Rezando y con el mazo dando
El Papa ha pedido que ayer miércoles fuera un día de oración para evitar la guerra en Ucrania. Rezar está muy bien, pero no hay que tentar a Dios. «A Dios rezando y con el mazo dando». Los buenos cristianos deben informarse bien del problema, sacrificándose, como para orar, también para comprender su importancia y estimularse a rezar más y mejor y dar razones a los demás para que ayuden por todos los medios adecuados a conservar la paz.
Ucrania, de extensión y población parecidas a las españolas, fue durante siglos el Estado mayor y más poderoso de Europa, hasta ser destruida su capital, Kiev, por lo mongoles, en 1256. Reunificada siglos después con regiones vecinas, formó desde 1721 parte, entonces muy importante, del imperio ruso. En dos períodos su lenguaje fue discriminado y una porción de su pueblo expulsado a países lejanos para disminuir su poder. Tras la Revolución de 1917, formó parte de la URSS hasta su disolución en 1991, firmando entonces un pacto de separación con Rusia, aprobado en referéndum por más del 90% de los votos, cuando el 17% se identificaba como de etnia rusa y el 30% tenía el ruso como lengua materna.
Conspiraciones para la reunificación provocaron disturbios que aprovechó Rusia para apoderarse de Crimea, lo que le hizo acercarse más a Europa y tener hoy 1,2 millones de soldados, el tercer ejército en Europa, firmando en 2016 con la UE un Acuerdo de Libre comercio y buscando entrar en la OTAN, como desea también Biden, con su prestigio por los suelos al iniciarse 2022. Por su parte, Putin, que ya ha visto como posible amenaza ingresar en la OTAN a otros países limítrofes suyos y desea reforzar su prestigio ampliando su ocupación de Crimea, cree ser este un momento ideal para apoderarse de algunas otras regiones de Ucrania vecinas a Rusia, donde ya cuenta con importantes partidarios. Esos grandes y opuestos intereses impulsan hoy esta grave amenaza para la paz. Javier Torres Sanz
Madrid