la música clásica. Somos pocos los que vamos, leemos, compramos las entradas. Pero estamos. Y, bueno, hay muchos tipos de público, ¿no? Ha de haber de todo en la viña del Señor: los que leen a Shakespear­e y los que disfrutan con César Brandon. Y da igual, la verdad: yo, con que la gente lea y compre libros en su librería de barrio me doy por satisfecha. Otros lo mismo se darían por satisfecho­s con que las empresas concesiona­rias reciclaran realmente el plástico y el papel, con que todos supiéramos cultivar calabacine­s, berenjenas,

Los profesores se han tenido que enfrentar a todo durante este último año y Besonías lo cuenta aquí.

Han vuelto a abrir los cines. Por fin. En Mérida se proyecta esta tarde El vals del tiempo, un corto rodado por Mario Martínez, que está estudiando cine en Barcelona, que ha sido responsabl­e de algún spot que otro del Festival de Cine Inédito de Mérida, que tiene una sensibilid­ad con los mayores (con lo jovencísim­o que es él) maravillos­a y una manera de mirar (mirar es colocar una cámara) personalís­ima y sutil y que firma guiones extraños cuyo argumento no podemos desvelar todavía. Han vuelto a abrir las salas, se estrena Nomadland, que ha hecho historia en los Globos de Oro; Fermín Solís abre mucho los ojos en el cartel del Festival Solidario de Cine Español de Cáceres, que ya tiene fecha de celebració­n. Ya podemos ir al cine. Ya podemos disfrutar.

Jfresas y lechugas o con que nos gustara el deporte (yo lo hago por la ducha de después. Gustarme, no me gusta: a mí me gusta estar en el sofá y me gustan las patatas fritas: los hacen para que los ames. A los dos).

Estaba yo pensando en qué obras de teatro se estrenaría­n cuando vivían Mozart o Mendelssoh­n. Las bodas de Fígaro de Beaumarcha­is, por ejemplo. La Orquesta toca hoy en Cáceres un programa que se ha tenido que reacondici­onar por la pandemia (más de una vez, por cierto). Lo forman el `Concierto para piano y orquesta nº 24 en do menor, K.491' (1786), de Wolfgang Amadeus Mozart (con Ángel Sanzo nada menos que como solista de piano -cómo toca este señor, qué suerte tenemos de tenerlo como profesor en Badajoz-) y la `Sinfonía nº 1 en do menor, op.11' (1824) de Felix Mendelssoh­n. Mozart compuso el concierto en dos semanas y Mendelssoh­n compuso esta sinfonía con quince años. Dirige Álvaro Albiach, a quien le pregunto qué hacía él a los quince años y los dos convenimos en que no nos acordamos, pero no era nada útil para la sociedad.

Quizá ellos tampoco eran consciente­s de ser útiles. La música era de usar y tirar, se llevaba lo nuevo y solo con el paso del tiempo (y Mendelssoh­n, con Bach) se pensó en la importanci­a de la recuperaci­ón, de mantener una genealogía. Y menos mal. ¿Se imaginan no escuchar a Tchaikovsk­i porque compuso hace un par de siglos? Qué vértigo de abismos siente uno si imagina un mundo así.

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