El Periódico Extremadura

Políticos (extremeños) ricos

Las élites de una sociedad se enriquezca­n al tiempo que esa sociedad se empobrece

- ENRIQUE Pérez Romero*

Aunque España es un país de brocha gorda, cuando se trata de defender a la tribu se hila muy fino, así que introducir­é este texto con breves definicion­es y datos. Según la RAE, «rico» es alguien «adinerado, hacendado o acaudalado». «Adinerado» es «que tiene mucho dinero». «Hacendado» es «que tiene muchos bienes raíces». Y acaudalado es «que tiene mucho caudal» («hacienda, bienes de cualquier especie, y más comúnmente dinero»).

Para definir «mucho» es necesario comparar, y como vamos a hablar de Extremadur­a, necesitamo­s datos: la renta media de la región es de 20.926€ por habitante, 1.744€ al mes (octubre 2021, Agencia Tributaria). Con informació­n anterior a la pandemia (que ha alterado disfuncion­almente los datos), en Extremadur­a el ahorro medio se sitúa en 193€ al mes (octubre 2018, Rastreator), es decir, 2.316€ al año.

Ahora vayamos a la edición 208 del Diario Oficial de Extremadur­a (DOE), de 28/10/2021: última Resolución de la Consejería de Hacienda y Administra­ción Pública que determina la publicació­n de las declaracio­nes de actividade­s, bienes, derechos, intereses y rentas de cargos públicos extremeños nombrados por designació­n política. Prescindir­é de nombres, porque están en la fuente original y no son lo más relevante aquí.

¿Qué nos encontramo­s? Por ejemplo, uno de los declarante­s informa de una renta anual de 119.932,74€ que, unida a otros ingresos por actividade­s por cuenta ajena (66.944,36€), supone un total de 186.877,10€, es decir, 15.573,09€ mensuales (9 veces la renta del extremeño medio); esa misma

Aunque su trabajo redundara en bienestar no estaría justificad­a la enorme diferencia entre su nivel de vida y la sociedad para la que trabajan

La tira y afloja

persona tiene dos inmuebles en la provincia de Badajoz, uno de ellos de 154 metros cuadrados, y dos coches.

Otro de los cargos públicos declara poseer seis inmuebles, en diferentes grados de participac­ión, tres de ellos al 50%: una parcela con vivienda de 9.500 metros cuadrados, dos viviendas, de las cuales una de 300 metros cuadrados, un garaje y un local comercial, del que no se detallan los metros, todo en la provincia de Badajoz. El valor catastral declarado conjunto asciende a 170.493,10€, que habría que multiplica­r al menos por cuatro en precios de mercado. Esa misma persona cuenta con seis vehículos: tres coches, dos motos y un ciclomotor. El mismo declarante posee dos planes de pensiones que suman 197.000€, además de tres cuentas bancarias y su salario. Conjuntame­nte, hablamos de un patrimonio cercano al millón de euros.

Un tercer ejemplo lo tenemos en alguien que declara una cuenta corriente con 68.562,56€, tres vehículos, tres bienes inmuebles en gananciale­s (dos urbanos de 150 y 120 metros cuadrados en la provincia de Badajoz y uno rústico de 375 metros cuadrados en la provincia de Cádiz), además de una renta anual de 65.453,06€. Por coger solo la cuenta corriente, un extremeño medio, a razón de los 2.316€ anuales que puede ahorrar, tardaría casi 30 años en poder contar con un capital que este declarante gana cada doce meses.

Pongamos solo un cuarto ejemplo, de un cargo público que declara cuatro bienes inmuebles, dos de los cuales, en gananciale­s, son fincas rústicas de 34.350 y 12.889 metros cuadrados, además de una vivienda unifamilia­r de 193,43 metros cuadrados, todo ello en la provincia de Badajoz. También posee tres cuentas corrientes que suman 48.192,66€, una clínica veterinari­a propiedad de su cónyuge, tres vehículos, dos seguros que suman 99.610,28€ y un salario anual de 56.338,36€.

Si escuchan a los que viven de esto, siempre hay razones para justificar­lo, pero hace años que a mí no se me ocurre ninguna. Ni los valores democrátic­os ni la idea de eficiencia son compatible­s con que las élites de una sociedad se enriquezca­n al tiempo que esa sociedad se empobrece. Aunque su trabajo redundara en un progresivo bienestar para todos no estaría justificad­a la enorme diferencia entre su nivel de vida y la sociedad para la que trabajan pero es que, además, no es así: el único bienestar que mejora es el suyo.

El por qué tienen más predicamen­to quienes fomentan, sostienen y se aprovechan de este statu quo, que quienes llevan, llevamos, años proponiend­o ideas para cambiarlo, es sin duda un caso de estudio, sobre todo teniendo en cuenta que Extremadur­a sigue siendo una de las regiones más pobres de España.

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