«Jorge Manrique me ha ayudado a sobrellevar todas las muertes»
DIBUJANTE
«Los clásicos lo son precisamente porque suscitan miradas renovadas en cada latitud, en cada generación. De algún modo, la garantía de ser clásico es tener una modernidad permanente, no pasar nunca de moda». Quien firma este texto es José Manuel Ortega Cézar, autor de varias obras sobre Jorge Manrique y estudioso de la antología del poeta castellano prerrenacentista (1440-1479). Y sobre él, sobre el autor, entre otras, de `Coplas por la muerte de su padre', y sobre el trabajo gráfico de Antonio Santos (Lupiñén, Aragón, 1954) va este extracto del prólogo que acompaña la nueva edición de este clásico que la editorial Nórdica Libros acaba de publicar. `La mirada contemporánea' de Santos, con diseño del estudio de Pep Carrió, en una edición de lujo para los sentidos. Con el pintor, grabador y dibujante aragonés, Antonio Santos, hablamos en esta entrevista, entre otra cosas, del reto de acompañar poemas que siguen de actualidad a pesar de los siglos: «Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte contemplando cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte tan callando, cuán presto se va el placer, cómo después de acordado da dolor; cómo, a nuestro parecer, cualquier tiempo pasado fue mejor», del trabajo en equipo que ha requerido la publicación de un clásico como este; y de cómo lo bueno, lo que aguarda verdad, permanece impertérrito al paso del tiempo. Es, como nos decía Cézar, la esencia de una obra clásica. Pasen y lean.
– Asegura Cézar en el prólogo que «el día que un clásico dejar de conectar con el presente, ya no merece ese nombre», ¡qué responsabilidad la suya!, ¿no le parece? -Bueno, si, veremos como envejecen mis ilustraciones, ¿no? Lo que sabemos es como ha envejecido, si se puede utilizar esa palabra, es el texto de Manrique de plena vigencia, y que a través de los siglos ha interesado a todos los escritores, a gente de todo tipo. Manrique habla de cosas tan esenciales, como de la vida, de la fugacidad…, habla tanto del ser humano que eso es lo que le hace clásico. Estos días hablábamos porque Manrique siempre ha estado en vigor, ¿no?, siempre ha estado vigente. Y yo creo que la vigencia de Manrique radica en eso, en que habla del espíritu y de la esencia del ser humano. Yo he intentado hacer unas ilustraciones que fueran esenciales también pero, claro, si lo he conseguido o no, ya no soy yo quién para decirlo.
– Dibujos que parecen maquetas, y con una gama de colores inusual: verdes oscuros, grisáceos… – Son como escenografías, ¿no? El libro de Manrique es muy escenográfico. Es como un friso por el que van pasando las cosas. Me veía, con una de esas escenas hechas a gran escala, recitando a Manrique ante un gran público. A mí todo lo que es el teatro y la escenografía siempre me ha gustado. Yo creo que Manrique no tiene una visión, triste ni trágica de la vida y de la muerte, entre otras razones, porque la muerte era algo tan cotidiano en su época, y ha vuelto a ser tan cotidiano en la nuestra que eso revitaliza de nuevo a Manrique. Pero en aquella época, Manrique, que es un príncipe del renacimiento, un hombre de la pluma y de la espada, convive con la muerte y sabe que la vida es muy fugaz, que te la pueden arrebatar en cualquier momento como de hecho le sucede a él, que muere muy joven. Y bueno, como personaje de la época, como ser profundamente espiritual, pues piensa que hay otra vida, y claro, pensar que hay otra vida hace que el sentimiento trágico de esta se diluya completamente. Yo, por ejemplo, que no soy una persona creyente, siempre me ha dado mucha envidia los que lo son. Pues de eso es lo que hablaba Manrique, de la otra vida y de la fugacidad de esta.
– Manrique sería ahora mismo el gran gurú del mindfulness
– Pues ojalá todos esos movimientos perduren y no solo se queden en una moda. Llevábamos una vida muy frívola de querer atesorar este reencuentro con la espiritualidad, si nos deja cierta mella, puede ser bueno.
– ¿Qué ha sido de más complicado de expresar con el lápiz?, ¿qué es lo que le ha producido mayor dificultad?
–Cuando me puse a ilustrar las Coplas, empecé por dibujarlas todas, de manera muy prolija, las cuarenta y tantas. Son cuarenta, pero creo recordar que encontraron dos entre sus ropas, dos o tres. Yo me puse a dibujarlas todas, y me di cuenta de que con arreglo a mi manera de expresarme con un lenguaje figurativo, narrativo, próximo al texto, había algunas que eran muy difíciles de resolver. No era capaz, y no me quedé muy satisfecho. Entonces hice una segunda aproximación a Manrique, que consistió en ir trabajando las Coplas, incrustando un río que discurriera a lo largo de todas las ilustraciones. El río de la vida. Y en mí cabeza funcionaba, quedaba muy bonito, pero cuando llegué a la decimoquinta, me di cuenta de que el río que en mi cabeza fluía en la realidad daba monotonía y pesadez y no funcionaba. Entonces, ya empecé a trabajarlas a través de las sensaciones que me producían y que me había producido siempre Manrique. Además, coincidieron varias cosas. Incidió que a mí me había introducido a las Coplas mi padre cuando yo era adolescente, que mi padre era muy mayor y que falleció justo cuando yo estaba trabajando en esta obra. En el fondo, este trabajo ha sido un reencuentro con mi padre y un homenaje a él. Manrique me ha ayudado a sobrellevar todas las muertes.
– Por último, ¿qué le ha quedado que hacer en esta obra? ¿Se ha quedado con alguna espinita clavada?
– A ver, yo he intentado hacerlo lo mejor que he podido y sabido con todas mis limitaciones, y ante un texto tan extraordinario y tan maravilloso. Yo creo que me quedo con la sensación de que no he estado a la altura. Luego habrá quien me aprecie que dirá qué todo lo contrario, y habrá gente que a lo mejor yo no le caiga tan bien y diga: ¡coño, por una vez en su vida ha dicho la verdad! (se ríe).
– ¿Próximos proyectos?
– Pues acabo de ilustrar `La Iliada' para una editorial de Barcelona que se llama Alma, y ahora hago lo que habitualmente: trabajar todos los días. Estoy pintando, haciendo esculturas, haciendo cosas, y voy amontonando, amontonando, amontonando hasta que un día aparezca alguien.. últimamente me pasa y no me había pasado nunca, eso de que llegara alguien y dijera: me gustaría organizarte una exposición Antonio. Y si el sitio merece la pena y es bonito…, pues yo naturalmente no me cierro, pero tiene que ser esa persona la que construya el relato de la exposición. Yo, como en este libro, soy el ilustrador pero ha habido un escritor que es Antonio Lázaro que ha versionado con muchísimo respeto las Coplas al castellano actual. Ha habido un prologuista que es Cézary que tiene una gran biblioteca manriqueña. Ha habido un diseñador gráfico muy importante que es Pep Carrió que ha construido el libro. Es un trabajo en equipo. Si me dice, ¿cuál es la parte más importante de este trabajo? Pues no lo sé. Si soy generoso le diría que todos por igual, y si no le diría que Carrió que es el constructor del libro, pero luego está Diego, el editor, que nos ha dado carta blanca; Es un trabajo de todos.
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