La OTAN ofrece diálogo a Rusia pero avisa de que está lista «para lo peor»
El secretario general de la Alianza y EEUU definen la situación como «crítica» Desplegar las fuerzas de reacción rápida puede ser «cuestión de días»
El Gobierno de Vladímir Putin ya tiene la respuesta escrita de la OTAN y de EEUU a sus exigencias de no incorporar a Ucrania y Georgia a la organización militar trasatlántica y retirar las tropas aliadas de los países del este de Europa que se incorporaron a partir de 1997. Tanto el secretario general de la Alianza Atlántica, Jens Stoltenberg, como el secretario de estado estadounidense, Antony Blinken, han dejado claro a Moscú que las puertas de la organización trasatlántica seguirán «abiertas» y que no habrá «concesiones» sobre un principio fundamental como es «el derecho soberano de cada país a escoger su camino».
Pese a este portazo a unas de las principales exigencias de Moscú para impedir la adhesión de países de la órbita exsoviética como Ucrania y Georgia, tanto Blinken desde Washington como Stoltenberg desde Bruselas volvieron ayer a ofrecer diálogo y una «vía diplomática» seria para buscar soluciones al momento «crítico» para la seguridad euroatlántica en el que se encuentran, marcado por la concentración de más de 100.000 soldados en la frontera con Ucrania y nuevos despliegues, en forma de ejercicios militares rusos, en Bielorrusia.
NUEVA ADVERTENCIA «Estamos viendo más tropas no solo en Ucrania y sus alrededores, sino también en Bielorrusia, donde Rusia está desplegando miles de tropas, cientos de aviones, sistemas de defensa aérea S-400 y muchas otras capacidades muy avanzadas», alertó en rueda de prensa el político noruego, para quien este movimiento de Moscú es un elemento evidente de que ha subido la tensión.
De ahí la nueva advertencia a Putin. «Aunque trabajamos para una buena solución y la desescalada también nos preparamos para lo peor», recordó poniendo como ejemplo el envío de más barcos y aviones el flanco este, anunciado el pasado lunes, y la posibilidad de desplegar «en cuestión» de días la fuerza de reacción rápida de 5.000 soldados que lidera en estos momentos Francia para proteger a los aliados. «Para desplegarla necesitamos una decisión del consejo atlántico» pero «tenemos planes que pueden activarse en un plazo muy breve de tiempo», avisó.
Pese a esta advertencia, el líder de la OTAN insistió en que cree que las «tensiones y los desacuerdos» deben resolverse a través del diálogo y la diplomacia, no de la amenaza ni la fuerza, y que existe «margen de maniobra» para mejorar la cooperación en cuestiones de interés mutuo como el control de armamento, incluidas las armas nucleares y misiles de corta distancia, la reducción de riesgos para prevenir incidentes militares en mar o aire o la transparencia sobre los ejercicios militares. Cuestiones, afirmó Stoltenberg, que servirán también para aumentar la seguridad en el continente.
La respuesta, que no se ha hecho pública, también incluye la oferta de reabrir las respectivas oficinas de la OTAN en Moscú y de Rusia en la sede de la Alianza Atlántica, porque mantenerlas cerradas «complica el dialogo», así como retomar las reuniones del Consejo OTAN-Rusia para abordar en detalle todas estas cuestiones con el objetivo de evitar «un nuevo conflicto armado en Europa que sería algo extremadamente grave». «Es algo que tenemos que evitar», insistió Stoltenberg.
Mientras la OTAN y EEUU anunciaban la respuesta a Moscú, en París representantes diplomáticos rusos, ucranianos, franceses y alemanes celebraron la que fue la primera reunión del Cuarteto de Normandía desde hace más de seis meses. El encuentro representó recuperar la iniciativa por parte de los países europeos, tras quedar apartados de las discusiones bilaterales en Ginebra entre estadounidenses y rusos, que no hicieron más que calentar la situación.
En medio del cruce de declaraciones entre Washington y Moscú sobre la amenaza de sanciones contra Putin, el eje franco-alemán intenta abrir una nueva vía diplomática. La reunión en París tuvo lugar dos días antes de una entrevista telefónica entre el presidente francés, Emmanuel Macron, y su homólogo ruso. Su objetivo principal: allanar el terreno para la celebración en Berlín en las próximas semanas de una cumbre entre los mandatarios de los cuatro países.