Leia murió sola y enferma
Ina Parera Valencia
El 5 de enero falleció Leia, una perra que llevaba años atada en la terraza de una casa en el pueblo de Albalat de la Ribera (Valencia), enferma, sin apenas agua y comida, rodeada de sus excrementos y sin ningún contacto con sus dueños. Su estado era tan lamentable que meses atrás una vecina rogó a la familia la cesión de la perra, pero se negaron. Y así fue como Leia murió en la más absoluta soledad y ante la indiferencia de sus dueños. La Guardia Civil constató su fallecimiento al acudir a ese domicilio a instancias de una denuncia de la asociación Refugio de los Ángeles. El ayuntamiento era conocedor de la situación, pero ni este ni la Policía local tomaron medidas suficientes para evitar el sufrimiento y la muerte de Leia.
Es cierto que consistorio y Policía local no tienen competencias específicas en materia de protección animal, pero sí un mandato general del legislador de velar por el cumplimiento de las leyes y tomar las medidas necesarias para evitar la comisión de delitos. Desgraciadamente, el caso de Leia ni es el primero ni será el último.
Los animalistas vemos cada semana casos así que podrían evitarse si las administraciones y los cuerpos de seguridad locales actuasen con la misma celeridad con la que actúan con otros delitos. Pero no. Y no por falta de potestad, sino por falta de conciencia social. Porque siguen considerando a los animales como una cosa. Si esta no cambia, el nuevo artículo del Código Civil, por el que se considera a los animales como seres sintientes, quedará en papel mojado.