El Periódico Extremadura

No hay incompatib­ilidad

- DANIEL Salgado*

Un cargo público puede decir «cosas chulísimas» como puede decir «carapolla». Por ejemplo, la vicepresid­enta segunda del Gobierno y un concejal de Zaragoza, respectiva­mente. La vicepresid­enta, referida a sí misma y a las cosas que hace. El concejal, referido a José Luis Martínez-Almeida, alcalde de Madrid.

Y punto final.

Puesto que el concejal ha pedido perdón (aunque siga llamando así a Martínez-Almeida, ha aclarado: «No ha sido correcto decirlo aquí, se me ha escapado, perdón. Lo diré fuera de aquí, pero no aquí») y dado que la vicepresid­enta no ha dicho nada que desentone con su proceso de socialdemo­cratizació­n (si se acepta «gripalizac­ión», debe aceptarse «socialdemo­cratizació­n»), ¿qué más se puede decir, salvo pedir disculpas por llegar hasta aquí con un asunto que no hay por dónde cogerlo, sin asunto?

Vale, sí, es cierto que los que eligieron al concejal tal vez hagan propio el «carapolla», que consideran acertado, un buen insulto, aunque el concejal tenga que reservarlo para cuando esté entre amigos, con la familia. Pero no puede decirse lo mismo respecto a la vicepresid­enta. Cuesta creer que sus seguidores, que van en aumento, se identifiqu­en con esa expresión, «cosas chulísimas», por más que lenguaje tan refitolero le parezca apropiado para su proyecto político. Ideal. Al concejal no le reprochará­n la jerga, si le aplauden el «carapolla», pero la vicepresid­enta ha puesto prólogo a el Manifiesto comunista, ¿una cosa chulísima?

Y es también verdad, sí, que la vicepresid­enta lo ha dicho a propósito de la reforma laboral, da igual si en una radio o televisión, da igual si informalme­nte, en una entrevista. No ha sido en el Congreso, o sea. Y que lo del concejal, en efecto, ha sido en el Ayuntamien­to, en el salón de plenos, oficialmen­te y con registro en el acta de sesiones. Vamos, que no lo ha dicho en Casa Juanico, ¡cóóóóó!

Sin embargo, no hay incompatib­ilidad entre un servidor público y su imagen. Es decir, ni la vicepresid­enta del Gobierno va a dejar de sumar partidario­s para su proyecto (puede que incluso gane pijerío) ni el concejal de Zaragoza va a perder su escaño en el Ayuntamien­to (puede que sus exabruptos, la próxima vez, se traduzcan en más votos). La única conclusión de que un cargo público diga «cosas chulísimas» o diga «carapolla» es que «cosas chulísimas» es cursi y «carapolla» es basto.

Y, ahora sí, punto y final.

La única conclusión es que «cosas chulísimas» es cursi y «carapolla» es basto

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