El Periódico Extremadura

Incertidum­bre por la elección del presidente de Italia

La designació­n de Draghi supondría el fin del actual Gobierno de unidad El mandato de Sergio Mattarella expira el próximo 3 de febrero

- IRENE SAVIO ELECCIONES ANTICIPADA­S

Los italianos están pendientes estos días de Mario Draghi. Pero no por si anuncia nuevas restriccio­nes por la pandemia o alguna ayuda a sectores golpeados por la crisis. La atención se debe a que el actual primer ministro es el gran favorito para sustituir al saliente presidente de la República, el cargo institucio­nal más importante de Italia. Un nombramien­to que, de producirse, supondría una crisis política y el fin del actual Gobierno de unidad –una heterodoxa coalición que incluye tanto a fuerzas de izquierda y centroizqu­ierda como a la ultraderec­hista Liga de Matteo Salvini–, lo que forzaría a los partidos a negociar una alternativ­a, cuya naturaleza de momento ningún analista de peso se atreve a adelantar con precisión.

De ahí que la primera votación en el Parlamento italiano para elegir al nuevo presidente italiano –el órgano que en Italia tiene la función de elegir a esta figura– se celebrara ayer sin obtener resultado alguno, con una parte considerab­le de los electores que depositaro­n la papeleta en blanco. Reflejo de un Parlamento completame­nte dividido, en el que ni el centrodere­cha ni el centroizqu­ierda tienen los números para imponer en solitario su candidato, lo que durante el día abocó a un sinfín de reuniones de última hora entre los partidos con mayor peso político, en particular la ultraderec­hista Liga, el progresist­a Partido Democrátic­o (PD), y el populista Movimiento 5 Estrellas (M5S).

SEIS HORAS DE VOTACIÓN La votación empezó a las tres de la tarde con la convocator­ia al voto de los senadores vitalicios –a la que le siguió la llamada del resto por orden alfabético–, y se clausuró cuando ya había anochecido, unas seis horas después. Entonces todos los 1.008 grandes electores (senadores, diputados y representa­ntes de las regiones) habían tenido la posibilida­d de expresar su preferenci­a, lo que incluía a los delegados positivos del covid, a los que se les permitió votar en un estacionam­iento cercano al Congreso italiano.

El esfuerzo de poco sirvió puesto que ninguno de los candidatos a presidente mencionado­s —entre los nombres apareciero­n personajes tan excéntrico­s como el presidente del equipo de fútbol de la Lazio y un juez antimafia fallecido– logró reunir el número necesario de votos para ser elegido.

Las diferencia­s dentro del centrodere­cha –cuyo candidato, el magnate Silvio Berlusconi, se retiró el sábado y el domingo ingresó en un hospital de Milán–, la descomposi­ción del Movimiento 5 Estrellas (M5S), y el taciturno silencio del Partido Democrátic­o (PD), no ha permitido entrever con claridad cuál podría ser la solución. Como sintetizó el ministro de Salud, Roberto Speranza: «Me han dicho que el acuerdo parece aún lejano».

Es posible que este escenario se repita en las próximas votaciones, por lo menos hasta el jueves. A causa del covid solo habrá un escrutinio por día y, según establece la Constituci­ón de 1947, durante las tres primeras votaciones se requieren dos tercios de los votos, que son secretos y no son antecedido­s por debate alguno, lo que también alimenta la presencia de los llamados francotira­dores, parlamenta­rios que votan de una manera distinta a la indicada por su partido. En la cuarta votación la elección es por mayoría.

El principal motivo de la preocupaci­ón que rodea la elección no es solo la pandemia en sí, si no los escenarios que puede abrir la posibilida­d de que Draghi pase de ser el primer ministro en funciones a ser el presidente de la República. Algo que sería una novedad absoluta, ya que nunca ha ocurrido antes y que podría propiciar un giro semipresid­encialista del país y, eventualme­nte, también culminar en unas temidas elecciones anticipada­s. A ello se suma a que todo ocurre cuando la economía corre a velocidad de atleta olímpico, Roma ha recuperado credibilid­ad internacio­nal y el país está a la espera de recibir los primeros fondos europeos del plan Next Generation.

Como insisten los analistas, lo cierto es que, para la sucesión del presidente Sergio Mattarella lo ideal sería encontrar un candidato de consenso, que no esté directamen­te vinculado a partido alguno —un tecnócrata como Draghi, por ejemplo—, o, en todo caso, una figura moderada ajena a las principale­s controvers­ias que atraviesan las fuerzas políticas. Que esta síntesis pueda no ser una quimera se sugirió durante el primer día de votaciones, después de varias rondas de reuniones. Quien lo anunció primero fue el jefe del PD, Enrico Letta, al asegurar: «Se ha abierto la vía del diálogo». La reunión con Letta «fue larga y cordial», y se reanudará hoy, dijo Salvini, el jefe de la Liga.

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ROBERTO MONALDO / EFE El senador Matteo Renzi, en un momento de la votación, ayer.

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