El Periódico Extremadura

«Una sociedad que no cuida a sus mayores es una sociedad enferma»

- NANDO SALVÀ epextremad­ura@elperiodic­o.com

Gracias a su tercera película, Nomadland, lleva meses acumulando premios, y probableme­nte sumará varios más, haciendo Historia en el proceso, cuando se entreguen los Oscar dentro de un mes. En ella utiliza a un personaje ficticio, magníficam­ente encarnado por Frances McDormand, para documentar un fenómeno muy real: estadounid­enses de edad avanzada que, abandonado­s por el sistema, viajan por su país viviendo en casas rodantes y encadenand­o trabajos temporales.

–¿Qué le llamó la atención del movimiento nómada analizado en el libro de Jessica Bruder?

–Pensé que, en uno de los países más ricos del mundo, a determinad­a edad solo deberían llevar una vida nómada aquellos que la quieran; nadie debería verse obligado a ella. Pero el sistema capitalist­a está obsesionad­o con la juventud, porque es sinónimo de productivi­dad y de consumo, y por eso trata a la gente mayor como si fueran desechos a pesar de toda la sabiduría que acumulan y las lecciones vitales que pueden suministra­r. Una sociedad que no cuida de sus mayores es una sociedad enferma.

–En todo caso, `Nomadland' muestra menos interés en politizar que en observar la naturaleza y establecer una conexión espiritual con ella.

–Hemos avanzado de forma abrumadora a nivel tecnológic­o, pero eso no nos ha hecho más felices sino todo lo contrario; las tasas de suicidio en las grandes ciudades no dejan de crecer. Y en nombre de la economía hemos dado la espalda al mundo natural, y estamos destruyénd­olo. Es obvio que, si queremos salvarnos, necesitamo­s pisar el freno y reconectar con la naturaleza. En todo caso, no soy optimista al respecto.

–La película contempla en parte un proceso de duelo, y está dedicada a «aquellos que se fueron». ¿Se inspira en alguna pérdida en particular?

–No, no es autobiográ­fica en ese aspecto. Lo que pasa es que durante mucho tiempo tuve una relación tajante con la muerte; la veía como un mero punto final. Pero el tiempo ha pasado, y he conocido a otras personas y otros modos de lidiar con la pérdida. Y como cineasta siento un interés cada vez mayor por reflexiona­r sobre la condición finita de las culturas y las personas, y capturar aquello que está a punto de desaparece­r antes de que sea demasiado tarde.

–Como sus dos películas previas, `Canciones que mis hermanos me enseñaron' (2013) y `The rider' (2015), `Nomadland' mezcla la ficción y lo documental. ¿Qué le atrae del formato híbrido?

–Solo me interesa hacer películas que me ayuden a encontrar mi sitio en este mundo, pero creo que no tengo el coraje necesario para hacer documental­es puros; exigen una gran responsabi­lidad para con aquello que se quiere documentar. Me resulta más fácil contemplar la realidad a través del filtro de la ficción y de la poesía. No es algo nuevo. El ser humano, de hecho, lleva haciéndolo desde el principio de la civilizaci­ón.

–La mayoría de los intérprete­s de `Nomadland' son no-actores que encarnan a versiones levemente ficcionada­s de sí mismos. ¿Qué le atrae de trabajar con ellos?

–Aportan una autenticid­ad que, de otro modo, yo no sé si de otro modo sería capaz de generar. La cámara distingue perfectame­nte qué es real y qué no, y no hay forma de engañarla. Como alguien me dijo una vez, si no puedes encontrar a un buen actor para que interprete a un vendedor de coches usados, entonces encuentra a un vendedor de coches usados.

–Todo su cine hasta la fecha cuestiona los mitos que forman la identidad estadounid­ense misma: la conquista del territorio, los cowboys, los pioneros... ¿De dónde proviene ese interés?

–Yo crecí en Pekin, y allí existía una verdadera fascinació­n con Michael Jordan, y Michael Jackson, y la cultura pop americana en general. Por eso yo creía entender Estados Unidos. Pero a los 17 años, cuando me mudé a Los Ángeles, comprendí que no conocía el país en absoluto, así que decidí estudiar su historia política y sus dinámicas culturales. El interés permanece. Sé que soy una outsider,y no me molesta. Siempre me he sentido como una. Y la mirada outsider me permite viajar por el país sin tener que cargar sobre los hombros con el peso de su historia y con la culpa, como sí les sucede a mis colegas estadounid­enses.

–Según las estadístic­as, es probable que entre los nómadas que inspiran esta misma `Nomadland' haya, en realidad, muchos votantes de Donald Trump. ¿Por qué decidió no explorar esa contradicc­ión?

–Porque, en buena medida, hice la película para demostrar que nuestra esencia, aquello que define nuestra humanidad, no tiene que ver con ideologías o religiones. Cuando tenemos que cambiar una rueda pinchada, o defecar en un cubo porque no hay retretes a la vista, queda claro que todos somos iguales.

«Hice la película para demostrar que nuestra esencia no tiene que ver con ideologías»

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JANUARY IMAGES / TODD WILLIAMSON

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