Estafada una hija de Botín en la compra de una escultura íbera
La pieza que adquirió de «buena fe» procedía de Córdoba o Jaén
Paloma Botín-Sanz de Sautuola, una de las hijas del banquero fallecido Emilio Botín, y su esposo, el empresario Ricardo Gómez Acebo, han pasado de investigados a posibles estafados por la compra a unos anticuarios traficantes de arte de una escultura de una leona íbera del siglo VI antes de Cristo que procedía del expolio de un yacimiento arqueológico.
El matrimonio fue inicialmente imputado por el Juzgado de Instrucción número 24 de Barcelona, a raíz de una investigación por tráfico de arte centrada en dos anticuarios de la capital catalana que fueron detenidos en marzo de 2018, en el marco de una operación contra el comercio de obras expoliadas por el Daesh en Libia.
La operación se inició en 2017, cuando la Brigada de Patrimonio Histórico recibió varios avisos sobre el presunto expolio de piezas íberas en Andalucía. Un juzgado de Linares se hizo cargo, en un principio, de las pesquisas, pero estas no acabaron de concretarse.
No obstante, el verdadero pistoletazo de salida lo dio un anónimo que fue a una comisaría para denunciar la desaparición de tres esculturas íberas del siglo VI antes de Cristo, una leona, un toro y una cabeza de toro, valoradas en 1,5 millones. Las piezas procedían posiblemente de un yacimiento arqueológico situado entre las provincias de Jaén y Córdoba. En el papel se plasmaban fotos de las tres piezas. A partir de ahí se empezó a tirar del hilo hasta llegar a anticuarios catalanes. Las principales pistas (escuchas telefónicas) nacieron de una operación por la financiación del Estado Islámico. En diciembre de 2018, la jueza ordenó las entradas y registros.
En Madrid acudieron a la vivienda de Paloma Botín en busca de la leona, que no estaba allí, pero sí en otro lugar donde había sido trasladada a la espera de terminar unas reformas en la casa. En esa operación, la policía hizo cinco detenciones.
Ambos han aportado documentos para que la Fiscalía de Barcelona haya concluido que la compraron de «buena fe». La juez les ha exculpado y permitido personarse en la causa, ante los indicios de que pudieron ser víctimas de un fraude. La operación de compra de la escultura de la leona se abonó con un cheque bancario conformado ante notario, en el que se incluyó una factura de 1974 por la que el anticuario pretendía acreditar su procedencia. Es de 11 años antes de que se aprobara la ley de patrimonio histórico (1985) .