El soldado que se convirtió en el ‘caníbal de los Pirineos’
Jérémy Rimbaud, que asesinó a un hombre y devoró parte de sus órganos, atacó de nuevo en Toulouse a una mujer de 73 años, que salvó su vida Permanece detenido
En el pueblo de Nouilhan, un puñado de casas de agricultores de trigo y de maíz de la región francesa de los Altos Pirineos, ya no se hablaba de Jérémy Rimbaud. Que ya no se pronunciara su nombre era a cuanto podía aspirarse. Olvidarlo era pedir demasiado. «¿Cómo íbamos a olvidarnos de él?», se preguntaba este pasado martes una vecina que echaba la tarde sentada en su jardín y que llevaba mal el regreso de los periodistas a su municipio. «Todos conocíamos a Léopold Pédèbidau. Rimbaud entró en su casa pero pudo haber entrado en la de cualquier otro, pasó por delante de donde vive mi familia. Es algo muy traumático», añade a EL PERIÓDICO otra mujer, empleada en el ayuntamiento de la población. Así que no tropezarse con Rimbaud al pasar las páginas de los diarios locales era un pequeño logro. La semana pasada, sin embargo, Rimbaud volvió a ser noticia. Y sus sobrenombres, el caníbal de los Pirineos o el caníbal de Nouilhan, regresaron a las portadas.
Rimbaud se escapó del hospital Marchant de Toulouse el 19 de enero y recorrió varias calles, con el resto. Hasta que en la Rue de la Balance, un paso de casas adosadas ubicado justo en el centro, atacó a una anciana de 73 años que acababa de salir de su domicilio para pasear a su perro. De nuevo, usó una barra para golpear a su víctima, que, como las anteriores, creyó que iba a matarla, según declaró al diario La Dépêche du Midi. Lo impidió la intervención arcangélica de algunos vecinos, que contuvieron a Rimbaud. La anciana sufrió heridas graves en la cabeza y en los brazos, pero se recuperará.
Cinco días después, sobre el asfalto de la Rue de la Balance sigue bien visible la mancha de sangre que causó la agresión. Quienes andan junto a ese rastro no lo observan, pero no ignoran el suceso. Al contrario: «Se ha hablado mucho del ataque», admite uno de ellos, que se desplaza en patinete. Tras el brote de violencia, Rimbaud fue entregado a las autoridades sanitarias. Las mismas que habían considerado erróneamente que el caníbal de los Pirineos ya no era una amenaza para nadie y que no debía estar bajo vigilancia. «Se investigará si ha fallado la medicación pero, al tratarse de información protegida, desconocemos qué tratamiento estaba siguiendo», explica Fred Abela, uno de los periodistas que cubrió el suceso. Su periódico fue uno de los que devolvió a Rimbaud a la primera página al confirmar que el individuo que había atacado a la anciana era el mismo que en 2013 sembró el horror en Nouilhan.
La historia del `caníbal'
Rimbaud nació en 1987 en Tarbes, una de las principales ciudades de esta zona del sur de Francia, y se crio en una familia normal. Se enroló en el ejército francés cuando era solo un veinteañero. En 2011, participó como cabo en una misión en Afganistán que duró seis meses. Era el conductor de un vehículo blindado. Al parecer, de aquella experiencia en suelo talibán, Rimbaud regresó traumatizado y abusando del consumo de ketamina y marihuana. A finales de 2013, cuando ya había abandonado las fuerzas armadas, sus problemas de salud mental se agravaron. Su novia, en una declaración recogida por el medio Sud Ouest, explicó que dos días antes de los acontecimientos de Nouilhan notó que su personalidad había cambiado bruscamente: «Estaba muy mal, era otra persona. Quería convencerme de que el 1 de diciemmezclándose bre llegaba el fin del mundo. Estaba poseído».
El veterano de Afganistán deambuló por los alrededores de Tarbes varios días, sin comer ni descansar. El 14 de noviembre, llegó al pueblo de Nouilhan. Presa de su delirio, se coló en la casa de un agricultor de 90 años, Léopold Pédèbidau, al que había visto desde la calle y habría confundido con un soldado talibán. Lo atacó con una barra de hierro. Cuando Leopold todavía estaba vivo, arrancó su lengua y parte del corazón. Después, cocinó los trozos de carne y se los comió acompañados de judías verdes.
A última hora de la tarde, abandonó la casa de Léopold y cruzó la carretera que linda con el pueblo para esconderse cerca de un silo de grano. Allí sorprendió a su segunda víctima, Jean Camy, otro campesino, que conducía su tractor tras vaciar de maíz el remolque.
Camy denuncia que tras el asalto sufrido por la anciana se siente desprotegido por la justicia. «En 2016 dijeron que Rimbaud no era responsable penalmente de aquellos hechos pero prometieron que estaría vigilado porque era muy peligroso y que me informarían si lo trasladaban. No lo han cumplido».