El Periódico Extremadura

Tercera medalla

Maialen Chourraut logró ayer la tercera medalla española y la tercera de su carrera, una hazaña que ha compaginad­o criando a su hija Anne de 8 años

- SERGI LÓPEZ-EGEA

para España con la palista Maialen Chourraut

Pau es una bellísima ciudad que muestra todo el esplendor de Aquitana en Francia, calurosa en verano y fría en invierno, pero que se ha convertido en algo así como una puerta de salvación, como cuando queda atrapada entre las aguas bravas, para Maialen Chourraut, la palista que nunca falla, la que se reencuentr­a a sí misma en los Juegos, y la que ayer hizo algo tan difícil, algo que merece tanto esfuerzo, como una tercera medalla olímpica en su palmarés, una plata a añadir al oro conseguido en Río 2016 y al bronce de Londres 2012, cuando ella creyó que podía aspirar a un metal mejor. Y todo ello compaginan­do la navegación de su piragua en aguas bravas con la crianza de su hija Anne, de ocho años.

A dos horas de Donostia en coche se encuentra la ciudad de Pau, donde hay un canal para practicar el eslalon, término que les gusta más a los especialis­tas que el de piragüismo en aguas bravas. Porque hasta entonces Maialen tenía que vivir en La Seu d'Urgell, el único escenario español para el eslalon, y eso la obligaba a estar lejos de los suyos, una familia vasca de ascendenci­a francesa y siempre muy inclinada al deporte puesto que su primo Íñigo Chaurreau, quien siempre escribió el apellido de forma diferente y con cuatro Tours terminados en su mochila.

Y en Pau fue donde se empezó a fraguar la medalla de plata de Tokio, la tercera de la delegación española tras la plata de Adriana Cerezo en taekwondo y el bronce de David Valero en ciclismo de montaña. Siempre entrenada por su marido, Xabier Etxaniz, que debutó como olímpico en Barcelona 92 cuando la especialid­ad fue incluida en el programa de los Juegos, y repi- tió luego en Atlanta 96. Dos días a la semana, tal como explicó la palista ayer desde Tokio, cargaban la piragua en la baca del coche y se dirigían por autopista hasta Pau.

«Completába­mos dos horas de entrenamie­nto dos veces a la semana». Y lo hacía después de dejar a la pequeña Anne en el colegio. «La niña nació en La Seu d'Urgell (allí vivía entonces para entrenar en el canal olímpico de la ciudad catalana). Su nacimiento coincidió con la preparació­n que acabó con la medalla de oro conseguida en Río. Pero la alta competició­n y la crianza de un bebé físicament­e es muy duro y me fui rompiendo físicament­e. Quizá, por eso, ahora he podido disfrutar más de esta medalla, que del oro».

Fue un alivio para ella que los franceses apostasen por un canal cerca de su casa; Maialen que había crecido junto a la playa de la Concha y que desde muy pequeña se apuntó al Club Atlético San Sebastián quería estar cerca de la familia, «respirar el aire del mar, salir con la piragua en la playa y navegar por un río natural «y ver a mi madre y a la de mi marido». Por eso, antes de l confinamie­nto del año pasado, los Etxaniz Chourraut dejaron el Alt Urgell y se trasladaro­n a San Sebastián sabiendo que tenían cerca el canal de Pau.

En 2000 realizó su primer viaje internacio­nal para acudir al Mundial júnior de Bratislava (Eslovaquia). Desde entonces, hasta ahora, con 38 años, nunca ha dejado de competir, salvo cuando le han atosigado las lesiones, desgraciad­amente bastantes veces con visitas al quirófano, o por el mínimo periodo que se tomó en 2013 cuando dio a luz a su hija Anne, la que le acompañó en Río y la que se quedó en Euskadi por culpa de las restriccio­nes por el covid.

«Hemos pasado tres semanas en Tokio y mi marido y yo no hemos visto a la niña durante este tiempo. Tener que separarnos de ella ha sido muy difícil. No me hacía a la idea de afrontar la situación porque siempre la niña había viajado con nosotros y es una personita pequeñita y vulnerable, y no quería que los Juegos fueran mala experienci­a para una niña de 8 años», repitió ayer Chourraut por vídeoconfe­rencia desde Tokio.

A la niña le dedicó la medalla: «Aúpa, Anne, y a todos los amigos, toda la familia que está con ella, apoyándole a ella también, porque es duro estar a tantos kilómetros», fue lo primero que dijo nada más bajar del podio con la medalla de plata colgada al cuello.

SIN DESCANSO TRAS EL PARTO Y es que a los dos meses de la cesárea Maialen ya estaba entrenando tal como había hecho hasta dos días antes del parto para dejar claro que deporte y maternidad no eran dos términos incompatib­les. «Por buscar un aspecto positivo a la separación de la niña es que no tenía que pelearme por las comidas, ni por la ropa que ponerse, ni `límpiate los dientes' y podía estar centrada solo en la competició­n».

Campeona de Europa en 2015, con otras dos platas continenta­les y otras dos platas en Mundiales de la especialid­ad, una de ellas lograda en La Seu d'Urgell en 2009, su principal gloria deportiva llegó en

Río cuando se proclamó campeona olímpica. «Pero ahora he podido disfrutar mucho más de esta medalla que de aquella, pues llegó después de la crianza del bebé. Por eso, necesito un mes o dos de descanso antes de pensar en el futuro porque lo importante no es la medalla sino el camino que se ha hecho para conseguirl­a»

Y, poco a poco, superadas las lesiones, con los viajes a Pau, se comenzó a preparar para Tokio. Entró en la final, que era el primer objetivo, sabiendo que las medallas eran complicada­s, porque a diferencia de los Juegos de Río no estaba entre las grandes favoritas.

Fue la cuarta en salir y tras una bajada fantástica, rápida y sin penalizaci­ones, ya se colocó con el mejor tiempo que mantuvo hasta que apareció en escena la alemana Ricarda Funk, una de las grandes favoritas, que le arrebató el oro. Un título olímpico con homenaje póstumo, puesto que el entrenador del equipo alemán de eslalon, Stefan Hanze, se mató en

Maialen Chorraut

MEDALLA DE PLATA EN PIRAGÜISMO «La alta competició­n y la crianza de un bebé físicament­e es muy duro y me fui rompiendo» «Hemos pasado tres semanas en Tokio y no hemos visto a la niña. Ha sido duro»

un accidente de tráfico durante los Juegos de Río cuando viajaba a la villa olímpica. El bronce fue para la australian­a Jessica Fox.

«La competició­n por fin se ha terminado. Dejaré Tokio con un sabor muy dulce porque esta medalla he cumplido mi objetivo de navegar rápida y ahora quiero disfrutar este momento». Si puede hoy mismo viajará con destino al País Vasco para abrazar y besar sin mucha demora a la pequeña Anne.

«No me lo creo, no me lo creo repetía en Japón Chourreaut, tras bajar del podio, feliz por la nueva proeza. «He sufrido mucho estos años, pero es un objetivo cumplido y más que cumplido». Y prácticame­nte ya una leyenda en el deporte olímpico español. Chaourraut tendrá 41 años en la cita olímpica de París y una niña de 11 años que se encaminará a entrar en la adolescenc­ia.

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 ?? REUTERS ?? Mailen Chourraut navega ayer con destino a la medalla de plata en el canal olímpico de Tokio.
REUTERS Mailen Chourraut navega ayer con destino a la medalla de plata en el canal olímpico de Tokio.

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